Guillermo de Roda: "Un dron no es un juguete; volarlo conlleva riesgos y peligros"

Guillermo de Roda es el presidente de Adronaragón (la Asociación Aragonesa de Pilotos y Operadores de Drones), que cuenta con 30 asociados.

De Roda, con uno de los drones de su empresa ACG Drone.
Guillermo de Roda: "Un dron no es un juguete; volarlo conlleva riesgos y peligros"
G. Mestre

¿Tan boyante está el sector de los drones en Aragón que hasta tienen ya organización profesional?

La asociación es de nueva creación. Adronaragón nació a principios de 2016. El ‘boom’ del sector en toda España se produjo en 2015 y aquí decidimos ponerla en marcha el año pasado para agrupar a los operadores de la Comunidad. De momento, somos 30 asociados (de los aproximadamente 80 operadores que hay en Aragón en este momento).

¿Con qué objetivos nació?

Principalmente con dos. Dar a conocer el sector y luchar contra el intrusismo, un problema muy grave que afecta a toda España. En Aragón también hay mucho intrusismo profesional, lo que provoca que las empresas que nos dedicamos a esto tengamos que bajar precios para poder competir o debamos rechazar trabajos porque la normativa actual no nos permite volar en según qué sitios y circunstancias, pero luego hay gente que sí lo hace en plan pirata.

¿No está regulada la actividad?

Sí. En 2014 se publicó un real decreto para regular un sector que estaba en pleno auge, pero el problema es que, en este momento, es imposible saber cuántos drones hay. Podemos conocer la cifra de pilotos y operadores porque para el uso comercial de aeronaves pilotadas por control remoto tenemos la obligación de registrarnos en la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AENA), pero cualquiera puede comprar, sin dar cuenta a nadie, un dron en un centro comercial, sin especificar para qué lo quiere. Tenemos la idea de que son juguetes y no es así. La gente no es consciente todavía de la responsabilidad y los riesgos que conlleva. Piensa que manejar un aparato pequeño no tiene peligro, pero un Phantom, que es el dron más estándar, pesa más de un kilo. Imagine un ladrillo de ese peso cayendo sobre alguien desde 50 metros. Y esto sin contar con que las hélices giran a 3.000-4.000 revoluciones.

Están esperando ustedes desde hace tiempo a que salga una nueva ley reguladora del sector. ¿Proponen que en ella se prohíba el uso lúdico de los drones?

No. Estamos pidiendo una ley estricta que no pierda de vista que un dron es un equipo aéreo que puede caer y hacer mucho daño. Desde Adronaragón planteamos, sobre todo, que quede bien definido el término seguridad. Y para los drones recreativos pedimos que exista también un registro. Esto es vital, porque desde el momento en que la gente sepa que su aparato es identificable y que se sabe a quién pertenece, se va a pensar mucho más cómo lo utiliza.

Para usos profesionales, ¿qué futuro le ve al sector?

Se han generado muchas expectativas. Hace unos años, cuando se mejoró la tecnología de los aparatos y se comenzó a fabricar equipos con mejores prestaciones para permitirles más autonomía y tiempo de vuelo, hubo muchos que pensaron: «Yo compro un dron, saco la licencia de piloto y me jubilo». Y esto no es así. Los costes en este tipo de empresa son altos, los equipos profesionales son caros si buscas calidad. En España hay, en este momento, alrededor de 2.500 operadores. Es un número alto. Incluso si la nueva ley que espera el sector ampliara las posibilidades para trabajar, la cifra es muy grande. Esto se debe equilibrar de alguna manera; no puedes hacer un curso de 40 horas y pretender volar en la plaza de España.

¿Se mantiene el ‘boom’ inicial?

Bueno, como en todo negocio, este tendrá su pico y su estabilización. Yo creo que, en este momento, el sector está en el punto de bajada. Llevamos año y medio esperando a ver cómo sale la nueva normativa y mientras tanto han surgido más pilotos y más empresas, que se están dando cuenta de que el negocio no es solo comprar un dron y ponerte a volar. Montar una empresa tiene costes altos y hay que trabajar mucho para rentabilizarla. Yo creo que tras el ‘boom’ de 2015, el sector se irá cribando y quedarán los que tengan que quedar: los que sean más profesionales, rentables... y tengan suerte. La tendencia es a la estabilización.

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