La sequía complica la siembra de cereal y pone en peligro la cosecha del próximo año

Los agricultores que echaron el grano tras las últimas lluvias de octubre ven ahora cómo la raíz se seca por falta de humedad.

Trabajos de labranza en una explotación de Huesca para preparar la tierra para la siembra de cereal.
Trabajos de labranza en una explotación de Huesca para preparar la tierra para la siembra de cereal
Patricia Puértolas

La sombra de la sequía se alarga y ya hay producciones que temen que la cosecha del próximo año llegue también mermada por la ausencia de precipitaciones.

Es la inquietud que recorre las tierras de secano, donde la falta de lluvias ha provocado un retraso de unos diez días en las labores de siembra del cereal de invierno, una de las principales producciones aragonesas, que ocupa una media de 600.000 hectáreas en la Comunidad.

Es cierto que en las zonas más húmedas, señala el secretario general de UAGA, José Manuel Penella, los cerealistas sembraron aprovecharon las últimas y escasas lluvias de octubre, ante el temor de que si continuaban las precipitaciones “no se podría entrar en los campos”. Lo que ha sucedido, sin embargo, es que el grano ha comenzado a germinar sin volver a ver el agua, por lo que la raíz no tiene suficiente humedad y comienza a secarse. “Se nota una baja densidad de nascencia”, destaca Penella.

El secretario general de UAGA reconoce que la siembra ha tomado ritmo durante este mes de noviembre. Pero insiste en que eso no significa que haya mejores condiciones o que los agricultores no realicen las labores con incertidumbre, sino que “hay que hacerlo”. Augura además que, si no llegan las lluvias, es más que probable que haya menos hectáreas ocupadas por cereal de invierno en la próxima campaña, que, por contra, supondrá un incremento de la superficie dedicada a variedades más tardías como la cebada o el guisante.

Menos costes de producción

No solo las adversidades del clima pueden condicionar el resultado de la próxima cosecha. Penella reconoce que tras las dificultades vividas durante la pasada campaña, en la que la sequía ha afectado a unas 8.300 explotaciones de la provincia de Teruel y de las comarcas zaragozanas de la margen derecha del Ebro y solo en la comarca del Jiloca las pérdidas rozan los 23 millones de euros, los agricultores se ven obligados a reducir sus costes de producción. Y eso se traduce en menos labranza, un menor abonado, o la aplicación de una cantidad inferior de fitosanitario. “No es una práctica que le guste a los productores, pero no queda más remedio”, matiza el líder sindical, que reconoce que “con este punto de partida, aunque las condiciones climáticas mejoraran y permitieran una buena campaña, la cosecha ya no vendrá bien”. Confía, eso sí, en que la situación mejore y si no se ha podido hacer un abonado de sementera (durante la preparación de la tierra), pueda hacerse más adelante de cobertera (sobre el cultivo).

Al menos las bajas temperaturas y el viento que azota estos días a la Comunidad no es una gran preocupación para los cerealistas. “Con el frío no pasa nada”, señala Penella, que recuerda que “mucho peor” fue el calor de los primeros días de noviembre que “hizo que la tierra estuviera muy caliente y sin humedad suficiente para sembrar”.

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