El reto de vestir a cuatro continentes desde el aeropuerto de Zaragoza

La apuesta de Inditex por el complejo lo ha convertido en el tercero del país en carga. Hasta 45 aviones de carga despegan a la semana a 22 ciudades de Europa, Asia, América y África

Un avión Boeing 777, de Ethiopian, a su llegada al aeropuerto de Zaragoza el pasado viernes
Un avión Boeing 777, de Ethiopian, a su llegada al aeropuerto de Zaragoza el pasado viernes
Aránzazu Navarro

El tráfico de carga en el aeropuerto de Zaragoza ha crecido tanto que los cinco depósitos de queroseno para aviación no dan abasto. Su capacidad ronda los 250.000 litros, casi insuficiente para llenar el tanque del Boeing 747-800 de Korean Air, en el que entran casi 229.000 litros y que debe repostar dos días a la semana. Por eso, para alimentar al carguero occidental más grande del mundo y al resto que operan en la capital se recurre a diario a camiones distribuidores, procedentes de la factoría de CLH de Monzalbarba. La empresa concesionaria, CLH Aviación, ampliará ahora el almacenamiento a más de 1 millón de litros tras haber renovado el contrato de concesión.

Solo este dato da cuenta de la frenética actividad del complejo de Garrapinillos, que ha pasado de ser uno más dentro de la red nacional a convertirse en el tercero del país en mercancías. Y con visos de competir con el de Barcelona, al que ya ha superado en los últimos tres meses. Únicamente Madrid, que juega en otra liga al sumar casi la mitad de la carga aérea en España, está por delante.

En este mes de noviembre llegarán a pasar hasta 45 aviones de carga a la semana, por lo que el personal tiene que hacer encaje de bolillos en la plataforma donde estacionan para evitar el colapso en los días punta, los martes: se contabilizan 15 aparatos, a los que se deben sumar los que transportan a viajeros.

Cinco compañías se encargan de que todo funcione. Tres están al frente de las terminales de mercancías, Groundforce Cargo, ACL y TNT, y otras dos, Groundforce y Swissport, del denominado ‘handling’ de rampa, que no es otra cosa que las tareas de asistencia, carga y descarga de los aviones. Estas dos últimas cuentan con unos 70 trabajadores en plantilla, muy lejos de los 11 que en 2004 tenía el único operador existente entonces, Iberia. "La evolución ha sido increíble y casi todo lo explica la apuesta de Inditex por Zaragoza", señala Antonio Morlans, jefe de rampa de Groundforce, mientras supervisa las operaciones del súper Jumbo de Korean Air.

El reto de vestir a cuatro continentes desde el aeropuerto de Zaragoza

La sociedad pública AENA reconoce que más del 90% de las mercancías que llenan las bodegas de las doce aerolíneas que en estos momentos operan en Zaragoza son productos de Inditex. En su mayor parte, prendas de Zara, ya que la multinacional textil concentra aquí la distribución de las colecciones que se venden en las 1.900 tiendas que mantiene abiertas en 88 países. Pero con fijarse en las cajas, se aprecian los logotipos de Bershka, Massimo Dutti, Pull&Bear, Stradivarius, Oysho, Lefties o Uterque.

Korean Air, por ejemplo, trabaja en exclusiva para Inditex en una de las rutas más largas del aeropuerto, la que une la capital aragonesa con Seúl tras una escala técnica de 20 minutos en Incheon. "Da igual que quede algún hueco en la bodega. No lo podemos utilizar", señala Patricia Esteban, supervisora de carga de la compañía.

No es el caso del pasado viernes. El avión 747-800 partió de Corea del Sur a las 3.00 hora local con sus bodegas repletas de cajas y, tras una escala en Viena en la que dejó parte de la mercancía, aterrizó en Zaragoza a las 10.30. Y lo hizo con 60.000 kilos, que un equipo de nueve especialistas de Groundforce descargó en menos de 45 minutos.

