La sequía aumenta el recibo de la luz y la dependencia del carbón en Aragón

Las hidroeléctricas producen la mitad de energía que el año pasado, mientras la central de Andorra y las importaciones de gas soportan la demanda eléctrica.

El nivel del pantano del Arquillo, en Teruel, no estaba tan bajo desde 1995.
El nivel del pantano del Arquillo, en Teruel, no estaba tan bajo desde 1995.
Javier Escriche

Pantanos prácticamente secos, campos en los que se pierde casi la totalidad de la cosecha, aumento de contaminación en las ciudades por la falta de lluvia y un recibo de la luz cada vez más caro. La terrible sequía que azota a Aragón y toda España en lo que va de año -que se suma a un 2016 que ya fue muy seco- no hace más que sumar consecuencias negativas que, fuera ya de las pérdidas en sectores como la agricultura, tocan cada vez más a cada ciudadano en su casa.

El precio de la luz se ha disparado en las últimas semanas debido a la escasa disponibilidad de energías renovables y la necesidad de empezar a importar gas o quemar carbón, tecnologías más caras por sus costes. El recibo se ha encarecido un 7% solo durante el mes de octubre, llegando a sumar su precio más alto en estas fechas desde hace seis años. Según el simulador del recibo de la electricidad que proporciona la CNMC, esta subida junto con la que ya se dio en enero suponen que un consumidor medio ha gastado entre 70 y 80 euros más en luz este año que el anterior.

En Aragón, comunidad que siempre ha generado energía por encima de las necesidades de su territorio, este panorama se traslada en cifras de forma muy clara. Hasta mitad de año los saltos hidroeléctricos y pantanos solo habían producido 1.800 Gigavatios-hora, casi la mitad de lo generado en el mismo periodo de 2016.

Esto se traduce en que el agua, que en un año normal suele ser el origen de entre el 25 y el 30% de toda la electricidad que se consume y se exporta en Aragón, ahora apenas está aportando un 13%. A ello se suma también el descenso de la energía eólica por la falta de viento que también se está dando este año. En concreto, los numerosos molinos de la Comunidad han producido 2.500 Gwh (el 20% del total) cuando en años normales suelen rondar el 30%.

La producción por gas se multiplica por 23, y la de carbón se dobla

¿Y qué ha llenado ese descenso en la producción energética? Pues fundamentalmente la entrada en funcionamiento de las plantas de ciclo combinado, nutridas en gran parte gracias a gas importado, y la quema de carbón en las térmicas. En el primero de los casos, el ciclo combinado ha pasado de sumar un residual 1% a la generación de energía en Aragón en los últimos dos años a hacerlo ahora en un 23%, especialmente desde después de la primavera, cuando los embalses comenzaron a presentar sus cifras más bajas de agua.

También aumenta, aunque no de forma tan disparada, la quema de carbón. En Aragón, según los datos facilitados por Endesa, la Central Térmica de Andorra ha producido hasta el 20 de noviembre 4.100 Gwh, cerca de doblar la energía que generó el año pasado, que era de 2.500 Gwh.

Esto trasladado al recibo de la luz implica un encarecimiento drástico. Según está diseñado el mercado diario de la electricidad, Red Eléctrica Española fija la cantidad de energía que se necesita cada hora según sus previsiones. En ese momento, cada operador ofrece su energía más barata y conforme se va cubriendo la demanda se da entrada a las más caras, que acaban fijando el precio del mercado. El problema es que en épocas de especial consumo o sequía como la actual, las energías como el ciclo combinado, la más cara de todas y que se suele usar solo en casos excepcionales, acaban rigiendo todo el importe.

Como consecuencia de todo esto, el precio voluntario al pequeño consumidor al que se acogen unos 12 millones de consumidores en toda España, aumentó hasta superar en algunos momentos del mes pasado los 180 euros por megavatio hora (MWh), su récord anual.

La minería reclama su posición “necesaria” ante esta situación

Todo este contexto, en el que hace falta más que nunca recurrir a fuentes de energía de respaldo, llega en un momento en el que la Central Térmica de Andorra está en el limbo. La continuidad de la planta turolense depende de que en ella se realicen varias inversiones para ser medioambientalmente óptima para Europa. Y que de no llevarse a cabo, obligará a su cierre en 2020.

“Este año la central no para de funcionar, y es la muestra de que el carbón sigue siendo necesario como complemento para situaciones como esta”, señala Alejo Galve, trabajador de la central y Secretario de UGT en Teruel, quien recalca además que la quema de carbón nacional como se hace en la planta de Endesa es más económico que el gas, “que además depende de terceros países”.

Por el momento la incertidumbre sobre la continuidad de la central se mantiene. El Gobierno envió hace unos días el borrador del Decreto que facilitaría el cierre de las centrales pero que también lo denegaría en caso de considerar que fuera imprescindible su funcionamiento para asegurar el servicio eléctrico. Un texto que ha sido recibido por los sindicatos con tibieza por lo “ambiguo” de su reglamentación. “Lo único que pedimos es lo de siempre, un hueco del 7,5% en el mix energético, que aseguraría la continuidad de todo el sector turolense”, señala Galve.

Por su parte Endesa, cuya decisión depende de su matriz italiana Enel, ha mantenido durante los últimos meses una política de no anunciar ninguna decisión u opinión hasta que se conozcan finalmente las características del Decreto y las posibles opciones que abra para dar continuidad o no a las reformas que hacen falta a la planta.

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