Fomento acelera la A-23 entre Arguis y Lanave, pero la autovía sigue sin fecha de conclusión

El Ministerio de Fomento ha acelerado las obras para acabar con el cuello de botella que supone el puerto de Monrepós para las comunicaciones del Alto Aragón. Tras años de trabajos interrumpidos como consecuencia de los recortes presupuestarios, las empresas contratistas cuentan ahora con una sustancial inyección económica para prolongar la A-23 hasta las puertas del Pirineo. Salvo sorpresas, la autovía estará acabada entre el congosto de Arguis y Lanave en el primer trimestre de 2019, sumando así otros 13,7 kilómetros al eje que vertebra la Comunidad de norte a sur.

Sin embargo, el Gobierno del PP sigue sin poner fecha para la conclusión de la autovía, dado que otros cuatro tramos que suman más de doble de kilómetros de los que están en construcción ni siquiera tiene una fecha aproximada para su licitación. De este modo, el desdoblamiento de la N-330 hasta Jaca supone toda una incógnita.

Es más, los dos tramos entre Lanave y Sabiñánigo, de algo más de nueve kilómetros, siguen pendientes de que se fundan en uno solo proyecto, como se comprometió a hacer el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, a finales del año pasado en Zaragoza. Las obras llegaron a adjudicarse, pero en 2010 sucumbieron a los recortes y se rescindieron, sin que hasta ahora se hayan rescatado como sucedió con el resto de actuaciones aragonesas que fueron paralizadas en plena crisis por el Gobierno de Rodríguez Zapatero: tanto en la misma A-23, entre el congosto del Isuela y Arguis, como en la A-21, de Jaca a Santa Cilia, y en la carretera de Castellón (N-232), de Ráfales al límite provincial.

El Ministerio de Fomento ha optado por centrar los esfuerzos presupuestarios en los puntos de la autovía Huesca-Jaca que solo requieren el empujón final. De este modo, acabará con las molestias y atascos que vienen generando las obras, sacará un rendimiento social a un inversión millonaria y, de paso, podrá cortar la cinta inaugural de una actuación simbólica justo antes de las próximas elecciones autonómicas de 2019.

Solo el desdoblamiento del puerto de Monrepós, los más de 27 kilómetros desde Nueno a Lanave, habrá supuesto una inversión superior a los 400 millones de euros y más de una década de vicisitudes desde que se adjudicó el primera tramo, de Nueno al congosto del Isuela.

Fuentes implicadas en las obras aseguraron ayer a este diario que se trabaja a plena capacidad en los tres tramos pendientes, entre el congosto y Arguis, de Monrepós a Caldearenas y de ese punto a Lanave.

El último sector superó el pasado fin de semana un hito importantes, la prueba de carga de uno de los principales viaductos de la A-23, el del río Guarga, de 350 metros. Su tablero mixto, de acero y hormigón, soportó sin incidencias el peso de 32 camiones de cuatro ejes, que sumaban 1.216 toneladas. En una nota de prensa, el Ministerio de Fomento aseguró que los resultados de la prueba fueron satisfactorios. "El máximo descenso registrado en el viaducto para el total de la sobrecarga ha sido de 3,5 centímetros", detalló.

"A todo el ritmo que se puede"

En los 6,4 kilómetros entre Caldearenas y Lanave trabajan cerca de 150 personas con el objetivo de abrirlo al tráfico en la próxima primavera. "Se trabaja a todo el ritmo que se puede. Hay verdadero interés en acabarla", señalaba ayer uno de los implicados en este tramo, que cuenta con otro viaducto, el de Fontanal, en el que se están montando las vigas del tablero.

Un ritmo similar se lleva entre el congosto del Isuela y Arguis y de Monrepós a Caldearenas, que incluyen túneles de calado y cuyo desdoblamiento será una realidad en marzo y mayo de 2019 si se cumplen las previsiones del Ministerio de Fomento.