La Puebla de Valverde; la A-23, un filón para el sector hostelero

El restaurante Sierra de Javalambre se ha consolidado como un referente hostelero en las rutas que conectan la cornisa cantábrica con las playas de Levante. Abrió en 2008 y genera 40 empleos.

Goyo Rodríguez, en su restaurante situado a las puertas de La Puebla de Valverde y, al fondo, el monumento a la sierra de Javalambre.
Goyo Rodríguez, en su restaurante situado a las puertas de La Puebla de Valverde y, al fondo, el monumento a la sierra de Javalambre.
Jorge Escudero

"Es un lugar estratégico de la autovía A-23, a medio camino entre Valencia y Zaragoza y en los accesos a las dos pistas de esquí turolenses, en Valdelinares y Javalambre". Goyo Rodríguez explica así el éxito fulgurante de su restaurante Sierra de Javalambre, abierto en 2008 –el año del estallido de la crisis inmobiliaria– en la salida 92 y que gracias a su buena acogida ya ha dado lugar a una ‘sucursal’, el área de servicio de Villafranca del Campo, e incuba una segunda hijuela también en La Puebla de Valverde, aunque en la salida número 100.

El empresario recuerda que cuando decidió con su compañero Santiago Sánchez embarcarse en un proyecto hostelero ambicioso más allá del bar que regentaban en Teruel, llegó a la conclusión de que había un mercado potencial derivado del tráfico de la A-23, que enlaza la cornisa cantábrica y el valle del Ebro con la costa levantina. No se equivocaron porque cada año recalan en el restaurante un millón de personas, la inmensa mayoría de ellos usuarios de la autovía.

La Puebla de Valverde; la A-23, un filón para el sector hostelero

Asegura que La Puebla de Valverde es el punto perfecto para captar automovilistas y transportistas de la A-23 y también esquiadores y turistas que se dirigen a las sierras de Javalambre y Gúdar. El establecimiento, complementado con una estación de servicio, un supermercado y una tienda de deportes, ha generado cuarenta empleos a las puertas del pueblo.

Además de estar situada al pie de la autovía, La Puebla de Valverde cuenta con una estación de ferrocarril, aunque la calidad del servicio, al igual que en toda la línea Zaragoza-Teruel-Sagunto, deja mucho que desear. Cuando Goyo Rodríguez aterrizó aquí tuvo que construir los accesos y las infraestructuras básicas junto a la salida 92. "Levantamos el restaurante en medio de la nada. Hubo que construir la traída de agua y de desagües y la línea eléctrica. Nos decían que estábamos locos por instalarnos aquí, pero al final el tiempo nos ha dado la razón", resume. Equipar el recinto supuso una inversión de medio millón de euros.

A las puertas del establecimiento, el tráfico de camiones y turismos es constante. Llegan de la contigua A-23 y aparcan en la explanada del área de servicio, que tiene capacidad para cien camiones. "Solo encuentran hueco los trailers que llegan pronto", dice el hostelero. Diariamente, pasan por este lugar ochocientos vehículos pesados. En verano, el tráfico de turismos entre el norte peninsular y las costas levantinas es muy intenso y constituye una clientela fundamental para la oferta hostelera. "La autovía es un embudo" para el tráfico del País Vasco, Navarra y Logroño hacía Valencia, señala.

La Puebla de Valverde es, según el empresario, "un buen punto" para las paradas del transporte de largo recorrido. También la temporada de esquí tira de la demanda, aunque se limita a un periodo de dos o tres meses al año y sobre todo a los fines de semana. "El 95% de nuestra clientela se genera en la autovía", resume Goyo Rodríguez. El secreto del éxito radica también en la oferta. "Tenemos un prestigio ganado y la gente sabe que aquí come bien por un precio razonable", remacha.

El refuerzo de la plantilla en los periodos de más demanda es "complicado" de cubrir con empleados de la localidad y de la comarca, que tienen prioridad a la hora de incorporarse a los puestos disponibles. Ocho trabajadores son actualmente de La Puebla de Valverde. "Todos los que quieren trabajar aquí y tienen valía para hacerlo están con nosotros", resume. El impacto laboral se extiende por la comarca de Gúdar-Javalambre con empleados de Manzanera, Sarrión y Mora de Rubielos. En verano, también encuentran hueco estudiantes que se ganan un dinero extra para sus estudios.

