Desbordando cariño
Antes de que me dé cuenta, hemos llegado. Me incorporo con prisa y bajo la escalera del tren, emocionada. Piso el andén y allí está él, con esa sonrisa disimulada tan suya y los ojos desbordando cariño. Tiene una rosa en la mano, que me ofrece tímidamente, mientras me coge la bolsa que cargaba en mi mano.
- Puedo llevarla yo, ¿sabes? le hago entrever mientras asgo la flor. Es roja, como cada año, pero esta vez es distinta. Huele a hogar, a familia, a reencuentro, a ese aroma que tanto he anhelado.
- Lo sé, hija, lo sé. Abrígate bien anda, que hace rasca.
Niego con la cabeza, acostumbrada a su tozudez, pero le hago caso. Salimos a la calle y el sonido de la calle me inunda los oídos.
- Odio cuando me despeinas entera, pero Cierzo le susurro al viento no sabes cuánto te echaba de menos.