Las grullas de Gallocanta pasan de 15.000 a apenas 500 por la sequía

La escasez de agua en la laguna ha reducido drásticamente el número de aves que la han elegido para pasar el invierno, lo que ha tenido efectos para el turismo.

Grullas en Gallocanta
Grullas en Gallocanta
José Miguel Marco

Desde los años 80 la laguna del Gallocanta se ha convertido en el punto de referencia en España para la observación y también investigación del ciclo migratorio de la grulla común. Estas aves zancudas ven en el humedal aragonés un buen refugio en su viaje postnupcial que les lleva desde el norte de Europa hasta zonas más cálidas. Decenas de miles de ellas hacen una parada cada año en Gallocanta para seguir con su viaje después hacia Extremadura, Doñana o el norte de África, donde pasa el invierno la mayoría de su población. Pero otras tantas, en parte influidas por el aumento de las temperaturas, también se quedan a pasar el invierno en Aragón como destino definitivo.

Durante los últimos años los censos que elabora la DGA cifraban entre unas 15.000 y 35.000 las grullas que elegían Gallocanta como punto de invernada. Este año sin embargo no. La grave sequía que ha azotado Aragón durante todo el invierno ha dejado muy mermada la escasa lámina de agua del humedal, de más de 14 kilómetros cuadrados de extensión pero con una profundidad que apenas llega a los 100 centímetros. El último censo contabilizado el pasado 25 de enero, una semana antes de que las grullas comiencen su viaje de regreso hacia el norte del continente, cifraba su número en la laguna en apenas 258 ejemplares, y en los conteos de días anteriores apenas llegaban a los 500. Para hacerse una idea, el año pasado en la misma fecha eran 13.700, y en años como 2014 se llegaron a contabilizar hasta 42.000 en esta época.

“La situación es completamente anómala, sin apenas agua en la laguna, y eso ha hecho que muchas grullas pasen de largo”, comenta Diego Bayona, portavoz de la asociación Amigos de Gallocanta. En los registros y la memoria de los custodios de la laguna cuesta recordar un año tan llamativo como este por la escasez de aves. De los últimos, enero de 2013 con 5.000 grullas era la cifra más baja y solo entre los años 1998 y 2002, también marcados por una fuerte sequía que casi dejó sin lámina de agua la laguna, se han dado cifras tan bajas.

“Las grullas van volando y se detienen donde ven que hay una lámina de agua adecuada. Este año no considerarían Gallocanta y seguirían para delante o buscarían otros lugares. De hecho, hemos visto más ejemplares que de costumbre en otras zonas como el embalse de Lechago -también con escasez de agua por la sequía, pero que por ello se ha convertido en un buen punto para las aves- o a lo largo del cauce del Ebro. Otras, han apostado por volar directamente hasta Extremadura y otros destinos de invierno”, explica Bayona.

Una situación “significativa pero no grave” en lo ambiental pero preocupante para el turismo

Según cuentan desde la asociación, aunque la situación de este año sea llamativa, no hay que temer a priori que las grullas desdibujen de su ruta Gallocanta en próximos años, siempre que la laguna recupere algo de su agua. “Hay que esperar que llueva, y en el momento en que la laguna recupere cierta normalidad, las grullas volverán. Ellas se mueven por dos motivos principales, las zonas de agua de poca profundidad que les permiten dormir escuchando si se acerca algún depredador, y el alimento. Gallocanta en ese sentido es un paraíso para ellas, solo hay que esperar que lo atípico de esta sequía regrese a la normalidad”, comenta Bayona.

Donde sí que han notado el perjuicio por esta situación claramente ha sido en todo el turismo que rodea la observación de las aves. En el centro de interpretación ha habido 2.000 visitantes menos que el año pasado desde octubre hasta final de año, situación que también repercute en las casas rurales y las actividades.

“Si no hay grullas, lógicamente hay menos gente que viene a la laguna”, dice Bayona, cuya asociación no obstante organiza este fin de semana la habitual Fiesta de las Grullas, con actividades y charlas en las que se comenzará a despedir a las aves que inician ya su regreso hacia el norte de Europa.

Los humedales, en riesgo por la sequía y la contaminación

La marcha de las grullas hacia sus puntos de origen coincide con la semana en la que se celebra el Día Mundial de los Humedales, unas zonas que por sus extraordinarias condiciones están especialmente expuestas al cambio climático y las sequías.

La laguna de Gallocanta está reconocida desde 1994 junto con la laguna de Chiprana, en Caspe, como uno de los humedales de importancia internacional por el convenio de Ramsar, dedicado al cuidado de estas zonas, especialmente importante para las aves.

La organización SEO/Birdlife publicaba esta semana un informe en el que señalaba que la práctica totalidad de los humedales reconocidos en España (74, solo por detrás de Reino Unido y México) soportaban una presión global calificada como 'alta' o 'muy alta' por factores como la contaminación o la sequía. El informe destacaba el aspecto que ha dejado la sequía sobre Gallocanta este año, que contribuye a la presión hídrica que también sufren estos ecosistemas por la acción humana.

“Una reducción en las precipitaciones y un aumento de la evaporación podrían provocar transformaciones irreversibles en el ecosistema de Gallocanta, máxime si la situación se ve agravada por las extracciones de aguas subterráneas. En definitiva, para algunos autores la laguna de Gallocanta se ha convertido en un ecosistema de gran interés científico para el estudio de los efectos de los cambios meteorológicos y climatológicos”, señala la organización.

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