La CHE extrema la vigilancia ante posibles crecidas provocadas por el deshielo

La  Confederación Hidrográfica del Ebro(CHE) está ya "alerta" ante las posibles crecidas que pueda provocar el deshielo. Ramón Lúquez, técnico de explotación de la CHE, asegura que, aunque a corto plazo no se prevén episodios de relevancia, "hay indicios" que invitan a estar "especialmente vigilantes" en las próximas semanas. No descarta, de hecho, que pueda producirse una riada similar a la de 2015, ya que existe una "importante" cantidad de nieve acumulada en el Pirineo y las temperaturas irán a partir de ahora en aumento. Esto, sumado a unas precipitaciones "intensas" durante dos o tres días, podría causar "problemas" a los municipios de la cuenca.

El mes de abril, y sobre todo mayo, serán "claves", ya que está por ver si el deshielo se produce de forma brusca o moderada. "En las últimas semanas, las reservas de nieve han aumentado. Lejos de disminuir, cada vez hay más riesgo de que, si se dan unas precipitaciones asociadas a un aumento de temperatura, toda esa nieve baje de golpe", razona.

Lúquez admite que, como sucede los años en que se almacenan estos niveles de nieve –que esta semana han alcanzado nuevos máximos y se han situado por encima de los 302 hectómetros cúbicos equivalentes de agua en cuencas como la del Ésera–, "existe la posibilidad" de que se produzcan avenidas como la de 2015. "Esto no quiere decir que se vaya a producir una forzosamente, pero es un riesgo y hay que estar vigilantes", dice.

El 23 de febrero, el Ebro alcanzó los 1.064 metros cúbicos por segundo a su paso por Zaragoza. Esta semana, el río se ha mantenido en el entorno de los 700. No obstante, se espera que las precipitaciones registradas en las últimas horas eleven el caudal.

La CHE trabaja en colaboración con la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) para anticiparse a posibles avenidas. A principios de marzo, de hecho, tuvo que decretar una primera alerta por deshielo en el Pirineo oscense.También controla lo ya deshelado y la evolución de las reservas nivales.

En las últimas semanas, el caudal del río Aragón ha alcanzado los 600 hectómetros cúbicos. También se han producido repuntes en el Gállego. Hasta ahora, no obstante, se han mantenido "dentro de los valores habituales".

La Confederación, explica Lúquez, mantiene "zonas de resguardo" en los embalses, espacios sin llenar que contribuyen a evitar problemas en caso de que se produzcan lluvias intensas. Son, sin embargo, "muy pequeños" en comparación con los volúmenes de nieve que podrían llegar a bajar. "En estos casos es importante coordinarse ante posibles avenidas para que no se junten las puntas en un mismo momento y causen daños aguas abajo.Siempre hacemos todo lo posible para minimizar los daños, dentro de que no dependemos de nosotros mismos", manifiesta.

La situación de los embalses

Pese a todo, no existen garantías de que toda esta nieve vaya a convertirse en agua. "Parte puede pasar directamente a estado gaseoso", apunta Lúquez. Señala, asimismo, que un deshielo moderado sería beneficioso para los embalses, ya que ayudaría a recargarlos ahora que la mayor parte de las comunidades de regantes han comenzado las campañas. La mayoría de los del Pirineo están ya "llenos" y la evolución del embalse del Ebro, imprescindible para la campaña del Canal Imperial, es "fenomenal", pero la situación sigue siendo complicada en la margen derecha. "La Tranquera y el Guadalope están mal. En el primer caso apenas entra un hectómetro cúbico por semana.Va a haber problemas para mantener una campaña con normalidad", añade el técnico.

Lo peor, no obstante, está "en el sur de Zaragoza". "La situación sigue siendo dramática. En Las Torcas hay un hectómetro cúbico simplemente. Eso no va a permitir salvar nada más que algún cultivo, ya que también hay que cumplir con el caudal ecológico. Es una situación que se arrastra desde hace ya varios años. Existe una sequía prolongada y muy grave", reconoce.