Estación del Norte

XII Concurso de relato breve de Heraldo
XII Concurso de relato breve de Heraldo

Viajar en tren me produce melancolía. Será porque lo asocio a la Estación del Norte de Zaragoza, la vieja estación de mi infancia, que ahora aparece en sepia en mi memoria.

Todo era grande. Las puertas y las ventanas, siempre abiertas en verano y, en invierno, haga el favor de cerrar que hace frío. La sala principal, mal iluminada con bombillas que pendían de techo con la única protección de sombreros metálicos. Bancos de madera para esperar y un cartel de Nitrato de Cal de Noruega en la pared. Algunos despachos misteriosos y ventanillas, tras las que había un funcionario color Renfe, que te atendía mirándote a la cara. Entonces las únicas pantallas eran los ojos de la gente.

El verdadero protagonista era un enorme reloj, del que todos estaban pendientes. Nadie anunciaba próximas partidas y cada uno era responsable de su viaje.

Entonces las estaciones se parecían todas, pero eran diferentes a los aeropuertos y los tanatorios. Ahora todo es igual.

Lea todos los relatos que participan en el concurso.

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