Beranuy, apuesta de supervivencia del medio rural

El municipio está amparado por el monumental monasterio de Obarra, uno de los grandes centros religiosos de Ribagorza en la época de mayor esplendor del histórico condado pirenaico.

Situado en pleno corazón del territorio ribagorzano, a la vera del río Isábena y al amparo del totémico pico del Turbón, la historia parece haber pasado de largo por estas tierras que en la Alta Edad Media fueron la piedra angular de un territorio que estuvo en el germen creador del reino de Aragón.

Desde entonces –hace casi mil años ya– han pasado muchas cosas pero pocas de ellas han devuelto a estas tierras el papel protagonista que una vez tuvieron. Ahora, sus despoblados y localidades envejecidas son una palmaria representación de esa España vacía que tan bien definió Sergio del Molino. Estamos hablando, además, de una tierra largo tiempo aislada o mal –pésimamente– comunicada, en la que el congosto de Obarra supuso hasta anteayer mismo una barrera que parecía infranqueable. En los setenta aún estaban en marcha los trabajos de culminación de la A-1605, eje vertebrador del valle del Isábena que se demoró durante décadas, favoreciendo una incomunicación denunciada desde ‘La voz del Isábena’, órgano de la sociedad procarretera Lascuarre-Vilaller, editado en la vecina localidad de Serraduy entre 1927 y 1929. La apertura de la carretera agilizó el éxodo de los vecinos, que pudieron así huir en busca de horizontes más prometedores.

La de la carretera inconclusa no es la única afrenta que han soportado los vecinos de este municipio ribagorzano en los últimos tiempos. En una decisión administrativa tan inexplicable como inexplicada, el municipio pasó a denominarse oficialmente Veracruz en 1966, cuando se produjo la unión de los antiguos municipios de Beranuy y Calvera; de esa guisa ha sido motejado hasta que en 2011 el pleno municipal decidió atender la opinión unánime de los vecinos y recuperar el nombre de Beranuy.

Con una buena carretera general y ramales de acceso a los distintos núcleos que permiten moverse a lugareños y visitantes con relativa comodidad por el término municipal, con riqueza patrimonial y ambiental y varios proyectos de desarrollo turístico y agroganadero en marcha, las perspectivas de futuro se abren para este municipio que comprende los núcleos de Biascas de Obarra, Pardinella, Beranuy, Morens, Herrerías de Calvera, Calvera, Ballabriga y los despoblados de Raluy, Castrocit y Morens.

De esta realidad es muy consciente el restaurador y agricultor Javier Mentuy, responsable del restaurante Obarra, toda una referencia gastronómica y social en la zona. Javier reconoce que aquí la vida "dura" y que hay que tocar muchas teclas para sacar adelante la aventura vital de quedarse en este territorio, lastrado por la pérdida de población y por la alta edad media de los residentes.

"Estamos compaginando la hostelería con la agricultura, y mi mujer trabaja en Graus, con lo que nos podemos mantener en el pueblo", resume Javier, quien ha apostado por una agricultura de primor para singularizar su propuesta ya que, recuerda, "aquí las fincas son pequeñas, la tierra no da mucho cereal y hay que apostar por la calidad del producto".

Así las cosas, Javier decidió dar un giro a la agricultura tradicional que se desarrollaba en la zona. "Hacemos hortaliza en la montaña, judía verde, tomate rosa, calabacín y patata, aprovechando las características del territorio y el agua tan limpia que tenemos", explica apuntando que, debido al clima y a su cultivo por encima de los 1.000 metros de altitud, el producto final no es de mucho rendimiento por hectárea; quizá precisamente por eso sí se logra una calidad excelente. La aventura comienza a dar buenos resultados, y Javier está consolidando mercados para su producción tanto en el entorno más cercano de la comarca como en Barbastro o Huesca.

