"Tenía 15 años y quería llegar a Europa, pero no sabía dónde me metía"

Boubakar Sidi Bah viajó solo con 15 años de Guinea Conakry a Zaragoza, donde fue tutelado por el IASS.

Boubakar Sidi Bah acaba de cumplir 18 años, y su vida no se parece mucho a la de otros chavales de su edad de Zaragoza, donde vive desde 2015. Un día de finales de 2014 salió del instituto en su ciudad, Mamou (Guinea Conakry), y se embarcó con un amigo en una aventura peligrosa y de final incierto. Tras recorrer África en autobuses y camiones, cruzar fronteras a pie o escondido en una furgoneta, llegar a Melilla en patera y a Zaragoza en tren, fue acogido por el servicio de menores del Gobierno de Aragón. Su historia es una de las protagonizadas por cerca un centenar de menores extranjeros no acompañados que han llegado a Aragón en los últimos tres años.

"Salí de mi país sin saber dónde me metía. Teníamos amigos que habían ido a Europa y nos mandaban fotos y vídeos. Otro amigo y yo dijimos que también queríamos ir. Yo vivía con mis tíos y a ellos no les parecía bien. Un día salimos del instituto y nos fuimos directamente a la estación de autobuses, sin avisar a nadie. Cogimos un bus a Mali y ahí empezó todo", cuenta ahora, en el descanso del almuerzo de su trabajo. Trabaja de jardinero en la empresa Consolida Oliver por las mañanas y por las tardes estudia un ciclo de grado medio de Formación Profesional.

Su amigo y él cruzaron la frontera de Argelia escondidos en un camión con más de 20 emigrantes. En un pueblo de Argelia estuvieron un mes parados, hasta que su familia les mandó dinero para poder continuar el viaje. Cruzaron la frontera con Marruecos a pie. "El viaje fue duro. Mi amigo y yo teníamos suerte porque éramos pequeños y nos dejaban tranquilos", recuerda. En Nador se subieron a una patera y llegaron a Melilla el 1 de enero de 2015.

El azar le llevó a Zaragoza. "Estuve dos meses en un centro de acogida. Luego fui en un barco de Melilla a Málaga, y de ahí a Madrid. Iba con un amigo moro que había conocido. Él quería ir a Bilbao, así que cogimos un tren y paramos en Zaragoza. Yo estaba cansado de viajar y le dije 'me quedo aquí'".

Y se quedó en Zaragoza, sin conocer a nadie, sin hablar casi español, sin dinero, dando vueltas por la estación de Delicias sin saber dónde ir. Encontró a alguien que hablaba francés y le llevó al albergue municipal. Después lo llevaron al centro de acogida para menores (COA) y entró en el programa de tutela del Instituto Aragonés de Servicios Sociales.

Cocinero o jardinero

Boubakar estuvo dos meses en el COA y luego pasó a un piso de acogida con otros menores extranjeros y españoles. Aprendió pronto español y su adaptación ha sido modélica. En el IASS le tramitaron el pasaporte y la autorización de residencia. Y le matricularon en un programa de cualificación profesional de agricultura (PCPI) con Ozanam.

"Luego me preguntaron qué quería hacer. Me gustaba cocina o jardinería. Hice una prueba en el Topi (escuela de hostelería) y me quedé en lista de espera. En septiembre de 2016 empecé un curso de jardinería en el centro sociolaboral de Oliver. Me gustó mucho, aprendí mucho y al acabar me ofrecieron trabajo con la empresa Consolida Oliver", cuenta.

Esta empresa de inserción social tramitó su permiso de trabajo y empezó a trabajar en julio, cuando aún era menor de edad. "Es un trabajador excepcional. Demuestra mucho interés y tiene una gran proyección. Compatibiliza el trabajo con los estudios, eso supone un gran esfuerzo", señala Miguel Ángel Gutiérrez, orientador de Consolida Oliver.

Boubakar trabaja de 8.00 a 15.00 de jardinero, luego va a casa a prepararse la comida y descansar un poco, y por la tarde tiene clases de 18.00 a 22.00 en el instituto Corona de Aragón de un grado de mecánica

"Es cansado hacer las dos cosas, trabajar y estudiar, pero me gusta. Lo que se me hace más duro son los deberes. Aprovecho el sábado por la mañana para estudiar y hacer los deberes. Los sábados por la tarde quedo con mis amigos a dar una vuelta o jugar a baloncesto. Los domingos casi no salgo de casa, son para cocinar, limpiar y descansar", cuenta su horario.

Boubakar sigue contando con apoyo del IASS, ya que está incluido en el Plan de inserción a la vida independiente. Vive con otro chico y una chica en un piso de alquiler que paga una ONG. Quiere seguir estudiando. Y ve su futuro en Zaragoza.

"Al principio pensaba que Europa era el paraíso. Luego ves que es muy diferente. Si te adaptas y trabajas duro, tenemos oportunidades para empezar una nueva vida. Estoy muy agradecido a toda la gente que me ha ayudado. Tengo muchos amigos en Zaragoza. Mi vida está aquí. Soy feliz", asegura. Se acaba el rato del descanso y vuelve a trabajar.

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