Ibieca: el taxista, el trinquete y San Miguel de Foces

La ermita es el principal aliciente turístico de Ibieca, que en cuestiones más actuales destaca por su afición a la pelota mano y el afecto que se le tiene al que fuera taxista local, Antonio Cuello.

El trinquete de Ibieca, símbolo de la gran afición a la pelota que caracteriza al municipio.
El trinquete de Ibieca, símbolo de la gran afición a la pelota que caracteriza al municipio.
Laura Uranga

Con la impresionante sierra de Guara como lienzo, Ibieca se dibuja orgullosa en el esfuerzo contemporáneo de mostrar al mundo uno de los vestigios más importantes del gótico oscense: la ermita de San Miguel de Foces, del siglo XIII. Fue restaurada y reabierta al público en 2004 con la significación entusiasta de algunos vecinos como el recordado Benito Cardeñosa, el entonces alcalde Ángel Arilla y su sucesor en el cargo, José Antonio Broto, que está casado con una ibiecana y es el actual regidor del municipio, en el que lleva asentado treinta años.

"San Miguel de Foces –comenta José Antonio– es Monumento Nacional desde 1916. Se trata de una ermita-panteón que mandó construir Eximeno de Foces en 1249, con más de cien canteros consagrados a la tarea; sus marcas en las piedras, aún visibles hoy, motivaron un curioso mapa colocado en 2009 con motivo del 750 aniversario de la construcción del templo. Hay una concurrida recreación medieval cada verano en el templo y sus alrededores".

Ibieca: el taxista, el trinquete y San Miguel de Foces

La influyente familia Foces, una de las referencias genealógicas fundamentales del Alto Aragón en la época medieval, se trasladó a Valencia en 1258 y el rey Jaime I nombró mesnadero a Eximeno, aún patriarca de los Foces en el momento de su llegada a la capital levantina. En la población oscense que alberga la ermita de San Miguel se quedó su hijo Atho, que murió en 1302 y está enterrado en la ermita. La hija de Atho, doña Godina, partió de estas tierras para hacerse cargo del señorío de La Almunia, siendo éste el origen del nombre completo del municipio zaragozano.

Los Foces donaron el conjunto de San Miguel (que también tenía originalmente hospital y monasterio) a la orden de San Juan de Jerusalén. El templo es una de las joyas del gótico oscense, junto con la catedral de San Pedro de Huesca. Las pinturas de gótico lineal con motivos bíblicos a ambos lados del altar son muy apreciadas por los historiadores del arte; los visitantes, según cuenta José Antonio Broto, bromean con su aspecto de historieta.

Premio europeo

El paseo por San Miguel de Foces entra en el proyecto estival de Puertas Abiertas organizado por la Comarca Hoya de Huesca, iniciativa finalista del premio Eden 2017 de la Comisión Europea; solamente la Tierra Ignaciana de Guipúzcoa logró más votos entre las propuestas españolas. San Miguel de Foces tiene visitas guiadas todo el año. En los meses de más frío (principios de noviembre a final de marzo) se atiende a los visitantes los fines de semana y festivos entre 11.00 y 13.00, previa solicitud. Se cobra 2 euros por la entrada.

La ganadería (ovina y porcina, sobre todo) es el principal motor de la economía local; en el agro se tira por el cereal, el olivo y el almendro. "Hasta hace poco teníamos taxi –bromea José Antonio, en referencia al taxista jubilado que asiste a la conversación– pero no encontramos sustituto para Antonio. También había casa rural privada, pero el que la llevaba se ha jubilado y tampoco tiene sustituto, aunque lo está buscando; sería muy bueno para el pueblo que se abriese de nuevo".

El señor conductor

Antonio Cuello lleva un chaleco con un parche del ‘Master of Puppets’ de Metallica en la solapa. Ante la pregunta curiosa –y algo prejuiciada– sobre el particular, ofrece una aclaración inmediata. "No soy seguidor, no te creas, esto lo compré en una feria". Su vida se ha repartido entre el pueblo –nació en Ibieca en 1945–, otros puntos de Huesca y Barcelona, urbe en la que residió y trabajó casi tres décadas. Ahora lleva más de un cuarto de siglo en su localidad natal. En la Ciudad Condal tuvo tiendas de alimentación y peluquerías, y también trabajó en el transporte urbano.