El turismo

La otra pata de banco de su apuesta personal por seguir viviendo en el municipio es el turismo. Desde hace unos años, Javier ha tomado el relevo de sus padres al frente del hotel-restaurante Obarra, también conocido en la zona como La Cuadreta, que tiene acrisolada fama por su excelente cocina y trato con el visitante. "Pasamos unos años malos con el inicio de la crisis, pero de tres años a esta parte se vuelve a notar alegría en el tema de la restauración", comenta apuntando que el turista tipo que visita la zona es el veraniego y el de fin de semana, aunque en invierno el cinegético genera también un notable movimiento. "Lo que va a menos es la afición a la pesca, que está muy complicada en Aragón; aquí, con un río tan truchero como el Isábena, hace años venían muchos pescadores; ahora no llega casi nadie", se lamenta.

Sí se ha incrementado exponencialmente el turismo vinculado con la naturaleza y, sobre todo a raíz de la apertura de la exigente y espectacular vía ferrata de Obarra, el de los practicantes del montañismo. "También hay que recordar la riqueza micológica de estas tierras, que tiene público fiel tanto en otoño como en primavera, a poco que el tiempo acompañe". Javier no quiere dejar pasar la ocasión para ponderar la riqueza monumental del municipio y su entorno, "desgraciadamente muy poco conocida en Aragón". Muy pocas zonas en nuestra comunidad pueden presumir de ser vecinas de la primera de las catedrales aragonesas, la de Roda de Isábena, contar con uno de los recintos monásticos mejor conservados de la época románica –el de Nuestra Señora de Obarra– o disfrutar de un importante legado patrimonial de la época medieval, civil y religioso: la casa fortaleza de Calvera, el puente de Beranuy sobre el Isábena, la iglesia de Calvera y el campanario de Beranuy, primo hermano de los cercanos del valle de Bohí, considerados Patrimonio de la Humanidad.

"Somos mucho menos de 100 habitantes en todo el municipio con una media de edad muy alta y, si no se remedia, en pocos años nos vamos a pique", entiende Javier quien, no obstante, recuerda que en Calvera se ha instalado una pareja joven con un par de niños "que son una alegría para todos nosotros", han sido varios los jubilados que han hecho de estos pueblos su residencia permanente y se ha reactivado el acondicionamiento de segundas viviendas.

Javier ‘vende’ otras bondades del municipio, amparado por la montaña de Calvera que le mantiene al refugio del viento del norte "haciendo las temperaturas mucho más suaves que en otras zonas vecinas" y que presume de la belleza cantarina de su río Isábena "uno de los pocos del Pirineo prácticamente vírgenes, ya que no soporta obras de regulación".

El Monasterio de Obarra es la joya de la corona; todo un Monumento Nacional

El monasterio de Obarra se encuentra ubicado en un paraje de espectacular belleza, al abrigo de la sierra y desfiladero de La Croqueta. Este antiguo cenobio, el monumento de estilo románico lombardo más completo de los conservados en Aragón, se alza entre un impresionante roquedal a orillas del río Isábena.

Fundado a mediados del siglo IX, aunque algunos estudiosos remontan sus orígenes a la época carolingia o incluso a la visigótica. Obarra es uno de los Monumentos Nacionales más desconocidos por los aragoneses: tiene ese título desde el 3 de junio de 1931, más desconocidos por los aragoneses. Se conservan todavía tres edificios de interés; la majestuosa basílica de santa María, la ermita vecina de san Pablo y los restos del antiguo palacio prioral, que se encuentran enmarcados por un paisaje agreste y de singular belleza. La basílica de santa María es el edificio más espectacular. Empezó a proyectarse a finales del siglo X y fue realizada en su mayor parte por maestros lombardos durante el primer tercio del siglo siguiente gracias al decidido impulso del abad Galindo.

LOS IMPRESCINDIBLES

El puente medieval

Rehecho en varias ocasiones por culpa de las avenidas que, de vez en cuando, embravecen al habitualmente tranquilo río Isábena. Cuenta Madoz que debió ser ampliamente remozado en el XIX; una riada de 1830 se llevó un arco.

El campanario de la iglesia

Es una torre románica de planta cuadrada de varios puntos con vanos de medio punto que, estilísticamente, está directamente relacionada con los campanarios de las iglesias del cercano valle de Bohí.

Vía ferrata Obarra

Una de las más impactantes de Aragón. No es técnicamente muy dura, pero sí exigente por su grado máximo de inclinación y longitud. Los aficionados al montañismo también valoran su verticalidad y espectacularidad.

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