Más de la mitad de los aragoneses mayores de 85 años viven solos o con su pareja

Una mínima parte (menos del 12%) vive en una residencia. El resto lo hacen con familiares u otras personas que generalmente se encargan de su cuidado.

Más de la mitad de los aragoneses mayores de 85 años viven solos o con su pareja.
Más de la mitad de los aragoneses mayores de 85 años viven solos o con su pareja.
HERALDO

Los avances sanitarios y los cambios en la sociedad han conllevado que en la actualidad buena parte de las personas mayores residan en sus hogares, aunque de manera solitaria. Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), referidos a 2017, en Aragón hay 53.565 personas mayores de 85 años y más del 50% de ellas viven solas o con sus parejas. Este informe también pone de relieve que el 88% de los ancianos de la Comunidad residen en una vivienda, por lo que el 12% restante lo hacen en residencias de mayores. Este último grupo suele estar formado por aquellos con un mayor deterioro físico y cognitivo (puesto que para acceder a las residencias públicas es obligatorio tener, como mínimo, un nivel II de dependencia) o con elevadas rentas (ya que no todos pueden permitirse una residencia privada).

Entre los aragoneses que viven en hogares, una buena parte lo hacen solos. En concreto, hasta 18.500 mayores de 85 años residen en su vivienda habitual sin ningún tipo de compañía. Esto no quiere decir que ninguno de ellos cuente con ayuda puntual, como por ejemplo, un hijo que se encargue de determinadas labores del hogar o que salga con ellos de paseo. Sin embargo, en muchos de estos casos no se tiene este tipo de compañía. “Cada vez más personas mayores viven de manera autónoma, lo cual es un avance; pero a la vez cuentan con menos lazos afectivos a su alrededor, una combinación que se convierte en factor de riesgo de sufrir soledad no deseada”, advierte la Fundación Amigos de los Mayores. Desde esta organización, dedicada a paliar la soledad de las personas mayores, recuerdan que la soledad no deseada puede generar deterioro cognitivo, depresión, pérdida de movilidad, enfermedades cardiovasculares y mortalidad temprana.

El catedrático en Sociología de la Universidad de Zaragoza Carlos Gómez recuerda que existen varios perfiles de mayores que viven solos. Por un lado se encuentran aquellos que residen en el medio rural: "Son pensionistas con escaso nivel de ingresos, con pocos gastos, pero con un nivel relacional generalmente satisfactorio. Están solos pero acompañados por sus amigos y vecinos". Por otro lado, los que viven en un entorno urbano, donde existen dos situaciones predominantes: algunos ancianos acuden a centros de día o espacios públicos donde se relacionan con otra gente y otros "están enfermos y la propia enfermedad les impide relacionarse socialmente y poder salir de casa... por lo que su única compañía es la televisión".

Otro volumen importante de la población de más de 85 años (11.800) convive con su pareja sentimental (que seguramente tendrá una edad similar). De este modo, aunque tienen compañía y, por lo tanto, no sufren una soledad indeseada, continúan estando expuestos a los riesgos típicos relacionados con su edad. Ejemplo de ellos son las caídas que pueden sufrir y en las que probablemente su pareja tampoco les pueda ayudar. En estos casos son indispensables servicios como la teleasistencia para que puedan avisar de cualquier complicación.

Desde el Ayuntamiento de Zaragoza trabajan para intentar mejorar la atención a este colectivo. De hecho, este mismo mes se ha presentado un servicio de seguimiento de accidentes de personas de mayores. A partir de ahora, ante estas situaciones se activará un protocolo interno por el que el agente de la Policía Local avisará al equipo socio-sanitario (integrado por perfiles como auxiliares de enfermería, trabajadores sociales y de terapia ocupacional) para valorar cada situación situación. El objetivo es prevenir el número de caídas y realizar un seguimiento de los casos.

Un 30% viven con la familia u otra persona al cargo

A pesar de que un volumen importante de los mayores viven solos o con la compañía de su pareja, hay otro porcentaje considerable que conviven con terceras personas. Según los últimos datos publicados por el INE, un total de 3.600 aragoneses viven con sus hijos. Por su parte, hasta 1.300 mayores de 85 años residen con su pareja y un descendiente; mientras que 9.100 formaban parte de un núcleo familiar que convive con otros que no pertenecen a la familia. En estos casos puede tratarse de personas contratadas para cuidar a los mayores o simplemente de otra forma de compartir piso y, por lo tanto, gastos.

El resto (cerca de 3.000 aragoneses) viven con alguien que no forma un núcleo familiar entre sí o residen en hogares con dos o más núcleos familiares. Estos datos demuestran cómo la sociedad ha cambiado en las últimas décadas. "Cada vez hay más personas mayores por el aumento de la esperanza de vida. Además hay otros dos determinantes que contribuyen a ello: el descenso del número de hijos por familia y la crisis del mercado laboral, que provoca que estos hijos deban desplazarse a las localidades donde hay empleo", recuerda el catedrático en Sociología de la Universidad de Zaragoza.

¿Decisión u obligación?

A pesar de que en muchas ocasiones se entiende que la soledad no es deseada, también puede ser que algunas de estas personas mayores de 85 años hayan decidido voluntariamente mantener su autonomía. De hecho, hoy en día más del 11% de los aragoneses viven solos, lo que provoca que cerca del 30% de los hogares de la comunidad autónoma sean unipersonales. Estos datos son los más elevados que se han registrado en los últimos cinco años (desde que se utiliza la misma metodología para llevar a cabo esta estadística).

Este incremento se ha producido por el cambio en la forma de vida y los intereses de la sociedad. "Muchas personas jóvenes deciden vivir solas y no se plantean la vida de pareja; mientras que se está registrando un incremento de las rupturas matrimoniales. De este modo, más aragoneses acaban viviendo solos en su vejez", recuerda Gómez. Teniendo en cuenta todas estas tendencias, es improbable que el número de hogares unipersonales (tanto de población más joven como anciana) descienda en los próximos años.

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