Para entonces, en la plataforma ya esperaban, milimétricamente ordenadas, las 46 planchas con cajas paletizadas que caben en el avión, además de un contenedor. "En función del sitio que ocupan en el avión, tienen un tamaño distinto para adaptarse al máximo a la forma interior del fuselaje", detalla Morlans.

Estas planchas metálicas están estandarizadas para cualquier tipo de avión, pero lo que llevan encima varía en función del tipo de mercancía y aparato. Sus dimensiones son siempre las mismas, 3,20 x 2,40 metros, y están preparadas para soportar hasta 6.000 kilos. "Lo normal es que ronden entre los 2.000 y los 3.000", añade.

Este particular tetris hace que las primeras siete planchas del Korean, las que se encajan justo en el morro, alcancen los 2,40 metros de altura porque encima tiene la cabina y el habitáculo para la tripulación. En el resto de la bodega principal, alcanzan los 2,80 metros. En el piso inferior, son más reducidas, de 1,60 metros.

El trabajo de carga se hace igualmente contra reloj, puesto que el avión despegaba a las 14.00 con destino a Navoi, de la que le separan 10.980 kilómetros o, lo que es lo mismo, diez horas. "Va lleno. No cabe ni un móvil", bromea el jefe de Korean Air en Zaragoza, Joonyoung Yang, tras detallar que se iban a encajar 96.968 kilos. "En volumen, es el equivalente a diez camiones tráiler", puntualiza el máximo responsable de Groundforce en Zaragoza, Ernesto Polanco.

El reto de vestir a cuatro continentes desde el aeropuerto de Zaragoza

Para mover este volumen se utilizan al mismo tiempo dos plataformas, capaces de elevar 7.000 y 14.000 kilos. La pequeña se utiliza para las dos bodegas inferiores y la de mayor capacidad, para la superior. Verla vacía, sin asientos, con los raíles de bolas para que se deslicen las planchas como única decoración, llama la atención: un espacio diáfano de 61 metros de longitud y 5 metros de anchura.

Nada que ver con el ‘Bulk’, un pequeño receptáculo bajo la cola en el que viajan cajas sueltas, a diferencia del resto del avión, donde todo va paletizado. "También lo ocupamos", apunta Patricia Esteban.

Muy cerca del Jumbo luce aparcado otro carguero, un Boeing 777 de Ethiopian, procedente de Lieja. En este caso, el trabajo inicial fue de pocos minutos, ya que solo llegaron tres planchas con ropa. Menos de 3.000 kilos. La tripulación debía descansar 12 horas, por lo que hasta las once de la noche no estaba prevista la salida a México. Y lo haría cargado al máximo, 70.000 kilos.

No solo de ropa vive el complejo

Mientras tanto, el personal de Groundforce Cargo seguía preparando en la terminal las mercancías que se llevarían en las bodegas otros tres aparatos de Cargolux, Saudia y Emirates. Casi todo es ropa, pero también otro tipo de productos más exóticos. Como el prototipo de Fórmula 1 que se embarcó el jueves para someterlo a pruebas en Dubái. O las 20.000 perdices que el año pasado volaron en cajas a Inglaterra para atender la demanda de cotos de caza ingleses, como recuerda Polanco.

También se acaban de exportar diez kilos de trufa turolense a Japón, vía Dubái, y viene de forma regular pescado para Mercadona, procedente de Suráfrica. Ya no lo hace en aviones propios, por lo que comparte bodega desde Oriente Medio. "También viajan caballos de lidia, pura raza y hasta una yegua y un potro de ojos verdes que enviamos a Los Ángeles", agrega la jefa de calidad de Groundforce, Silvia Sillero.

Para atender las bodegas de los aviones, los muelles reciben más de 800 camiones cada mes procedentes de distintas provincias españolas, como La Coruña, Barcelona, Madrid o Alicante. Otra muestra más del incesante trasiego del aeropuerto de Zaragoza.

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