Alborge: pedales, jota y una nevera única

Los hermanos Esther y Santi Artigas se enorgullecen de las tradiciones de Alborge, el amor por los deportes y la influencia del río en la especial idiosincrasia de sus habitantes.

Santi Artigas, en el interior de la nevera de Alborge.
Santi Artigas, en el interior de la nevera de Alborge.
Laura Uranga

A la altura de Alborge, Alforque, Cinco Olivas y Sástago, al Ebro le entran cosquillas. No es que fuera río de curso rectilíneo hasta entonces, ni lo es después, pero en esa zona las eses son verdaderas herraduras, que han marcado desde siempre la vida de sus moradores: no en vano había cinco pasos en barca hasta Escatrón, y el transporte escolar era en remolques habilitados por los padres y tirados por tractores hasta los embarcaderos.

El nombre de Alborge viene del árabe (Al Burj, la torre) y alude al castillo, hoy en ruinas, que presidía la población. Los hermanos Santi y Esther Artigas llevan al pueblo en el corazón; ganadero él, educadora y hostelera ella, llevan toda la vida participando activamente en acompasar el latido social de Alborge con su actual realidad.

Alborge: pedales, jota y una nevera única

Santi fue concejal varios años; ahora centra sus esfuerzos en la ganadería porcina y una modesta explotación agrícola familiar, que incluye olivares (la gran tradición de la zona) y almendros. "Este pueblo ha sido de molienda y río desde siempre. Aquí había varias fábricas de aceite, luego aquello se paró durante mucho tiempo y ahora ha vuelto un poco. Yo me casé con una sastaguina y vivo ahí, a tiro de piedra de Alborge; tengo más de ganadero, pero los olivares son algo de esta tierra; el aceite era un bien de trueque desde antiguo y no tan antiguo, porque incluso lo fue en los tiempos más duros tras la guerra civil. Desde siempre recuerdo la costumbre de ir a ‘allegar’ olivas, que es como se dice en estos pueblos a la recogida".

El deporte como pasión

Aunque una lesión de espalda ha limitado actualmente sus esfuerzos, Santi siempre ha sido un deportista nato; en la práctica y también en el impulso organizativo. "Siempre me ha gustado la bici; cuando mi amigo José Miguel Elías, de Alforque, era profesional, le seguía mucho toda la comarca. Fue muy emocionante ver cómo llegaba a lo más alto en el ciclismo español, y de aficionado ganaba todo. Una vez retirado, siempre hablábamos de organizar cosas relacionadas con la bici; además, es familia y compañero de pádel –ríe– y desde hace siete años organizamos en septiembre la Subida al Poyo. Él tenía muchos contactos y desde el primer año hubo una respuesta buena; al final se ha hecho demasiado grande, incluso contando con las infraestructuras de los dos pueblos, así que el año que viene limitaremos a 250 para atenderlos lo mejor posible. Aquí hacemos el avituallamiento en la plaza, la gente colabora mucho; de hecho, la carrera se considera ya como las terceras fiestas, aunque por desgracia coincide a veces con las motos en Alcañiz. Este último año, Josemi y un amigo suyo, David, se esforzaron en preparar un circuito más técnico, de senda, que gustó mucho".

Alborge también es tierra de trote (las carreras populares son una institución), pesca y frontón: para zagueros y delanteros cuentan con una instalación de primer orden si se tiene en cuenta que apenas hay 120 personas censadas. "Los jóvenes ya no le pegan tanto a la pelota mano, pero al frontenis sí hay afición. Hacemos tres torneos al año con gente de la zona. También la carrera de ‘pollos’ tiene fama, llevamos ya más de diez años, aunque los pollos ya no son el premio".

Esther, la polivalente

Actual responsable de la concejalía de Cultura, Esther Artigas es una de esas personas con días de veintiocho horas. Su trabajo como profesora de la ONCE le lleva a varias localidades cada semana; además de eso, tiene junto a su marido un establecimiento de turismo rural en Alborge: La Casa de los Diezmos y Primicias. "La gente siempre me pregunta al llegar acerca de la historia del nombre, aunque ya lo hayan mirado por internet o en algún libro. Este pueblo trabajaba para el monasterio de Rueda, y en esta casa se efectuaba el cobro al que alude el nombre que le hemos puesto. Verás que el escudo del monasterio está en la fachada. Mi marido se encarga de la gestión de la casa, y yo ayudo todo lo que puedo. Cuando compramos la casa me dijeron que estaba para ‘escachar’, pero entendimos que aquí había una historia aquí; aunque tiene todas las comodidades modernas, se han conservado referencias y recuerdos para no quitarle el poso histórico".

