Hace tres años, unos amigos les regalaron a María Pilar Villar y a su marido Miguel Ángel López media docena de gallinas para que pudieran consumir huevos frescos todo el año.

Gracias a su buena mano, las gallinas ponían día sí y día también y ellos no sabían qué hacer con tantos huevos. De esta manera, comenzaron a repartirlos entre amigos y conocidos hasta que el volumen de encargos fue tal que la pareja decidió legalizar el negocio y poner en marcha, en su pueblo, Gurrea de Gállego, una explotación agropecuaria donde estos animales pudieran crecer al aire libre.

«Al principio empezamos con 500 gallinas, pero antes incluso de que empezaran a poner ya teníamos todos los huevos vendidos en comercios y pequeños mercados de Huesca y Zaragoza. Hoy en día, tenemos más de 1.000 animales que nos permiten vivir de este negocio y disfrutar del día a día en el campo, donde la calidad de vida es infinitamente superior a la que se logra en una gran ciudad», apunta María Pilar.

Encantados con la viabilidad que estaba teniendo el proyecto, María Pilar y su marido decidieron devolverle a la sociedad parte de los beneficios que obtenían y lo hicieron con un proyecto muy novedoso, que consiste en apadrinar a una gallina para «ayudar a la gente que lo necesita porque nunca sabemos cuándo podemos estar en la misma situación que ellos. La vida da muchas vueltas y un día estás arriba y otro abajo», señala.

Más de 200 padrinos

Los primeros padrinos fueron familiares y amigos de la pareja, pero, desde el momento en el que María Pilar colgó la propuesta en Facebook, fueron muchas las personas, hasta 200, que se comprometieron a ser padrinos y pagar 10 euros al mes a cambio de 30 huevos, que les llevarían a casa.

La parte solidaria es que por cada padrino, la pareja dona media docena de huevos a tres entidades que ayudan y colaboran con los más necesitados. Se trata de la iglesia de su pueblo Gurrea de Gállego, la Hermandad del Santo Refugio en Zaragoza y la Cruz Blanca en Huesca, donde sus usuarios disfrutan también del sabor de este rico manjar.

«La respuesta al apadrinamiento nos ha sorprendido muchísimo porque nunca nos podíamos imaginar que íbamos a tener tantos. Además, su grado de fidelización es muy alto, ya que en estos años apenas hemos tenido bajas» apunta María Pilar, quien recuerda que toda la información sobre el apadrinamiento la pueden encontrar en sus redes sociales (www.facebook.com/Camperos-La-Borda-Alta).

Su marido y ella son los encargados de llevar los huevos personalmente a casa de los padrinos, una vez al mes, mientras completan el reparto por los comercios de Huesca y Zaragoza donde se venden estos huevos, procedentes de gallinas que, además de vivir al aire libre y basar su alimentación en cereales y pienso local, pueden presumir de ser las aves más solidarias de la provincia de Huesca.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo