Trabajos para la comunidad, la condena impuesta a 737 hombres por violencia de género

Las autoridades judiciales aragonesas optan cada vez más a menudo por esta medida punitiva en casos de violencia machista.

Ciudad de la Justicia.
Ciudad de la Justicia.
Gobierno de Aragón

El Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 3 de Teruel condenó la pasada semana a un hombre que había "insultado, empujado, zarandeado y propinado varios golpes a su pareja" a 44 jornadas de trabajo en beneficio de la comunidad (TBC). El agresor, declarado autor de un delito de violencia de género en su modalidad de 'lesión de menor gravedad' tampoco podrá acercarse a su pareja a una distancia de menos de 200 metros ni comunicarse con la mujer por cualquier vía durante un plazo de ocho meses, según indicó el Tribunal Superior de Justicia de Aragón.

En mayo, ese mismo juzgado turolense condenó a otro hombre a 40 días de trabajo en beneficio de la comunidad por haber golpeado a su pareja en el transcurso de una discusión entre ambos por las tareas de limpieza de la casa. Pena similar a la que tuvo que asumir poco después otro que había enviado a su expareja varios mensajes de whatsapp con comentarios despectivos y expresiones intimidatorias y amenazantes. En los tres casos el juez responsabilizó al acusado de un delito de violencia sobre la mujer y en los tres se decantó por imponer como pena el trabajo en beneficio de la comunidad, un instrumento punitivo que ha adquirido un progresivo protagonismo en los últimos años y por el que optan cada vez con mayor frecuencia los tribunales de todo el país.

Así, según las cifras que maneja la secretaría de Insituciones Penitenciarias, a lo largo de todo el año pasado las autoridades judiciales aragonesas remitieron al Servicio de Gestión de Penas y Medidas Alternativas a 737 hombres condenados por violencia de género para que realizasen trabajos en beneficio de la comunidad. Un año antes, la Subdirección General competente registró apenas 471 mandatos de este tipo, por lo que se observa que la aplicación de esta medida aumentó un 56,5% en apenas un año. En los dos primeros trimestres de este 2017 ya sumaban 326 los hombres autores de un delito violencia de género condenados a realizar trabajos en beneficio de la comunidad (245 en Zaragoza, 46 en Huesca y 35 en Teruel).

Tipo de trabajos y programas de intervención

"Tras los delitos cometidos contra la seguridad vial, los delitos de violencia de género son la segunda categoría que más recurren a este instrumento", apunta el Observatorio Estatal de la Violencia de Género en su último informe anual. Aquí, en Aragón, el condenado acuerda el tipo de trabajo a realizar con la institución designada en la Comunidad para gestionar las penas y medidas alternativas, labor que en este caso realiza el centro de inserción social Las Trece Rosas y que puede consistir desde pintar la valla de un colegio hasta colaborar en las labores de inventario de una biblioteca. Por tanto, no tiene por qué estar relacionada la tarea con el delito cometido.

Al respecto, desde Instituciones Penitenciarias matizan que no debe confundirse una pena TBC con el Programa de Intervención para Agresores de violencia de género (PRIA) que se realiza en las cárceles con los condenados a prisión. Tampoco con el PRIA-MA, el mismo tipo de programa pero que se ofrece como una medida penal alternativa, que no implica el ingreso en prisión y en el que deben participar los hombres a los que se les sustituye su condena de, por ejemplo, trabajos en beneficio de la comunidad. A lo largo de todo el año pasado solo 9 condenados por violencia de género sustituyeron su condena para participar en el PRIA-MA, un programa que tiene una duración estimada de 10 meses, que se realiza en formato de terapia de grupo o individual y que persigue erradicar las conductas violentas y reducir el nivel de reincidencia de los participantes.

El doctor en Psicología y profesor de la Universidad de Zaragoza Santiago Boira ha trabajado durante años tanto en los programa de intervención dependientes de Instituciones Penitenciarias como en el servicio Espacio, un programa de participación voluntaria e impulsado por el Instituto Aragonés de la Mujer. Desde su experiencia, asegura que hay razones para ser optimista pues considera que los programas de intervención pueden dar "muy buenos" resultados: "No podemos hacer como que el maltratador no existe y estos programas deben desarrollarse aunque, eso sí, en el marco de otras actuaciones integrales para la violencia de género, como una medida más de intervención".

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