Pero el problema de la despoblación, una lacra para la provincia de Teruel en general y para la comarca de Gúdar-Javalambre en particular, también alarga su sombra hasta La Puebla de Valverde. "No es fácil encontrar a gente, sobre todo porque no hay jóvenes aquí", se lamenta el empresario hostelero.

El inmejorable escaparate que supone ser lugar de parada para un millón de viajeros al año lo aprovecha la tienda del restaurante para mostrar una amplía gama de alimentos de calidad con marchamo turolense, como el aceite de oliva del Bajo Aragón, quesos, Jamón de Teruel, embutidos y dulces.

Gregorio se muestra optimista respecto al futuro inmediato con el alivio de la crisis. Detecta que el consumo repunta entre sus clientes, que los viajes aumentan y que el transporte de mercancías también crece. Para aprovechar el tirón, planea construir una nueva área de servicio en la salida 100, en el término municipal de La Puebla, con 2 millones de euros de inversión y otros 40 empleos. La A-23 sigue tirando de la economía.

Una derivación del esplendor modernista de la capital para calmar la sed del pueblo

El florecimiento modernista de principios del siglo XX en Teruel capital tuvo una singular ramificación hacia la vecina localidad de La Puebla de Valverde, que tiene en su fuente de Trucharte, diseñada y construida por el mismísimo Pablo Monguió, el principal arquitecto de aquella corriente artística en la provincia y creador de sus edificios más representativos.

La fuente, construida en la plaza de la Constitución en 1907, fue promovida para cubrir las necesidades de abastecimiento de la población. El diseño, con un elemento arquitectónico central y rodeada de un vallado metálico de líneas curvas, encaja a la perfección con los principios modernistas.

La fuente ofrece su agua en una plaza que cuenta con la iglesia parroquial como su principal referente arquitectónico. El templo se inició en 1505 y se terminó un siglo después. Su estilo oscila entre el gótico tardío de su etapa inicial y el Renacimiento imperante al finalizar la obra. Su espectacular portada manierista es obra de Alonso Fernández Barrio, que está enterrado en el interior del monumento.

Fósiles del Pleistoceno investigados por uno de los ‘padres’ de Atapuerca

El paleontólogo Emiliano Aguirre, uno de los descubridores e investigadores del archiconocido yacimiento de Atapuerca (Burgos), excavó en los años setenta del siglo XX el enclave de Rocha de la Noguera en La Puebla de Valverde. Aguirre, poseedor del premio Príncipe de Asturias, encontró en La Puebla restos de diversas especies de animales que poblaron la tierra hace dos millones de años. Además, en 1998, regresó con motivo de una nueva ronda de excavaciones llevada a cabo por la Universidad de Zaragoza.

Entre otros materiales, la Rocha de la Noguera ha aportado restos fosilizados de 200 individuos de 19 especies. Entre ellos hay ciervos, gacelas, caballos, hienas, zorros y linces. Una de las piezas más singulares es un molar de mono. Los fósiles se pueden ver actualmente en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, el Instituto de Paleontología Cursafon de Sabadell, el Museo Nacional de Paleontología de París y el Museo de Paleontología de la Universidad de Zaragoza. No hay ninguna pieza en la localidad, aunque su alcaldesa, María Ángeles Izquierdo, no renuncia a contar con un centro expositivo que ilustre al visitante sobre la singular riqueza paleontológica local.

LOS IMPRESCINDIBLES

Producción jamonera

El secadero Aire Sano es una de las principales fuentes de trabajo de La Puebla con sus 50 empleos y una producción de 500.000 piezas al año. Cuando se construyó, a finales de los años ochenta, era el más grande de la provincia.

Una foto con historia

Robert Capa, el fotógrafo más famoso de la batalla de Teruel, tomó en La Puebla de Valverde en 1937 una foto de la evacuación de civiles. Una mujer de Zaragoza identificó en 2012 al protagonista de la instantánea: su padre, Francisco Mondéjar.

Caballos trashumantes

La ganadería de Los Chatos es una de las pocas especializadas en la cría de caballos que practica la trashumancia en la provincia. Sus rebaños viajan entre las tierras levantinas, donde hibernan, y la laguna del Cañizar.

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