Valfarta: acampados en clave de relax

El campin de Valfarta abre horizontes para el turismo rural del pueblo, gracias al entusiasmo de una familia mallorquina que ya se ha hecho fan de Los Monegros.

Dolores Astorga, en el campin La Estepa, delante de su autocaravana.
Valfarta: acampados en clave de relax
Laura Uranga

Valfarta es Monegros con todas las de la ley, parte de la Comunidad de Regantes San Miguel junto a Peñalba, Sena, Villanueva de Sijena y Ontiñena, tierra de trigo, maíz, cebada, guisante de conservera, girasol y semillas varias. Un pequeño nido en el centro de la balsa municipal es punto de referencia para aves migratorias. Su población, limitada a cuarenta personas en invierno, también se ha resentido por la búsqueda de nuevos horizontes entre los jóvenes, principalmente hacia Zaragoza ciudad, más cercana que la capital de provincia de esta localidad oscense. Su alcalde, Alberto Labrador, recalca que el municipio siempre prima la inversión en infraestructuras y servicios tangibles ante otras operaciones más inciertas; espera la apertura de operaciones de tres granjas porcinas en el municipio y recuerda con cierta nostalgia la ruta en bicicleta que, comenta, sirvió de precursora a la popular Orbea Monegros (carrera cicloturista que incluye Valfarta) a principios de los noventa.

Después de la marcha anticipada de sus anteriores incumbentes, el bar social y el campin La Estepa (propiedades del municipio en ambos casos) tienen nuevos responsables, llegados hace apenas dos meses y medio desde Mallorca: Dolores Astorga y José Enrique Alonso, que se han instalado en el pueblo junto a sus hijos de trece y cinco años, escolarizados en Bujaraloz, a siete minutos de Valfarta.

Valfarta: acampados en clave de relax

Además de la estancia en Mallorca, Dolores y José Enrique también pasaron una etapa breve en Manhattan por trabajos relacionados con el medio audiovisual. La jarana urbanita no es lo suyo. "Desde que nació el mayor –puntualiza Dolores– buscábamos un sitio tranquilo, porque la Mallorca turística es un poco estresante; al principio no encontramos nada que nos convenciera, hasta que finalmente nos fuimos a trabajar a una finca en la sierra de la Tramontana, alejados del follón, sin vecinos; fueron ocho años allá. Finalmente decidimos probar en otros sitios, y cuando vimos este verano que en Valfarta se buscaba una familia con hijos para gestionar el bar, el campin y la piscina municipal, nos animamos a hacer una entrevista. Nos gustó el sitio, el carácter de la gente y nos decidimos. Fue algo de corazón: quizá de cabeza no das el paso".

El pequeño de la familia se ha integrado antes que el resto de recién llegados: su madre da fe del hecho. "Parece que lleva aquí una vida entera, hasta tiene ya un poco de acento.De repente ha encontrado un montón de abuelos pendientes de él. El mayor está en un colegio con dos clases de segundo de ESO, su vida social ha aumentado mucho, y estamos encantados con eso también. En Mallorca hay mal transporte público: dependíamos en exceso del coche, muchos atascos, clima muy extremo en la montaña con nieve y hielo en invierno y calorazo en verano… otro mundo".

Dolores tiene otra ilusión añadida en el entorno. "Estoy haciendo un curso de dinamizadora del medioambiente, me encanta la naturaleza y quiero conocer a fondo la fauna y flora locales. Hay muchas cosas para ver en los Monegros; en la balsa de Valfarta, por ejemplo, ya he visto más aves que en Mallorca. Hasta tenemos una pareja de búhos en el nido del campanario".

El bar, lo primero

La familia Alonso Astorga se incorporó a la vida del pueblo justo antes de las fiestas patronales, en los últimos días de piscina. La urgencia de los vecinos era el bar, que llevaba unos días cerrado. "Llegamos con una autocaravana amueblada y las cosas básicas, pero antes de asentarnos en la casa que nos cedía el Ayuntamiento nos centramos en darle vida al bar. Ahora que se acerca el invierno nos avisan que será duro, pero nosotros lo vemos como una ocasión de hacer una mudanza completa", apunta Dolores. "Para que el campin vaya cogiendo vuelo es necesario mejorar la información sobre el pueblo en las redes sociales, así que vamos a asumir esa tarea. Será un impulso bueno para todos".

LOS IMPRESCINDIBLES

La bomba

Valfarta tiene una bomba (sin carga explosiva: real, eso sí) expuesta en un espacio público (subterráneo y cerrado) junto a la iglesia parroquial, como recuerdo de los horrores bélicos.Es redonda, de las de los tebeos.

La ermita de San Miguel

Gobierna la vista del pueblo. Es un edificio de una nave, con espadaña sobre la portada protegida por un pórtico. Una elevada cúpula con linterna da una imagen muy peculiar de esta ermita, blanqueada como las casas de Valfarta.

Las porterías de fútbol

Uno de los accesos a Valfarta está enmarcado por dos porterías de fútbol consecutivas, con cierta distancia entre la una y la otra. Son un ‘stop’ para camiones, ya que el aviso de limitación de altura se lo llevaron por delante en su día.

- Ir al especial 'Aragón, pueblo a pueblo'.

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