El caudal del río Ebro pasa de 35 metros cúbicos a 2.307 en solo doce meses en Zaragoza

La delicada situación en la que se encontraba hace un año, tras varios meses sin lluvias, dista mucho de la actual.

Crecida del río Ebro.
Crecida del río Ebro.
Efe

El caudal del río Ebro sigue descendiendo en Aragón después de haber alcanzado una altura superior a los 8 metros a su paso por la localidad zaragozana de Novillas y superar los 5,3 en la capital aragonesa durante la avenida de los últimos días.

Según los datos del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), el río circuló este sábado con un caudal ligeramente por encima de 600 m3/s en Castejón (Navarra) y una altura inferior a los 4,50 metros, mientras que en Zaragoza ya se sitúa por debajo de los 3 metros. En ambos casos, la tendencia es descendente.

Las previsiones de aforo de la Confederación señalan que el río a su paso por la capital aragonesa seguirá durante la semana que viene por encima de los 500 m3/s, a la espera de la llegada del agua del deshielo, que podría aumentar más el caudal.

En todo caso, la apariencia del Ebro será diametralmente opuesta a la hace tan solo 12 meses. Esta semana, la CHE ha publicado un gráfico en el que se puede observar la evolución de la altura del río en Zaragoza en el último año.

Los datos recogidos por el organismo de cuenca revelan la delicada situación que atravesaba el cauce en abril de 2017, cuando el río apenas superaba los 80 centímetros de altura a su paso por la capital aragonesa y bajaba con un caudal de tan solo 35 m3/s. Este sábado, a pesar de la clara tendencia descendente, el río casi quintuplicaba la altura de un año antes.

Con un caudal muy escaso debido a la prolongada ausencia de precipitaciones, tanto en la capital aragonesa como en el resto de la cuenca, entonces el Ebro se distinguía como un cauce casi enfermo. Esta situación fue solo el preludio de la grave sequía que luego sufrió Aragón y el resto del país.

Consecuencia del bajo caudal fue también la acumulación de suciedad (en algunos puntos del cauce afloró todo de tipo de basura arrojada al año durante años) y la proliferación de algas, que se contaban por centenares en la superficie y en las riberas. Este fue el hábitat perfecto para insectos como la mosca negra, que el año pasado fue un auténtico quebradero de cabeza para las poblaciones más cercanas a la ribera. Según los datos del boletín epidemiológico de la DGA, unas 28.500 personas fueron atendidas en hospitales y centros de salud por picaduras de mosca negra de enero a noviembre de 2017, unas 7.300 más que en 2016.

Las falsedades del Levante

La evolución del caudal del Ebro en los últimos meses sirve por sí sola para acallar las voces que, desde el Levante se han vuelto a alzar en los últimos días a favor del trasvase. "En dos semanas, el Ebro vierte lo necesario para regar Alicante dos años", llegó a decir esta semana César Sánchez, presidente de la Diputación alicantina por el Partido Popular. Unos días antes, fue el presidente de la Región de Murcia, el también popular Fernando López Mirás, quien en plena crecida, olvidándose por completo de los miles de afectados por los desbordamientos, pidió "solidaridad" y "un uso más eficiente del agua". Apenas dos días después de estas declaraciones tuvo que pedir disculpas.

Ambos dirigentes levantinos aprovecharon un momento de avenida extraordinaria para reivindicar un trasvase que en abril de 2017 a nadie se le ocurrió pedir porque entonces el Ebro era una sombra de lo que es hoy.

"No toda el agua del Ebro sería trasvasable", afirmó a este periódico Guillermo Pérez, técnico del Sistema de Ayuda a la Decisión de la CHE, quien añadió que, además, "no habría un canal para transportar los 2.000 metros cúbicos que llevó el Ebro".

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