Las grandes crecidas del Ebro en Aragón: más de seis metros a su paso por Zaragoza

Son varias las avenidas del río Ebro en los últimos años que han provocado miles de hectáreas anegadas y graves pérdidas económicas.

Crecida del río Ebro a su paso por Zaragoza
Crecida del río Ebro a su paso por Zaragoza
José Miguel Marco

Las grandes riadas del Ebro han asolado desde siempre las localidades ribereñas en Aragón en numerosas ocasiones desde mediados del siglo pasado.

La mayor avenida registrada del siglo XX fue la de 1961. HERALDO titulaba en su portada del día 3 de enero de 1961: "Toda la Ribera del Ebro, bajo las aguas". Un total de 6,3 metros sobre su nivel normal llevaba el río por Zaragoza, y un caudal de 4.130 m3/seg. La localidad de Pradilla tuvo que ser evacuada ya que quedó cercada por las aguas. Un helicóptero tuvo que salvar de una torre de cabañas a once personas aisladas.

Otra gran riada del Ebro llegó el 4 de febrero de 1978. La crecida obligó a desalojar a varios vecinos de sus viviendas, cercó diversos pueblos e inundó miles de hectáreas de tierra. El río alcanzó más de un kilómetro de anchura en algunos puntos.

La crecida del Ebro más grande desde 1961 fue la sufrida el 6 de febrero de 2003; cientos de vecinos de la Ribera Alta del Ebro se vieron obligados a desalojar sus viviendas ante el peligro de inundación. Unas 1.500 personas de seis localidades especialmente afectadas (Novillas, Gallur, Pradilla, Boquiñeni, Alcalá de Ebro y Cabañas) tuvieron que responder de este modo a la alerta de máximo riesgo. La primera en perder el pulso con el agua fue Pradilla, que quedó anegada. De poco sirvieron los esfuerzos de cientos de personas, el trabajo de decenas de máquinas pesadas y los más de 60.000 m3 de tierra invertidos en reforzar las defensas del pueblo.

La crecida llegó a Zaragoza dos días después, con una cota máxima de 5,73 metros y un caudal de 2.957 m3/seg. La riada de 2003 tuvo más semejanza con las de 1978 y 1981; sin embargo, los efectos fueron mucho peores en barrios y localidades cercanas a la ciudad aguas arriba. Los ciudadanos se echaron a la calle para observar cómo evolucionaba el caudal del Ebro. El río llegó a cortar materialmente el Tercer Cinturón e inundó muchos garajes en Vadorrey, Actur y el Arrabal, además de varios colegios en la Almozara; se produjeron cortes de luz y, paradójicamente, también de agua.

Los vecinos del barrio rural de Alfocea vivieron grandes momentos de tensión, al quedarse aislados desde las 4 de la mañana del resto de la ciudad. El Burgo, Fuentes, Quinto, Pina, Gelsa o Nuez fueron las localidades más afectadas, aunque también hubo problemas en Osera, La Zaida o Sástago, entre otras. El panorama final fue desolador: miles de hectáreas de cultivo anegadas, desalojos, carreteras, calles cortadas y numerosas casas de campo aisladas.

A principios de abril de 2007, otra crecida del Ebro provocó que 11.000 hectáreas de cultivos resultasen afectadas y las pérdidas fueran de más de 40 millones de euros. Las localidades de Novillas y Pina de Ebro fueron las más dañadas. De hecho, la Ribera Baja sufrió de manera especial; el reventón en un dique de la margen derecha situado a la altura de Fuentes obligó a cortar la carretera autonómica A-1007, que comunica la N-II y la N-232 a través del puente de Pina. Además, cientos de hectáreas quedaron bajo las aguas, tanto en la zona en la que se produjo la rotura como en el resto de huertas de la ribera.

Cuando aquella riada llegó a Zaragoza, fue preciso levantar una segunda mota preventiva en el Parque del Agua; aún faltaba más de un año para que comenzara la Expo. También protegieron con escollera la zona del frente fluvial de las plazas temáticas, para evitar que la velocidad erosionase esa parte inundable del recinto. Por último, se reforzó el bulevar de Ranillas para evitar que el agua pudiera llegar a dicha avenida.

Las intensas lluvias registradas a finales de mayo de 2008 obligaron a contener la respiración a todos los responsables de la Expo, a poco más de una semana de la ceremonia de inauguración. Los zaragozanos compartieron la angustia del equipo organizador al ver que apenas una semana antes de alzarse el telón, la estrella de la inauguración -el iceberg- estaba inundada, y el pabellón de barro lucía seriamente amenazado.

Habría que esperar hasta el 17 de enero de 2013 para hablar de otra importante crecida del Ebro en la provincia de Zaragoza, provocada por las intensas precipitaciones caídas al norte de la cuenca. Tal y como se esperaba, se anegaron miles de hectáreas de cultivo, en esta ocasión sin afectar a los núcleos urbanos. Dos voluntarios del grupo de Protección Civil de la comarca Ribera Alta del Ebro cayeron al río cuando trataban de auxiliar a un par de vecinos de Torres de Berrellén, que habían volcado sus lanchas. El suceso, que pudo haber desembocado en tragedia, terminó afortunadamente en un susto. Este año se produjeron cinco avenidas en el río Ebro de enero a junio. El 12 de junio la crecida arrastró el embarcadero de la Expo hasta el azud.

La riada más dañina desde 2003 fue la de 2015. Las previsiones se quedaron cortas, y la crecida del Ebro mantuvo en alerta máxima a miles de vecinos de toda la ribera zaragozana. La mayor angustia se vivió en Pradilla y Boquiñeni, donde 1.400 personas fueron desalojadas ante el grave riesgo que corría el casco urbano de ambas localidades; la avenida extraordinaria llevaba menor caudal que la de 2003, pero el nivel del agua era mayor por la acumulación de sedimentos del río.

Los municipios afectados una y otra vez por estas desgracias llevan tiempo exigiendo la limpieza de estos sedimentos y de las orillas; tras esta crecida, la indignación colectiva terminó por estallar. El río anegó miles de hectáreas en la ribera baja, inundó la A-1107 -aún en obras-, llegó a hundir la autopista autonómica (ARA-1) en Villafranca y convirtió a Pradilla y Boquiñeni en islas.

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