Frenar la despoblación

Todas las fuerzas políticas van tomando conciencia de la gravedad del problema de la despoblación, que afecta a gran parte del territorio español y singularmente a Aragón. Pero el fenómeno continúa agudizándose sin que se apliquen medidas efectivas de corrección. Es hora de que el asunto pase de las agendas de los políticos a la acción real de las administraciones y de que se refleje en los presupuestos.

Dos hombres caminan por la carretera de Saldón, municipio turolense que solo cuenta con 10 vecinos
Despoblación rural.
Jorge Escudero.

En Aragón, 194 de los 731 municipios están ya por debajo de los cien habitantes; y 543, por debajo de quinientos. En el conjunto de España, hasta la mitad de los pueblos estarían en ‘riesgo de extinción’. En todos los países el desarrollo ha ido concentrando la población en algunas áreas, pero en el nuestro el vaciamiento de extensos territorios alcanza proporciones dramáticas. Y acarrea secuelas que afectan a los derechos de las personas, a la seguridad ambiental, a los equilibrios políticos y al potencial económico. Los partidos han ido tomando conciencia de la situación. Ayer mismo, el presidente del Gobierno se comprometía en Zaragoza a que la nueva financiación autonómica tenga en cuenta, como reivindica Aragón, los fenómenos de la despoblación y de la dispersión poblacional. Una declaración que es positiva y que responde quizá al movimiento de los presidentes de Aragón, Galicia, Asturias y Castilla y León que hace unos días decidieron unir fuerzas en ese sentido. Habrá que vigilar que efectivamente se cumpla ese compromiso, que sería un paso importante. Pero para frenar y contrarrestar la despoblación habrá que ir mucho más lejos, incluyendo el factor territorial en todos los aspectos de la política presupuestaria e inversora del Estado y de las demás administraciones públicas.