Heraldo del Campo

Luces para convertir la primavera en invierno

Investigadores de la Universidad de Zaragoza demuestran que es posible mejorar la reproducción del ganado ovino con tratamientos luminosos y libres de hormonas.

Unos machos son expuestos a la luz en una granja de ovino.
Unos machos son expuestos a la luz en una granja de ovino.
Universidad de Zaragoza

El ovino, como otras muchas ‘especies estacionales’, tiene adaptada su naturaleza reproductiva a las necesidades de alimentación. Esto es, se reproducen en otoño e invierno para que tras cinco meses de gestación los nacimientos lleguen en primavera con el fin de optimizar la supervivencia de sus crías, ya que es entonces cuando hay disponibilidad de pastos. Pero el ganado no entiende de estaciones sino de duración del día y la noche, por lo que se reproducen cuando disminuyen las horas de luz del día y dejan de hacerlo (anestro) cuando la noche es más corta.

En este patrón de comportamiento sexual se han basado los estudios realizados desde 2015 por un equipo de investigadores en Producción Animal del Instituto de Investigación en Ciencias Ambientales (IUCA) de la Universidad de Zaragoza, capitaneado por Alfonso Abecia, que ya han conseguido mejorar la reproducción del ovino mediante la activación sexual de machos en primavera. Utilizan para ello tratamientos luminosos, que permiten evitar el uso clásico de hormonas. Y no porque consideren que estas sustancias no cumplen una función que continúa siendo necesaria, sino porque son conscientes de que el mercado exige, cada vez más, productos limpios, verdes y éticos. "Es una alternativa, sobre todo para los productores ecológicos que, para disponer de corderos todo el año, necesitan soluciones ya que no pueden utilizar tratamientos químicos para la inseminación artificia", explica Abecia.

Para sus primeras investigaciones, este equipo de trabajo tomó como referencia los resultados de unos estudios realizados en México con ganado caprino. Así, para activar sexualmente a los machos los exponen -siempre a cubierto- a 16 horas de luz, la que aportan una lámparas dotadas de una bombilla con una intensidad de 300 luxes. Un ‘tratamiento’ que se realiza durante dos meses (entre diciembre y marzo). Después, ya en primavera, los animales son sacados a la calle, precisamente en los meses de marzo y abril, cuando aún las horas de sol son inferiores a esas 16 horas. Y "es entonces cuando se ‘engaña’ al cerebro del macho que al sentir que los días son más cortos cree que es otoño o invierno y se activa sexualmente", señala Abecia. Después los machos se introducen junto con las hembras y se logra la llamada ‘bioestimulación’, es decir, la estimulación de la actividad reproductiva de los animales mediante congéneres del sexo opuesto.

Tres hitos

Este es el núcleo de la investigación, pero el grupo de la Universidad de Zaragoza ha conseguido notables avances con el paso de los años. En 2015, detalla Abecia, complementaban el uso del tratamiento luminoso con implantes de una hormona natural, la melatonina, con la que consiguieron "una actividad ovulatoria en el 87% de las ovejas de marzo a julio, además de la reducción de la duración media del anestro estacional de 89 a 26 días", explica. Un año después, el grupo investigador demostró que la presencia continua de machos activados sexualmente en primavera era capaz de adelantar 20 días la pubertad de las corderas expuestas a ellos, que presentaban así sus primeros celos en primavera, momento de parada reproductiva».

Pero el logro mayor ha llegado este año, en el que el equipo de investigadores comprobó que los implantes de melatonina no era necesarios para obtener buenos resultados en la activación de los machos mediante tratamientos luminosos. "Se demuestra así que el llamado ‘efecto macho’ utilizado en el siglo XIX con razas moderadamente estacionales, como las españolas, puede ser el camino a seguir para llegar a una ganadería más natural", matiza Abecia.

Reconoce el investigador que habrá quienes se planteen por qué no se realizan estos tratamientos luminosos directamente a las hembras. Hay una explicación. Los rebaños suelen estar formados por un número mayor de ovejas, para las que sería necesario disponer de grandes instalaciones. El número de machos es muy inferior, con lo que esta alternativa, que solo exige la instalación de unas lámparas, resulta mucho más asequible económicamente.

Sus promotores insisten en que los resultados de estas investigaciones, financiados a través del a través del programa Estatal de I+D+I orientado a los retos de la sociedad del plan estatal de investigación científica y técnica y de innovación, deben complementarse con el uso tradicional de hormonas en el ovino y caprino. Por ello, este grupo va a iniciar una nueva investigación con un laboratorio farmacéutico del sector ganadero para lograr la aplicación de métodos hormonales "más económicos, sencillos y que provoquen el menor grado de molestia al animal", explica el investigador.

- Más información en el suplemento Heraldo del Campo.

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