Dislexia, el problema oculto que genera el 40% del fracaso escolar

Una guía de Educación da herramientas a los profesores para que sepan detectar prematuramente este trastorno. Un diagnóstico precoz evita el abandono de los estudios.

Hugo (12 años), Andrés (14 años) y Mª Jesús Blanque, durante la entrevista en Heraldo.
«Es muy estresante porque a los niños los etiquetan de vagos e inmaduros»
José Miguel Marco

Según una estimación de la Asociación Internacional de Dislexia, el 10% de la población española podría ser disléxica. Un porcentaje que se traduce, según los cálculos hechos en 2015 por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en que unos 700.000 menores padecen este problema.

Estas cifras, pese a su carácter más o menos oficial, no son compartidas por todos los expertos. Muchos consideran que son excesivas, las califican de barbaridad y apuntan que el problema radica, precisamente, en que falta una detección y un diagnóstico certero de este problema en el proceso de aprendizaje.

La dislexia se define como una dificultad para aprender a leer y escribir. Y se caracteriza porque el niño encuentra serios escollos para reconocer con precisión y fluidez las palabras escritas y por un déficit en las habilidades de lectura y deletreo.

Sea como fuere, se calcula que buena parte del fracaso y el abandono escolar (en torno al 40%) se deben a este problema oculto en las aulas, ya que solo uno de cada tres niños con dislexia recibe tratamiento.

Precisamente, la certeza de que falta mucho por hacer y la seguridad de que el trastorno afecta a más niños de los que podría pensarse, ha llevado al Departamento de Educación del Gobierno de Aragón a promover la primera guía diseñada en la Comunidad para ayudar a los docentes a detectar a tiempo este problema.

Dolores Conde, orientadora en el instituto Jerónimo Zurita, ha sido la coordinadora de este trabajo que han desarrollado varios profesionales de la educación a lo largo de los últimos cuatro cursos. "Los maestros y profesores –explica Conde– son los que deben dar la voz de alarma. Porque el problema de la dislexia es que o no se detecta o se detecta tarde".

El objetivo de este trabajo es dar una serie de pautas y herramientas para que los docentes puedan reconocer en el aula los síntomas de alerta de la dislexia y actuar cuanto antes en la estimulación.

Conde explica que, con frecuencia, se mete a todos los niños con problemas de lectoescritura en el mismo saco y no todos son disléxicos sino que esta dificultad se debe, en muchos casos, a situaciones ajenas a ellos mismos, como cambios de profesorado, metodología inapropiada, bloqueos emocionales, entre otros.

De ahí, la importancia de hacer un diagnóstico certero y "acelerar los procesos de detección", apunta. En opinión de esta orientadora, hacer diagnósticos de dislexia a niños antes de tercero de primaria "es prematuro" porque, insiste, no todos los niños de 6 o 7 años con dificultades para leer padecen este trastorno.

Pese al peligro de que muchos de estos chavales con dislexia acaben abandonando prematuramente los estudios, hay que decir que también son muchos los que llegan a la Universidad.

Fernando Latorre, responsable de la Oficina Universitaria de Atención a la Diversidad de la Universidad de Zaragoza, puede dar fe de ello. En este departamento hacen adaptaciones para que los estudiantes con este problema pueden presentase a la EVAU (antigua Selectividad) y puedan cursas los grados que elijan.

Las adaptaciones que se diseñan incluyen aspectos relacionados con el tiempo y las herramientas de estudio (se les da la posibilidad de utilizar un ordenador, por ejemplo), no se rebajan las exigencias de contenidos, explica.

En este momento, explica Latorre, los estudiantes con dislexia que cursan algún grado en la Universidad de Zaragoza son en torno al 3% o 4% del número total de los que tienen algún tipo de necesidad educativa específica (cuya cifra ronda los 400). Por tanto, serían entre 12 y 16 los estudiantes con dislexia.

"El apoyo que les damos –explica el responsable de la Oficina Universitaria de Atención a la Diversidad de la Universidad de Zaragoza– viene marcado por las adaptaciones que han llevado con anterioridad, en los ciclos educativos que ya han superado".

Mª Jesús, Blanque, madre de dos niños con dislexia, Hugo (12 años) y Andrés (14 años), cuenta las dificultades del día a día para convivir con este trastorno.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión