Los papeles de ETA traídos de Francia, última oportunidad

Víctimas de la banda terrorista, como el policía Julián Embid (de Sabiñán) o el atleta zaragozano Juan Manuel Jesús Boix, esperan que los documentos galos ayuden a resolver sus casos.

Ana Isabel Ortigosa, viuda de Julián Embid, abraza a su suego en Sabiñán, en una imagen de 2004. A su lado, Pedro Jesús Boix, con una foto de su hermano
Los papeles de ETA traídos de Francia, última oportunidad
Efe/Juan Manuel. M. Santonja

Las víctimas de ETA Julián Embid, un policía nacional natural de Sabiñán (Zaragoza) de 53 años, y el atleta zaragozano Juan Manuel Jesús Boix, de 18, murieron en sendos atentados en 2003 y en 1979 (dos etapas muy distintas en la banda terrorista). Ninguno de ellos está resuelto, como los 349 pendientes, pero sus familias esperan que el convoy de documentos y armas de la banda terrorista remitido por Francia a España pueda ayudar a sentar en el banquillo a los autores de los asesinatos.

Juan Manuel Jesús Boix acababa de volver de Alemania de competir y tenía que coger un Talgo en la estación de Chamartín para regresar a Zaragoza el 29 de julio de 1979. Era un corredor de fondo con gran futuro, ya que acababa de ganar el campeonato del mundo en Limerick (Irlanda) y era campeón de España júnior de 3.000 metros lisos. ETA colocó varias bombas en las estaciones ferroviarias de Chamartín y Atocha y en el aeropuerto de Barajas. La muerte del atleta aragonés se produjo veinte días después del atentado y fue la séptima víctima mortal del cruel atentado, que además causó un centenar de heridos.

Hasta hace dos años, Pedro Juan, hermano del atleta, no conocía la investigación que se llevó a cabo con el atentado y cuando se enteró quedó "desolado" con el Estado de derecho al ver los resultados.

La Guardia Civil detuvo a la autora de la colocación de las bombas, la etarra Izaskun Arrazola Mayona, cuando estaba preparando otra acción en el cuartel de Intxaurrondo. Ella confesó su autoría, estuvo detenida en la prisión de Martutene, en San Sebastián, y se fugó poco después, en enero de 1980. "La etarra se encuentra en rebeldía, pero la Audiencia Nacional declaró el sobreseimiento libre del sumario al prescribir en 2003", lamenta Pedro Juan Jesús.

El autor intelectual del atentado, el etarra Juan María Alkorta Oyarbide, miembro de ETA-pm, fue arrestado en 1981. Luego, en 1985, se entregó a las autoridades porque estaba en plenas negociaciones con el Gobierno del PSOE la desaparición de ETA pm. El efecto fue entregar una fianza de 500.000 pesetas (que luego se las devolvió el Estado) a través de su abogado Juan María Bandrés, y quedó en libertad provisional.

"Ojalá los documentos que han enviado de Francia puedan servir para sentarlos en el banquillo, aunque aquí sabemos quiénes fueron los autores del atentado y parecen blindados", denuncia. "Hemos vivido la negligencia del Estado y la conveniencia de la política con ETA".

En principio, los documentos intervenidos en Francia a la banda terrorista datan desde 1999 porque los anteriores se destruyeron, si bien hay un zulo concreto descubierto por los franceses que tiene papeles anteriores, según fuentes de investigación.

El sospechoso Carrera Sarobe

La cercanía del atentado del policía aragonés Julián Embid Luna, que murió con su compañero Bonifacio Martín en Sangüesa (Navarra) por una bomba lapa el 30 de mayo de 2003, puede ayudar a su resolución con la documentación enviada por Francia.

La Guardia Civil sospecha que la autoría de este atentado todavía por resolver podría ser de un ‘talde’ del comando de Navarra dirigido por el etarra Mikel Carrera Sarobe, alias Ata, al que también achacan el asesinato de Manuel Giménez Abad y van a interrogarlo en Francia, donde está preso cumpliendo condena.

Ana Isabel Ortigosa, viuda del policía aragonés y madre de dos hijos de 38 y 34 años, recuerda que el caso "está archivado", pero su abogado está empeñado en que no prescriba para que haya juicio si la investigación progresa. "Solo he leído información periodística del caso, pero no ha habido nada firme", señala la viuda, quien espera que los documentos traídos desde Francia ayuden a la justicia española para resolver el caso de su marido.

El agente Julián Embid, que llevaba desde 1980 destinado en Pamplona, acudía con su compañero a los pueblos de Navarra para hacer DNI a los vecinos. "No tenían miedo a ser objetivo de ETA porque eran simples agentes, no mandos", reconoce su viuda.

Ocurrió a las 12.30 y la explosión hirió también a otras dos personas de Sangüesa, un municipio que homenajea todos los años a los fallecidos y a sus familias. "Nos hicieron un monolito en Sangüesa y sentimos el apoyo todos los años, como cuando vamos a Sabiñán con mi familia, que suele ser en verano", destaca Ana Isabel Ortigosa.

A pesar de este capítulo por cerrar en su vida, para que el comando de etarras que cometió el atentado pague el delito, intenta "desconectar" y ocuparse de sus dos nietas gemelas de cinco años para "normalizar la situación".

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