Juzgan a un vecino de Santa Isabel por vender su casa y entregarla destrozada

Una pareja de Santa Isabel pagó en abril de 2016 algo más de 200.000 euros por la casa de sus sueños: un unifamiliar con calidades de lujo, dotado de bodega y coronado con una bóveda acristalada. Pero todas las ilusiones que Francisco Oya y Vanesa Muñoz habían depositado en aquella compra se desvanecieron nada más cruzar la puerta, porque lo que se encontraron no fue un hogar sino "un auténtico desguace". Los destrozos eran de tal calibre que los compradores llegaron a contratar los servicios de un notario para que diera fe de aquel desastre.De hecho, con su informe y el de un perito que tasó en más de 60.000 € los desperfectos, la pareja llevó ayer a juicio tanto al vendedor, José Ignacio N. A., como a María S. S., la agente inmobiliaria que medió en la operación.

Como explicó ayer el abogado Víctor Laguardia al titular del Juzgado de Primera Instancia número 17, sus clientes vieron completamente "pisoteada" su buena fe. "Cerrada la compra y hecho el pago, dieron un mes de gracia al vendedor para que tranquilamente recogiera sus cosas e hiciera la mudanza. Pero lo que hizo fue convertir una vivienda de lujo en una escombrera", asegura el letrado.

Los nuevos propietarios sospecharon que algo extraño pasaba cuando algunos de sus vecinos les advirtieron de que se escuchaban ruidos extraños y no dejaban de sacar cosas de la vivienda. La pareja quiso ponerse en contacto con el vendedor, pero no hubo manera. Es más, cuando finalmente tuvo que darles las llaves lo hizo a través de la inmobiliaria.

"Nada más cruzar la puerta, nos encontramos con las paredes del pasillo desnudas. Habían arrancado toda la madera, el papel decorativo y hasta el aislante.Solo quedaban grapas. No me lo podía creer", contaba Vanesa Muñoz cuando denunció el caso. Pero su visita a la "casa de los horrores" no había hecho más que comenzar, porque lo que les aguardaba todavía era peor. En nada se parecía la cocina que ellos habían comprado a la que se encontraron: se habían llevado los electrodomésticos de acero y los habían sustituido por viejos aparatos de plástico. Lo mismo sucedía con los armarios superiores, desmontados por completo y apañados con estantes del desguace.

Todos los cables cortados

Los armarios empotrados de las habitaciones se habían convertido en un mero recuerdo y el reluciente parqué que habían pisado en su día parecía haber sido estropeado de forma intencionada con disolvente. Habían desaparecido los radiadores, la grifería y hasta las vigas de madera de la bodega. Y no acababan ahí las sorpresas, puesto que cuando los compradores fueron a dar la luz se dieron cuenta de que también habían cortado el cableado. "Ni del de la antena se olvidaron", recordaba Francisco, precisando que solo aquella reparación ya les costó 5.000 euros. "Mal está que te lleves lo que ya no es tuyo, pero destrozar por destrozar... Es algo que no me cabe en la cabeza", se lamentaba.

A la hora de intentar justificar semejante retahíla de desperfectos, el abogado del demandado dijo ayer al juez que en el contrato de compra-venta no estaban incluidos los muebles. El de los denunciantes, por su parte, le recordó que allí no estaban hablando de simples muebles, sino de una vivienda completamente desmantelada. Tanto es así, que la pareja tuvo que seguir viviendo otros seis meses de alquiler antes de poder ocuparla.

Un ingeniero industrial redactó un informe en el que concluía que aquella casa no era habitable, documento que posteriormente corroboró un perito judicial. Cuando este declare ante el juez, a finales de octubre, el asunto quedará visto para sentencia.