Y entre los muertos
¿No os gustaría escribir una historia que permaneciese para siempre en la mente de todos los lectores del mundo como la obra maestra imprescindible? ¿Qué sentiríais si la primera frase de vuestro manuscrito causase la misma emoción que provoca empezar escuchando cada 23 de abril En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme?
Soy maña, no me rindo. Obstinados y tozudos, así somos. O eso dicen Por eso, porque no me rindo, lo seguiré intentando, una y otra vez, hablando de la tierra que me vio nacer. Y, algún día, conseguiré que mis relatos conmuevan en verde, como las 16 palabras de Don Benito que costaron durante un tiempo 1.000 pesetas
Y por eso, porque no me rindo, no cejaré en mi empeño de hacer bailar a los sustantivos con los verbos y maquillar todo con adjetivos para, hasta quizá, convertirme en el Miguel de Don Alonso, el anónimo del lazarillo o el Fernando de La Celestina o alcanzar un planeta como el de Javier, Ramón, Soledad o Santiago.