"¡Rajoy, escucha, devuélvenos la hucha!"

El presidente recorrió el centro de Teruel entre aplausos, besos y selfis, pero con la reivindicación de mejoras en las pensiones, la seguridad, las carreteras y el tren, de fondo.

Rajoy recorrió a pie la calle de San Juan y la plaza del Torico –en la foto– arropado por decenas de simpatizantes.
Rajoy recorrió a pie la calle de San Juan y la plaza del Torico –en la foto– arropado por decenas de simpatizantes.
Jorge Escudero

Quizá el presidente no los oyó, porque fueron confinados por la Policía en los soportales de la plaza de San Juan más alejados del antiguo Banco de España, donde se celebraba el acto. Pero una treintena de manifestantes recibieron a Rajoy reclamando con pitos y gritos la mejora de las pensiones y más seguridad en el medio rural. "¡Rajoy, escucha, devuélvenos la hucha!", jaleaban integrantes de la Plataforma Turolense de Pensionistas. Junto a ellos, un grupo de jóvenes, amigos del ganadero andorrano José Luis Iranzo, asesinado en diciembre por Igor el Ruso al igual que dos guardias civiles, exhibía una gran pancarta en la que se leía: ‘Por vosotros, por nosotros, porque no se vuelva a repetir’.

Quienes sí pudieron acercarse a Mariano Rajoy fueron las decenas de personas que desde las doce del mediodía y pese al viento helador permanecían apostadas a escasos metros del Banco de España para poder saludarle cuando saliera, algo que no se produjo hasta las dos de la tarde. "Para una vez que viene a Teruel, yo, un beso sí quiero darle", decía Martina, vecina de la ciudad. Su amiga, Benilde, tenía menos aspiraciones: "Yo, con verlo, ya soy feliz".

Una nube de turolenses envolvió a Rajoy nada más iniciar este un paseo a pie por la calle de San Juan, "la más larga del mundo", según le explicaría poco después y en clave de humor la alcaldesa de la ciudad, Emma Buj, en alusión a que son tantos los encuentros entre vecinos que se producen en esta céntrica vía que conduce hasta la emblemática plaza del Torico, que cuesta mucho tiempo recorrerla en su totalidad.

Entre aplausos y gritos de "¡presidente, presidente!", varias personas se abalanzaron sobre él para hacerse selfis, estrecharle la mano y besarlo en la cara, incluso una mujer le regaló un souvenir que reproducía la fuente del Torico. "Me encantaría que la pusiera en su despacho", le dijo. Rajoy, sin apenas poder dar un paso, complació a todos con la mejor de sus sonrisas y hasta escuchó atentamente a un jubilado de Bueña –uno de los pueblos más pequeños de la provincia, con 60 vecinos–, Mariano Rubio, que tras atraer su atención llamándole insistentemente "¡tocayo!" le pidió que arreglara cinco kilómetros de la carretera que une dicha localidad con la de Villafranca del Campo, que están en muy mal estado.

El presidente se encontró con un montón de escolares que le pidieron autógrafos y con los cuales empatizó mucho. "¡Choca esos cinco!" le dijo a un chaval antes de hacer el gesto correspondiente, que tuvo que repetir con varios chicos y chicas más. "A estudiar mucho y a portarse bien", les aconsejó. Igualmente, un grupo de estudiantes de un colegio teresiano de Zaragoza que visitaban Teruel y se encontraron por sorpresa con Rajoy no desaprovecharon la ocasión para fotografiarse con él. "¿Me puede dar dos besos?" preguntaba entre chillidos y con gran entusiasmo una joven.

"Empleo –le pidió una mujer de mediana edad– para la juventud que sube" mientras un hombre le espetaba que no hubiera utilizado el tren –un medio de transporte muy deficiente en Teruel y que es objeto de múltiples reivindicaciones ciudadanas desde hace décadas– para viajar de Madrid a la capital turolense. Y es que Mariano Rajoy vino y se fue en avión, aprovechando las instalaciones aeroportuarias de Caudé, donde la empresa francesa Tarmac opera como industria de reciclaje y mantenimiento de aeronaves con una buena rentabilidad en los apenas cinco años que lleva de funcionamiento.

"No te dejes gobernar"

Durante el paseo, otra señora se acercó para estrecharle la mano e intercambiar unas palabras y antes de despedirse le ordenó a plena voz: "No te dejes gobernar por el ‘coletas’". Ya en la plaza del Torico, Mariano Rajoy, flanqueado en todo momento por la alcaldesa, Emma Buj; el presidente del Partido Popular en Aragón, Luis María Beamonte; el presidente provincial del PP, Joaquín Juste; y el alcalde de Alcañiz, Juan Carlos Gracia, admiró la fuente con la escultura del famoso astado.

El presidente del Gobierno tuvo ocasión de degustar los productos de la tierra. En el bar Segunda Avenida él y sus acompañantes se tomaron un vino y unas tapas de jamón y queso dejando "los platos limpios", según explicaron desde el establecimiento. La comitiva se desplazó acto seguido al restaurante Mesón Óvalo, donde Rajoy apostó por una parrillada de verduras y diversos entrantes con el sello de Teruel. Ni aquí se libró de firmar autógrafos, pues una niña de apenas 7 años le pidió una dedicatoria para su colegio, Las Viñas, que cumple 50 años.

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