El nuevo 'master of wine' español abandera la revolución del vino divertido

Para conseguir ser un "maestro del vino", Fernando Mora ha tenido que invertir mucho tiempo, mucho dinero y mucho sacrificio.

Fernando Mora.
Fernando Mora.

Fernando Mora ha logrado hace apenas una semana ingresar en el club del vino más importante del mundo, el británico Institute of Master of Wine, y desde esa atalaya que confirma su sapiencia vinícola defiende la "revolución" que vive España con unos nuevos caldos que, asegura, son divertidos y excesivamente baratos.

Mora (Zaragoza, 1982) sintió un enamoramiento por el vino, un "verdadero flechazo" -confiesa en una entrevista- cuando su esposa lo llevó a visitar una bodega. Entonces decidió intentar "fabricarlo" en la bañera de su casa, poniendo el inicio a una carrera meteórica que culminó el pasado 4 de septiembre con la obtención del título de 'Master of Wine', del que solo pueden presumir 368 personas más en todo el mundo.

Latidos de Vino fue su primer proyecto serio, una vez superado el afán de intentar hacer vino en la bañera de su piso, pero rápidamente él y sus socios decidieron dedicarse a las garnachas de gama alta, en sus Bodegas Frontonio, que les abrieron las puertas de algunos restaurantes con estrella Michelín y también las de más de una treintena de países.

Ahora, en la tarjeta de visita de su nuevo proyecto, Cuevas de Arom, Mora puede poner las siglas "MW", lo que reconoce que le ayudará a "ganar credibilidad", pero también a actuar de embajador de los vinos de Campo de Borja.

De hecho, y aunque le de cierto apuro verbalizarlo, las garnachas españolas que alcanzan su máxima expresión en esta denominación de origen están en la lista de sus caldos preferidos, compartiendo su afecto con los de Priorat, los albariños gallegos, los borgoña, los de Varolo italianos y los vinos espumosos.

Para conseguir ser un "maestro del vino", Mora ha tenido que invertir mucho tiempo, mucho dinero y mucho sacrificio, porque para alcanzar la cima de estos estudios hay que "entender el vino desde muchos ángulos diferentes" y tener una visión de conjunto, multidisciplinar y crítica.

Treinta españoles optaron a estos estudios, de los que fueron elegidos dos. Fernando Mora se tuvo que "buscar la vida", elaborar sus apuntes, buscar material... todo para enfrentarse al examen de final del primer año: cuatro catas a ciegas de doce vinos y un examen teórico con la elaboración de dos ensayos.

La siguiente fase concluye de nuevo con otros ocho exámenes en cuatro días, y hay que superar todos ellos en el mismo año. Mora pertenece al dos por ciento de los aspirantes que lo aprobó todo a la primera. "Es de lo que más orgulloso estoy", reconoce.

Finalmente, tuvo que elaborar una mini tesis de 10.000 palabras y, sin sorpresas, como tema eligió hablar de un nuevo sistema de clasificación de vinos para Campo de Borja. Aprobó y desde el día 4 es el segundo "master of wine" español y el cuarto que reside en España.

Confiesa que está orgulloso de haber podido convertir su hobby en un trabajo y su trabajo en un sueño y el escenario actual al que se enfrenta lo define como "bastante alentador", porque demuestra que la gente con ganas de trabajar y con formación "puede hacer cosas chulas".

Proyectar eso al mercado, insiste Mora, hará posible que los consumidores estén dispuestos a pagar "un poco más" por los caldos españoles.

Y es que, según lamenta, España -el país con mayor extensión de viñas del mundo y el segundo en producción de hectolitros, pero uno de los que tienen las uvas más baratas- ha sido concebido siempre como "fuente de vino barato".

"Pero tenemos un vino muy económico para la calidad que tiene. Es imposible conseguir fuera vino de mejor calidad al precio que se consigue en España", insiste. Al fin y a la postre, el mercado del vino es un negocio. "Muy romántico, pero un negocio".

Y tendría que ser más caro, explica, porque se fabrica con fruta fresca que se cultiva durante nueve meses durante los que graniza o hiela, que se vendimia (a veces a mano), para después llevar las uvas a la bodega, procesarlas, guardarlas doce meses en unas barricas, embotellarlo, volverlo a guardar doce meses para, finalmente, etiquetarlo y distribuirlo.

Por eso, entre otras cosas, Mora cree que el vino tendría que ser "mucho más caro". Quizá, elucubra, de ese modo sería un producto "mucho más valorado".

Y relata que desde el exterior siempre se ha visto a España como un país muy creativo. "Los mercados quieren que España sea más excitante y que haya más vinos españoles en un segmento medio-alto", apunta.

Segmento en el que se mueven las garnachas por las que tanto cariño siente Mora, una de las variedades que más interés despiertan ahora en el consumidor a pesar de haber estado "denostadas" mucho tiempo.

Es una variedad, ilustra el "master of wine", que "expresa muy bien el suelo y se adapta de forma muy diferente a diferentes zonas", lo que permite hacer estilos de vino muy distintos. "Y eso el consumidor lo encuentra excitante", confiesa divertido.

"El vino es divertido, hay que hacerlo popular. Es cultura", declama Mora. Y para demostrarlo, no ve del todo con malos ojos mezclar vino con refresco de cola. "¿Un 'kalimotxo'?", se sorprende ante la invitación final de la periodista... "¿Por qué no? No deja de ser un cóctel para disfrutar en el contexto adecuado. El vino es divertido, hay que quitarse la imagen de que el vino es un señor mayor con bigote y cara de aburrido", concluye.

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