Raquel González, delegada en Aragón de Médicos Sin Fronteras: "Europa ha dejado de ser el corazón de los derechos humanos"

Periodista especializada en el ámbito humanitario, González (Madrid, 1976) se pone al frente de la oenegé, que cuenta en Aragón con 11.000 asociados.

González visitó esta semana el centro Joaquín Roncal.
González visitó esta semana el centro Joaquín Roncal.
Guillermo Mestre

Siria, Gaza, Yemen, Sudán... Uno no sabe por dónde empezar.

Lamentablemente 2018 está siendo un año con crisis de una gravedad de "emergencia humanitaria", como las define la ONU. En Siria van siete años de guerra y el conflicto se ha atomizado y complicado con diferentes actores. Los servicios sanitarios antes tenían un nivel similar al de España, pero han pasado de hacer intervenciones quirúrgicas complejas a no poder vacunar a los niños.

Son más de 515 muertos en el Mediterráneo en lo que va de año.

En marzo de 2016 la UE firmó un acuerdo vergonzante con Turquía, por el que decidió ignorar el derecho internacional humanitario y los convenios de Ginebra. Antes los países estaban obligados a dar asilo y protección a quienes huían de un conflicto y ahora parece que da igual. Los 27 dejan de ser el corazón de los derechos humanos: blindan la frontera y anteponen la política a las vidas.

Y pensábamos que el malo era Trump...

Hemos estado en la guerra de Yugoslavia, el genocidio de Ruanda, las hambrunas de Etiopía... Pero no respetar el derecho humanitario es un punto de inflexión. Antes, al menos, había cierta postura estética, pero con este cambio se abre la puerta a la impunidad.

Y a aberraciones como atacar hospitales...

En Yemen o Afganistán se bombardean escuelas, mercados y hospitales, que son el último reducto de humanidad en una guerra. Eso se convierte en práctica habitual y no solo por grupos armados irregulares, sino por coaliciones con países occidentales.

El coltán, las farmacéuticas, Bruselas... Siendo maniqueos, ¿aquí quiénes serían los buenos?

Toda la gente indignada con el dolor ajeno. El 95% de nuestros fondos son privados, provienen de cuotas de socios, y eso es esencial para ser independientes. Queremos llegar a la población vulnerable y, si vas con fondos o de la mano de gobiernos, no puedes acceder al territorio. Nosotros atendemos a la población y nos da igual que la zona la controle un gobierno legítimo, los rebeldes, un grupo armado...

¿Cómo es la estructura de Médicos Sin Fronteras en Aragón?

La oenegé está muy enraizada. Aquí tenemos unos 11.000 socios y varias personas trabajando muy duro. Me viene a la cabeza la zaragozana María Simón, que se encarga de las coordinaciones médicas, o Carolina López Led, que es jefa de misión y está en Bangladesh con los refugiados rohinyás que huyen de Myanmar.

¿Estamos inmunizados por ver tantas fotos y documentales sobre escenarios de pobreza?

La sociedad civil no exige la responsabilidad a su gobierno como lo hacía antes. Pero también es verdad que en los peores años de la crisis, la gente ha seguido colaborando y firmando peticiones.

¿Qué más queda hacer para remover conciencias?

"No estamos seguros de que las palabras salven vidas, pero sí tenemos la certeza de que el silencio mata", dijo nuestro expresidente al recoger el Nobel de la Paz en 1999. Lo que tenemos que hacer es no callarnos y dar testimonio de lo que vemos.

Escándalos como los abusos de directivos de Oxfam en Haití dañan la imagen de las oenegés...

Nosotros fuimos preguntados y contestamos con transparencia gracias a los protocolos de control a nuestros 42.000 trabajadores. Estas crisis de credibilidad provocan algunas bajas de socios, pero su número fue anecdótico.

En la Tribuna del Agua, allá por 2008, se advertía de que las guerras del futuro serían por el líquido elemento. ¿Está siendo así?

Preocupa mucho el impacto del cambio climático. Hay zonas en África que se desertizan en apenas 15 años y provocan más hambrunas, movimientos de población y catástrofes meteorológicas.

Guerras, crisis, brutalidad... ¡Hable de algo bonito para acabar!

Lo bueno es que el impacto que tenemos cuando llegamos a la vacunación o la nutrición infantil es enorme. El 80% de los pacientes que atendemos es por enfermedades prevenibles y curables, por lo que se pueden salvar las vidas de 20.000 niños de golpe si las misiones médicas funcionan bien.

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