Laperdiguera: Ramón Bareche, cantador humilde y genial

Laperdiguera es la localidad natal de Ramón Bareche, jotero de gran nivel, y su talento refleja la vocación canora de los vecinos, que ponían a prueba sus cuerdas vocales en las tareas diarias.

Ramón Bareche hijo, en una pose jotera que hubiera firmado su padre, el gran cantador local.
Ramón Bareche hijo, en una pose jotera que hubiera firmado su padre, el gran cantador local.
Laura Uranga

En casa de Dionisio Ciria y Aurora Planas hay visita estos días. Dionisio (hijo de ambos) y su esposa Estrella Pertusa andan de vacaciones; regentan el popular hotel Ciria en Benasque desde hace tres décadas junto a José Luis, hermano del Dionisio más joven: el mayor tiene intacta la juventud en el alma. "A los nietos les encanta escuchar sus historias –apunta Aurora– como nosotros cuando nos arrimábamos al fogaril y escuchábamos a los mayores; es que tiene cientos. Siempre le ha gustado cantar, y no lo hace nada mal". La afición de su marido estaba muy generalizada en Laperdiguera cuando ambos eran jóvenes, tiempos felices que ambos rememoran con un deje de nostalgia y detalles muy ilustrativos de otros tiempos. "Fíjate –cuenta el patriarca de la casa– que todas las puertas estaban abiertas siempre, no había preocupación. Yo era el panadero oficial en mi casa, teníamos un horno grande; cuando salía con las ovejas temprano me desayunaba mi puchero de judías calientes que se habían quedado por la noche en las brasas del fuego". "No hacía falta el microondas –ríe Aurora– y le poníamos arriba un cantarete con agua para que no se resecaran y estuvieran en su punto".

Laperdiguera: Ramón Bareche, cantador humilde y genial

En aquellos años, el final de las rondas de pastoreo tenía una particularidad insólita; cuando enfilaban la entrada del pueblo, cada una se iba sola a su casa. "Como mucho, se ponía alguien de cada casa en la puerta a vigilar, pero no hacía falta. Venían solicas", recuerda Aurora. Hoy el ganado se limita a las explotaciones porcinas (cerca de la decena, de diversos tamaños) y algo de vacuno.

Dionisio y Aurora hacen un repaso de los dulces típicos del pueblo, al que su hijo Dionisio asiste con mirada golosa. "Hacíamos tortas y brazos de gitano. Utilizábamos unos papeles especiales o parte de sacos de harina para hacer unas cajetas, y ahí volcábamos la mezcla con los huevos batidos. Los zagales siempre pasaban a replegarse en el barreño de batir los huevos, cuando estaban endulzados. También hacíamos empanadones de calabaza y espinacas, farinosos de almendra y miel". En casa de los Ciria, además del horno, había una preciosa capilla. Dionisio hijo bromea al recordar que la familia tiene ‘ocho apellidos somontanos’, y que a pesar del tiempo que llevan en Benasque, no olvidan sus orígenes. "En Benasque empezamos con una fonda alquilada y hemos llegado a las tres décadas con el hotel, pero somos de aquí, mi padre de Laperdiguera y mi madre de Laluenga. ¿Sabías que el nombre de Laperdiguera viene por la cantidad de perdices que había aquí?".

Una voz única

A la hora de destacar un perdiguerano ilustre en cualquier área, los actuales habitantes del pueblo hablan rápidamente de Ramón Bareche. El cantador de jota nació en 1910 y murió en 1997; su carrera fue impulsada por el maestro Fidel Seral desde muy temprana edad, y a lo largo de treinta años de entrega recorrió infinidad de escenarios en Aragón, además de ganar un segundo premio en el concurso de talentos del Circo Price en Madrid. Sus obligaciones en la hacienda familiar le llevaron a retirarse, pero dejó impronta de su gran voz e impecable manejo de las improvisaciones. Su hijo, que también se llama Ramón Bareche, le recuerda con una sonrisa mientras reconoce que pensó en seguir los pasos de su padre, pero finalmente no se decidió. "Decía mi padre que tenía buena voz y oído, pero no fui por ahí. A él lo querían mucho;actuó con los grandes, desde José Oto a Gregoria Comprés y Camila Gracia. Hasta en el extranjero estuvo". El apellido Bareche tiene otro referente musical en el pueblo, el del DJ Víctor Bareche, que amenizó la clausura del último concurso de pintura rápida.

El municipio comparte con otros muchos el problema del envejecimiento progresivo de la población. El alcalde, Pedro Seral, recuerda que tienen los servicios a mano con la extrema cercanía de Barbastro –apenas quince minutos– y el disfrute de una calidad de vida muy superior a la de los núcleos urbanos. La escuela cerró, pero los pequeños del pueblo se escolarizan en Berbegal y luego pasan a Barbastro en la secundaria.

En las tradiciones festivas relacionadas con la religiosidad, y además de las patronales, destacan las hogueras de San Isidro la noche del 14 de mayo y la devoción hacia la Virgen del Pueyo, compartida con muchos pueblos de la zona. "Son unos dieciocho kilómetros –puntualiza Dionisio padre– y vamos andando, yo lo he hecho hasta hace dos o tres años, pero ahora la pierna no me deja hacerlo".

Un concurso de pintura rápida pionero en la zona

El alcalde Pedro Redol, con once años en el cargo, señala que los pueblos en el sur del Somontano tienen mucho que ofrecer, aunque no sean tan populares como sus vecinos de algo más al noreste. El gusto por el arte es uno de ellos, y lo comparten varios vecinos de la localidad, empezando por el propio edil. "Fuimos pioneros en la zona en organizar un concurso de pintura rápida, ya lleva doce ediciones y cada año seguimos recibiendo mucha gente de buen nivel. Hay representación de toda la zona, pero tenemos gente de todos los rincones de Aragón, Cataluña y País Vasco, también castellanos e incluso algunos franceses". El año pasado, los ganadores fueron Javier Campo, de Binéfar (categoría absoluta), Kiara Sánchez, de Sabadell (juveniles) y Gabriela Álvarez, de Zaragoza (categoría infantil). La asociación Cuídela se encarga igualmente de organizar diversas actividades culturales y de ocio a lo largo de todo el año.

LOS IMPRESCINDIBLES

Casa Cavero

De estilo renacentista, cuenta con una galería de ventanas de doble arco de ladrillo y balconadas apoyadas por ménsulas. Otra edificación solariega destacada en el pueblo es Casa Paúl, antigua casa Medina, que tenía capilla particular.

San Pedro y San Pablo

La parroquia local, situada en un elevado y consagrada a los patronos del pueblo, conserva una hermosa filigrana de oro y plata hecha por Nicola Gaspar en 1627. Su llamativa torre es obra del leridano Celestino Capmany.

El pozo-fuente

Laperdiguera tambíén tiene su representante en la tradición de esta zona. Tiene un tramo descubierto de escaleras que conduce al manantial, protegido por una bóveda apuntada que descansa sobre cuatro arcos.

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