Agüero: campanadas a medianoche y al mediodía

Agüero, vigilada por los imponentes mallos a los que da nombre, conserva la tradición de repiques y bandeos en las campanas de San Salvador, y su Museo del Órgano es único en toda España.

Jesús Morlans palpa la campana mayor de San Salvador, llamada María.
Jesús Morlans palpa la campana mayor de San Salvador, llamada María.
Laura Uranga

Jesús Morlans fue monaguillo en la iglesia de San Salvador de Agüero entre los cinco y los quince años. Durante todo ese tiempo tuvo el privilegio de llegar tarde a clase... con el permiso del señor cura, pues el mozo ayudaba en la misa matinal. La vespertina no entraba dentro de sus tareas. La vida le llevó a otras tierras, incluidas varias décadas en Barcelona trabajando en una compañía de café que cerró poco después de su jubilación. Hoy en día, superados los ochenta años, disfruta de su retiro en Agüero y sigue subiendo al campanario cuadrado del templo, en el que están las cuatro piezas responsables de que el toque de campanas de esta bellísima localidad oscense pueda escucharse a decenas de kilómetros a la redonda. Un medio de comunicación centenario que sigue muy vigente.

En Agüero es habitual ‘charrar’ juntando algunas palabras, costumbre compartida con Bolea, pero Morlans tiene las ideas muy claras al hablar de las tradiciones de su pueblo. En el asunto de las campanas, no olvida a los principales protagonistas de esta tradición, que recientemente han retomado con brío un grupo de jóvenes relacionados con el pueblo (aunque no residan en él) centrados en que los toques no dejen de sonar. "Mariano Palacio y su hijo ?aclara Jesús? fueron pioneros con el bandeo; para mover esta María, la campana mayor, hace falta una fuerza descomunal. La mediana es gótica y el badajo se prolonga con un cable de acero que permite tocarla al pie de la torre. Bitorino Velarre desarrolló luego una técnica: dos toques a la mayor y otros dos a la menor, consiguiendo un sonido renovado y muy espectacular".

Agüero: Campanadas a medianoche y y al mediodía

En años más recientes, el puesto de campanero lo ejerció Pascual Antoni, cariñosamente apodado ‘Chico Chico’ por la que era su muletilla más habitual. Pascual murió repentinamente un mes de abril, de un infarto, cuatro meses antes de las fiestas, y la contingencia motivó a los nuevos campaneros a aprenderse los toques tradicionales y ponerlos en práctica. Lo que fue una actividad puntual ha acabado convirtiéndose en un esfuerzo continuado con visos de prosperar en años venideros. Mientras tanto, el alguacil Manel Vicente (de origen catalán, con dieciséis años en el cargo y lazos agüeranos desde la infancia) sigue a cargo de los toques en los oficios habituales y ocasiones señaladas.

Para que el empeño llegue a buen fin, documentarse es básico y hay una pieza valiosa disponible: el trabajo de Francesc Llop i Bayo. Este investigador estudió en 1984 a 30 campaneros aragoneses por encargo de la Diputación General de Aragón, y uno de ellos fue Velarre. Llop grabó su repique y recuerda un detalle muy particular. "El campanero tocó, con gran esfuerzo como hemos dicho, las cuatro campanas; las dos pequeñas con la derecha, la mediana con la izquierda, y la mayor con una técnica que no hemos recogido en ningún otro lugar, consistente en mover las caderas para tirar de la cuerda".

Don Luis Galindo

La historia de Agüero se nutre del influjo ejercido por diversos actores de su cotidianidad. Uno de los que dejó huella indeleble hasta su muerte fue el párroco don Luis Galindo, quien en 1983 fundó en Agüero el que es el único Museo del Órgano de España, y uno de los pocos que se conocen en el mundo.

Mónica Morote, agüerana de corazón, residente en Zaragoza e involucrada igualmente en e impulso de los jóvenes campaneros, se encarga de mostrarlo a los visitantes en festivos y temporada estival. "La pieza estrella del museo es el órgano que construyó don Luis en 1972 con piezas en desuso. El espacio está dividido en tres salas: en la primera se pueden apreciar diversos teclados y piezas, desde válvulas a molinetes… como nota curiosa, hay una flauta de pan, que sería precursora del órgano. También se habla de las decoraciones y piezas específicas, como los llamados los tubos canónigos, que no suenan nunca y están pintados; hay una gran muestra de tubos de metal y madera, y se explica que el material varía dependiendo del tipo de sonido buscado, con el estaño o el plomo como los más habituales".

