"Fue muy chocante ver la brecha rural y las diferencias entre poblaciones"

Miguel Falo, graduado en magisterio, viajó a Perú.

Miguel Falo en la facultad de Educación.
Miguel Falo en la facultad de Educación.
Guillermo Mestre

La aventura de Miguel en Chiclayo (Perú) empezó con bastantes contratiempos. La temporada de lluvias hizo que el curso escolar se retrasara varias semanas y las prácticas en el colegio con los niños se convirtieron en labores de mantenimiento y desinfecciones. Más tarde fueron a una aldea de Monsefú donde residían 15 niños –de los 15 a los 18 años– que provenían de familias desestructuradas. Allí hicieron actividades de tiempo libre y repaso escolar: "Disfruté mucho de estar allí, pero no era lo mismo que dar clases en el colegio", admite Falo.

Manualidades, yincanas, teatro, juegos populares de Aragón y Sudamérica y repaso escolar –aunque de esto un poco menos– conformaban el día a día en el poblado. "En mi caso, ayudé a una chica a prepararse una prueba de acceso de FP", explica el graduado de Magisterio, quien lamenta la cuantía de la beca que recibió. "Hay pocas ayudas y solo cubren el avión", comenta. No obstante, aprovechó su periplo por Perú para recorrerlo de una punta del país a la otra.

Entre las diferencias que encontró destaca el nivel educativo. "Tienen un planteamiento pedagógico es más prescriptivo que el de España, es más novedoso porque trabajan por centros de interés", reconoce Falo. "Pero tienen problemas sociales que afectan a la educación", añade. "Hay una brecha rural enorme. No tiene nada que ver Lima, con el resto de ciudades ni con el entorno rural", afirma el joven. Además tiene claro que "volverá en un futuro no muy lejano" e incluso baraja la posibilidad de trabajar como maestro en el país latino.

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