Lágrimas saladas
Las lágrimas manaban de sus ojos, se habían dicho cosas feas, cosas que nunca imaginarían que se dirían, le dijo que se fuera, él la miró, cogió su abrigo y el portazo de la puerta, hizo que Pilar mirara a su madre con ojos llorosos.
La cogió, la acunó, la sentó de nuevo en la trona y continuó dándole el desayuno, pero las lágrimas no cesaban, se levantó, se miró en el espejo y en sus ojos vio la cascada del Monasterio de Piedra ahí donde él le dijo que era la mujer de su vida.
Corrió hacia la ventana, la abrió, el ruido de la lluvia era ensordecedor, al fondo, la Ciudadela de Jaca hacía que por sus lágrimas mezcladas con la visión de la lluvia, la imagen se viera entre sombras tenebrosas.
Entonces lo vio, quiso llamarlo, que subiera al menos a por un paraguas ., pero el sonido del vómito de Pilar la llevó a correr hacia ella, en esos momentos él se dio la vuelta, miró hacia la ventana pero no la encontró, el sabor de la lluvia se entremezclaba con lágrimas saladas.
