Hasta que te encontré
Era de noche, los alambres de espino me rajaron la piel. Había mirado tantas veces ese arrugado y viejo mapa de España. Un destino, Zaragoza.
Sabía algo de español, lo había aprendido en Senegal. Me gustaba pasear, El Coso, calle Alfonso...sentir el calor en la piel, echaba de menos a mi familia, a Senegal, mirar al sol me llevaba allí. Y el tiempo fue pasando.
Sentado en el suelo con los ojos cerrados, sentí que alguien tropezaba con mi manta, al abrirlos, vi a una chica tirada en el suelo. La miré sonrojado, tire de su mano y la puse en pie. Se fue. No pude sacarla de mi cabeza en todo el día. Al día siguiente la vi de nuevo, se paró a mi lado. Oí gritos, venía la policía, estiré las cuerdas, hice un saco con todo y salí corriendo. Me giré mientras corría, ella iba detrás, corriendo, hasta que paramos cuando nadie nos seguía.
Le pregunte porque, ella no lo sabía, los dos nos miramos y nunca dejamos de hacerlo.