Esther está orgullosa de Alborge, y señala su tradición jotera como elemento fundamental en la cultura del pueblo. "Buena parte de los habitantes están involucrados en la escuela y el grupo de jota, hay treinta personas entre canto y baile. Carlos Gil y Vanessa Osete son unos excelentes profesores. Hay cantera".

La nevera, una construcción con historia que también sirvió de vivienda ocasional

Las neveras son un clásico en la geografía aragonesa, especialmente las aparecidas a lo largo del siglo XIX; se trata de construcciones excavadas en la roca, que se utilizaban para acumular nieve y hielo en invierno, mantener el agua fresca y conservar los alimentos. El sistema era alternar las capas de hielo con otras de paja para generar un microclima especial. La de Alborge está terminada en una magnífica cúpula de piedra, y prestaba servicio a los señores de Rueda. Una serie de marcas a diferentes alturas marcan las subdivisiones de capas, aunque también se aprovecharon para habilitar estancias y dotar al espacio de un uso puntual de vivienda. La nevera de Alborge es además una parada fija en el GR 99, el camino del Ebro; su vigesimonovena etapa va desde el pueblo a la ermita de Montlor y continúa hacia Sástago, siguiendo el tercer meandro del Ebro en el área.

Alborge también se distingue por la tradición de los molinos de aceite, la barca que pasaba el Ebro (hoy en desuso, y perdida) y el llamado ‘ordinario’, un vecino de la localidad que hacía los encargos de la gente del pueblo en Zaragoza, a donde acudía en su carro, tirado por yunta de mulas.

Iñaki Urrutia, la sonrisa mediática de Alborge

El humorista Iñaki Urrutia nació en Alborge hace cuarenta años, aunque vive en Barcelona desde niño. Sus lazos con la tierra aragonesa, no obstante, son múltiples: presenta desde hace algo más de un año el concurso ‘Atrápame si puedes’ en Aragón Televisión (de lunes a viernes, 12.50) y tiene casa/peña en el pueblo. En Alborge están orgullosos de él; además, Iñaki suele meter menciones a su pueblo en los medios, y le ha dedicado un monólogo en Paramount. Ha amenizado el bingo de las fiestas, a las que se ha traído a colegas famosos como Dani Mateo o Vaquero.

El cómico, que también participa en ‘Carrusel Deportivo’, empezó en el circuito de salas de la Ciudad Condal antes de mudarse a Madrid, donde comenzó a prodigarse en el espacio de ‘Nuevos Cómicos’ de Paramount Comedy. Colaboró en ‘Noche sin tregua’, ‘Ruffus & Navarro’ y ‘No le digas a mamá que trabajo en la tele’, además de ‘Como te lo cuento’ –junto a Berta Collado y Mónica Hoyos– y ‘Euskadi Comanche’, además de participar en el programa de María Teresa Campos en Punto Radio. La lista de apariciones puntuales y/o duraderas es larga: ‘Los Escapistas’, ‘Rompecabezotas’, ‘Zapeando’, ‘Así nos va’, ‘Todo va bien’, ‘Sopa de gansos’... con Dani Mateo estuvo en ‘Tú no te pierdas nada’, y figura en los cortometrajes ‘Preguntador’ y ‘La gran carrera’.

LOS IMPRESCINDIBLES

El molino harinero

Recuperado con los fondos Expo. Es un edificio de planta rectangular; en la primera planta se encuentra todavía parte de la maquinaria y la rueda de moler, mientras que en la segunda hay una máquina clasificadora de harina.

Iglesia de San Lorenzo

Es un edificio de planta de cruz latina, con una nave, siete capillas entre los contrafuertes y torre a los pies, integrada en la fachada en su parte inferior. Está realizada en mampostería, con refuerzo de sillar de arenisca en las esquinas.

El frontón

Durante muchos años, Alborge fue un centro neurálgico de pelota mano en la comarca, con amplia tradición y calado entre los jóvenes. En los últimos tiempos, las nuevas generaciones han abrazado el frontenis.

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