Aísa, excursión entre cascadas por el río Estarrún

Un rico patrimonio y una deslumbrante naturaleza caracterizan el valle de Aísa. En esta época de primavera, atravesarlo siguiendo el cauce del río Estarrún permite asistir al espectáculo de sus cascadas.

En varios tramos del río Estarrún se forman pozas idóneas para darse un refrescante baño.
En varios tramos del río Estarrún se forman pozas idóneas para darse un refrescante baño.
Ayuntamiento de Aísa

La belleza de su entorno y de la propia localidad de Aísa hacen aconsejable una visita en cualquier época del año. Pero con la llegada de la primavera, el municipio ofrece algunas de sus más hermosas estampas. Esta época es uno de los mejores momentos para realizar una excursión por el valle, aprovechando el recorrido que discurre paralelo al río Estarrún. Con el deshielo, las cascadas que se van formando a lo largo del cauce bajan plenas y ofrecen un bonito espectáculo de agua y la tierra se despierta llenando de flores las praderas.

Así, podría proponerse una sencilla excursión que puede continuarse si el tiempo y las ganas lo piden. El primer tramo se puede hacer en coche, saliendo de la propia localidad de Aísa por la carretera, en dirección norte hasta que aparece un desvío que se adentra en la cabecera del valle. Sigue la pista asfaltada, por lo que puede continuarse en coche durante un tramo de unos 6 km, remontando el valle hasta el paraje de La Cleta, donde una verja impide la circulación. El coche puede dejarse en la zona de párquin y comenzar entonces a pie el recorrido hacia el puerto de Aísa.

Hasta el GR 11

El primer tramo, de 1,5 km y una hora aproximada de duración es una bonita excursión que puede realizarse sin esfuerzo, salvando un desnivel de 230 a lo largo del recorrido. Tras diez minutos de caminata, se llega al paraje en el que se unen los barrancos de Igüer y Rigüelo. La senda continua por el primero de los barrancos, entre zonas de cascadas hasta llegar al circo de Igüer. Un sendero a mano derecha sube hasta llegar al cruce con el GR 11, que junto con el GR 15 y el GR 65.3, del Camino de Santiago, son los senderos que atraviesan el valle del Aísa.

Si seguimos hacia el este, llegaremos a Canfranc. Por el oeste, el sendero nos dirige hasta el refugio de Lizara, pasando por el ibón de Izagra. A escasa distancia sale un ramal que lleva hasta el dolmen de Izarra. De época neolítica, se trata de un monumento funerario datado en el siglo III a. C.

En el último tramo de la carretera que lleva a la cabecera del valle se encuentra el área zona recreativa de Abi, desde donde se puede llegar caminando a la zona de Laña, con la fuente del Fulco, y seguir por Repafaita, de regreso en ruta circular.

También en las inmediaciones de Aísa pueden realizarse paseos, como el que lleva al antiguo lavadero, apenas a cinco minutos de casco urbano, y acondicionado ahora como zona de descanso; o, en una caminata un poco más larga, el que nos conduce por el GR 15 hasta el que fuera el molino de la localidad, a través de un sendero interpretativo de la flora y fauna del entorno. La zona de Santa Juliana, con sus piscinas y otras instalaciones deportivas, ofrece más alternativas para el ocio.

Candanchú, Esposa y Sinués

Dentro del término municipal de Aísa se integran los núcleos de Esposa, Sinués y Candanchú, con su estación de esquí, la primera fundada en España (en 1928).

Un tramo del sendero GR 15 conduce de Aísa a Esposa, coincidiendo con el antiguo camino de herradura que conectaba ambas poblaciones. Se trata de un atractivo y sencillo paseo lineal, de unos 2 km, que discurre en su mayor parte entre campos y praderas, que constituyen el apacible paisaje de esta localidad.

El núcleo de población de Sinués conserva importantes testimonios de la tradición arquitectónica de la zona, destacando su torreón del siglo X, con cadalso de madera, y la iglesia parroquial de la Asunción, llena de encanto y uno de los pocos ejemplos de arquitectura gótica de la Jacetania. A 2,5 km de la población se respira la historia en la ermita de San Andrés, donde se educó Alfonso I El Batallador.

Tejados de pizarra y chimeneas troncocónicas

A 1.045 metros de altitud se alza el nucleo poblacional de Aísa, cuyos orígenes se remontan al siglo XI, cuando nació bajo la dependencia del monasterio de Santa Cruz de la Serós. El casco urbano conserva fielmente, y en buen estado, la mayoría de su caserío, manteniendo el estilo de la arquitectura popular de montaña. Tejados de pizarra, genuinas chimeneas troncocónicas y fachadas de piedra cara vista armonizan dentro de un casco urbano respetuoso con la tradición, incluso en las nuevas construcciones. Su iglesia parroquial, erigida bajo la advocación de la Asunción, es un templo barroco, levantado en el siglo XVIII.

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