Don Luis Galindo acumuló mucha información sobre estos magnos instrumentos. También coleccionaba programas de recitales, tratados sobre órganos, correspondencia con coleccionistas y tarjetas postales. "Eso sí, las visitas ?apunta Mónica? se quedan con el órgano. Ver cómo funciona, cómo se abren y cierran las compuertas, poder tocarlo… normalmente es un instrumento inaccesible para los curiosos".

Para frase gráfica, la última que deja Mónica: este pueblo brinda al visitante unas cuantas cosas habitualmente inaccesibles para los cinco sentidos. Comprobar tal afirmación es un excelente propósito de otoño, y es que como se dice en el pueblo, por Agüero no se pasa, a Agüero se va.

La ermita-iglesia de Santiago, una joya del románico aragonés frente a los mallos

Declarada Monumento Nacional (hoy Bien de Interés Cultural) en 1920, la ermita-iglesia de Santiago es una joya románica de la segunda mitad del siglo XII, situada sobre un altozano cercano al municipio; está construida totalmente en sillar de arenisca, con abundantes marcas de cantero. La configuración del edificio está fuertemente condicionada por el hecho de ser una obra inacabada, ya que sólo se construyeron los tres ábsides de la cabecera y el crucero, no marcado en planta, que se cerró precipitadamente con un muro.

La decoración interior se concentra en los ábsides. El central está recorrido por una arquería ciega sobre columnas con capiteles esculpidos, una imposta de separación y tres parejas de ventanas en doble derrame. Los ábsides laterales tienen frisos corridos, destacando el Sur con escenas de la infancia de Cristo, mientras que el Norte, al igual que la imposta del central, presentan un dibujo floral. Otros puntos con decoración son los capiteles de las columnas de los pilares y los correspondientes a la embocadura del ábside central.

La fiesta D’as Mascaretas, un carnaval pirenaico recuperado tras medio siglo

El sábado 22 de febrero Agüero celebró su ‘Fiesta d’as Mascaretas’, el ejemplo más meridional de los carnavales pirenaicos. Se recuperó en 2008 después de medio siglo de hiato, y desde entonces se trata de una referencia básica de la fiesta pagana por excelencia en toda la zona. Se celebran talleres de elaboración de ‘mascaretas’, antifaces de tela tiznada que cubren el rostro de los participantes y dan nombre a la celebración. El acto principal es la ronda por las calles de Agüero. En esta actividad se pasean disfraces históricos, algunos de ellos muy elaborados; destacan personajes como el caracolero o las majas, mozas casaderas que se vestían con las mejores galas de la indumentaria tradicional. En el pasado, en esta ronda sólo uno llevaba la cara descubierta y era quien hacía de valedor de todos los que le acompañaban recorriendo las casas del pueblo. En esta fiesta, el agua tiene un peso relevante tanto por ser la munición que los fieros arrojan con sus pozales, como la que utilizan algunos niños de la comitiva para defenderse por medio de las chiringas (jeringas hecha de caña). Biella Nuei, La Orquestina del Fabirol o la Ronda de Boltaña han tocado en esta celebración.

LOS IMPRESCINDIBLES

La majestuosa Peña Sola

Es el más famoso (izquierda en la foto) de los mallos de Agüero, y tan valorada entre los montañeros como los de Riglos. Su ruta normal de ascensión fue abierta en 1947 por la cordada que formaban Serón, Millán y Languens.

La cueva de Al-Foraz

Se trata de una inmensa boca de piedra que servía de refugio a pastores y ganado. Es de fácil acceso, a apenas dos kilómetros del pueblo, y el sedero transcurre por la margen derecha del Barranco de la Rabosera.

José Castillo

Natural de Agüero, cumplió el pasado mes de marzo la friolera de 105 años, lo que le convierte en uno de los españoles más longevos en este siglo XXI. Castillo celebró su onomástica en la residencia de Almudévar.

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