Recompensa a la integración y a la eliminación de las barreras

La Fundación DFA ha entregado este míercoles sus premios al centro ESIC, al Ayuntamiento de Añón de Moncayo, a Carlos Guerrero y a Tomás Mainar.

Los premiados Tomás Mainar, José Mª Vijuesca, Carlos Guerrero y Javier González con Marta Valencia, presidenta de DFA.
Los premiados Tomás Mainar, José Mª Vijuesca, Carlos Guerrero y Javier González con Marta Valencia, presidenta de DFA.
Toni Galán

Crear una Comunidad que avance sin dejar a nadie atrás. Es el motivo de la lucha incesante de la Fundación DFA, que ha otorgado este miércoles sus premios Zangalleta, que en su XXIV edición recayeron en la Escuela de Negocios y Centro universitario ESIC, el Ayuntamiento de Añón de Moncayo y a título personal en Carlos Guerrero y Tomás Mainar. De esta forma, se reconoció la labor de estas instituciones y personas en la inclusión y defensa de los derechos de quienes tienen discapacidad.

"Las diferencias nos enriquecen y nos hacen evolucionar como personas y sociedad". Así comenzó la presidenta de DFA, Marta Valencia, el discurso inicial de este evento. En la celebración las emociones estuvieron a flor de piel, sobre todo al recordar a José Miguel Monserrate, presidente de la Fundación que falleció en 2016 y a Manuel López, rector de la Universidad de Zaragoza, que murió el mes pasado y que luchó para que las personas con discapacidad pudieran estudiar en las mismas condiciones en el campus aragonés.

Uno a uno, los galardonados subieron al escenario, pero antes, DFA quiso recordar qué méritos les habían llevado hasta allí. "En los años 70, Carlos Guerrero quiso romper el techo de cristal de las personas con discapacidad intelectual. Una decisión difícil y arriesgada", explicó Juan Carlos Castro, miembro de la entidad, antes de que el premiado recogiera la estatuilla. Guerrero creó el colegio de Los Pueyos, donde trabajó insaciablemente para que estas personas participaran en la sociedad en condiciones de igualdad. Los Zangalleta subrayaron también la labor del Ayuntamiento de Añón de Moncayo, donde desde hace 17 años la Fundación goza de un centro recreativo donde pueden disfrutar de la naturaleza. "Les dejamos la instalación y vivimos momentos con ellos. Estamos muy contentos por este galardón", expresó el alcalde de la localidad, José María Vijuesca.

No obstante, para vivir en una sociedad integradora es fundamental la supresión de barreras. Por este mismo motivo, fue premiado el centro ESIC. Su ubicación, en el colegio de las Misioneras del Sagrado Corazón, hizo que se acometieran numerosas obras hasta lograr el certificado de centro accesible universal. "Cualquier persona con diversidad funcional es capaz de estar en nuestras instalaciones y normalizar su vivencia con nosotros", destacó su director, Javier González.

En último lugar, se premió a Tomás Mainar, que durante los últimos 25 años fue responsable de los centros asistenciales de DFA. "No es un reconocimiento solo para mí, sino colectivo por todo el esfuerzo que hemos hecho los trabajadores y voluntarios", señaló Mainar.

El acto fue clausurado por la consejera de Ciudadanía y Derechos Sociales, María Victoria Broto, y el Justicia de Aragón, Fernando García Vicente.

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