Una residencia contra la despoblación rural

El centro Campo Romanos es el proyecto vital de Marta Reinares, una emprendedora en un pueblo con poco más de 1.000 habitantes.

Marta Reinares, primera de la izquierda, con parte de la plantilla de la residencia de Romanos.
Una residencia contra la despoblación rural
Macipe

Dejar la ciudad atrás, vivir en un pueblo con poco más de 100 habitantes censados y conseguir que la tercera edad sea una herramienta para luchar contra la despoblación. Este es el camino que emprendió Marta Reinares tras casarse con su marido, natural de la localidad de Romanos, en la comarca de Daroca. "Estuve trabajando en dos residencias y asumí tareas de gestión y dirección, sabía que los mayores eran mi pasión. Fui al pueblo y supe que la ciudad ya no me gustaba y quería quedarme aquí", explica desde su despacho.

Nueve meses después de iniciar la obra, y ya en febrero de 2015, la Residencia Campo Romanos abrió sus puertas. En la actualidad, el centro tiene 25 plazas cubiertas y con lista de espera y presta servicios de limpieza y ayuda a domicilio, incluso en otros puntos de la comarca donde las instituciones no llegan.

En el trecho entre idear el proyecto y materializarlo, Marta Reinares se halló con el tortuoso obstáculo de la burocracia. Subraya que le hubiera gustado encontrar más ayuda, pero, dice, "algunas cosas es mejor que las lleves tú, porque si hay un error nadie asume las consecuencias y a mí me ha pasado". Además de sus propios recursos y préstamos, sí localizó algunos puntos de apoyo muy determinados. "Siempre estaré agradecida al ADRI Jiloca Gallocanta, porque, gracias a ellos, como entidad que se preocupa por proyectos así, pude sacar mi idea adelante", asegura. Le ayudó la inyección económica del Inaem por creación de empleo estable.

El empleo que ha creado no solo son cifras, son personas que también han pasado a vivir en Romanos. De los 16 trabajadores de la plantilla, 6 se han establecido en el pueblo: cuatro de ellos con sus familias y otras dos personas solteras. Uno de estos casos es el de Carmen Navas, una cordobesa que tras 23 años en la Comunidad Valenciana cambió Marina D’Or por Romanos. "Trabajaba en los hoteles, pero vinimos aquí de vacaciones, coincidí con Marta y le dije que me llamara si necesitaba a alguien. Al tiempo Marta me llamó y nos vinimos aquí mi marido, mi hija, que trabaja en la cocina de la residencia y mi niño de 14 años, que va al instituto de Daroca".

Ya asentada, Carmen lo tiene claro: "Me siento muy feliz y contenta, porque necesitaba esta estabilidad. El pueblo me gustó, la gente es muy amable y se preocupan por nosotros". Con buen humor dice que sabe cuál es su residencia cuando deje de trabajar.

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