En Ibieca, Antonio cogió licencia de taxi y daba servicio a toda la zona, desde transportes a ancianos con fines hospitalarios a traslado de escolares hasta Angüés desde pueblos sin escuela. Fue el destino soñado después de muchos pasos intermedios. "Estuve en Ibieca hasta los doce años, también viví en Huesca, Tardienta y Grañén hasta que fui voluntario a la mili a los dieciséis; a principios de los sesenta me fui a Barcelona, allí paré casi treinta años, aunque nunca me desconecté de mi tierra, iba mucho al Centro Aragonés".

Antonio trabajó todas las horas del mundo junto a su hermano; todos los negocios se llamaban Foces. "Una vez le corté el pelo a un historiador que me comentó muchas cosas sobre la ermita, se lo sabía todo, pero no la había visitado. Le invité a que viniera a Ibieca un fin de semana y se quedó encantado. En aquél momento, enseñando con orgullo San Miguel a alguien de fuera, me di cuenta de que mi tiempo en la gran ciudad se había acabado. Hablé con Carmen, mi mujer, y decidimos volver con nuestros tres hijos, algo que fue fundamental para mantener la escuela abierta en aquél entonces; con los nuestros eran seis, así que la escuela podía seguir. Además, se incorporaron chavales de Liesa y Panzano; los traían sus padres".

Entonces surgió la idea de hacer un transporte escolar y comedor para todos; se sumaron hasta doce pueblos, que llevaban a los chavales a Angüés. Antonio vino a sustituir en la memoria local a un precursor de este servicio, activo en la primera mitad del siglo pasado: Vallés. Viajar con él en su Ford de nueve plazas por Aragón era el premio a los escolares más destacados del teatro infantil que se organizaba en la escuela pueblo.

"Carmen y yo –concluye Antonio–  también llevamos las piscinas de Ibieca varios años, aunque lo dejamos porque suponía no descansar nunca, y nos gustaba salir con la autocaravana. Llevo cinco años jubilado; quizá mi hijo mayor podría sustituirme. Ya veremos".

La actividad recreacionista de Feudorum Domini

La asociación cultural Feudorum Domini, dedicada al estudio, divulgación y recreación histórica del siglo XIII aragonés, se encarga desde hace seis años de la Recreación Histórica en San Miguel de Foces. Bodas, juicios con tribunales eclesiásticos, exequias, recepciones a altas personalidades eclesiásticas... la temática varía en cada empeño, aunque siempre se sitúa en el contexto temporal y coyuntural de este enclave. Además de las escenas representadas, los asistentes disfrutan de un campamento medieval con pabellones expositivos. Varias docenas de actores venidos de toda España, que siempre incluyen además un buen número de voluntarios de Ibieca, representan agricultores y constructores de la época, un pícaro, un obispo, un noble con sus tropas... en años anteriores, además, se han sumado a la fiesta recreacionistas de países tan dispares como Portugal, Eslovaquia, Italia, Francia y Estados Unidos. En agosto del año pasado, última edición hasta la fecha, se escenificó la rebelión de los campesinos y siervos de la abadía de Foces contra la guardia del rey tras ser forzados a pagar el impuesto de bovaje. Enrique Villuendas, presidente de Feudorum Domini, aclaró que este hecho estaba basado en lo sucedido durante las Cortes de Ejea en 1265, cuando el rey Jaime I de Aragón ordenó el aumento de los impuestos en sus tierras para financiar la campaña de la conquista del reino de Murcia por parte de su suegro, Alfonso X el Sabio.

LOS IMPRESCINDIBLES

Parroquia de San Clemente

Reconstruida en 1563 y restaurada nuevamente en 1605, tiene aspecto de fortaleza. Es un edificio de una sola nave de cuatro tramos y capillas laterales, que se cubre con bóvedas estrelladas. La torre sube de planta cuadrada.

Mosén Damián Iguacén

Obispo de Tenerife hasta 1991, el zaragozano ejerció esta misma función en Barbastro y Teruel. Anteayer cumplió 102 años de edad en Huesca, donde reside. Su primer destino sacerdotal fue Ibieca, donde se le recuerda con cariño.

Afición a la pelota mano

Ibieca presume de varios campeones provinciales en los ochenta y noventa en este deporte; hay una vitrina llena de trofeos en el club social. La afición continúa: no es raro ver en verano a hijos, padres y abuelos en el trinquete.

-Ir al especial 'Aragón, pueblo a pueblo'

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