Noguera de Albarracín: un biólogo feliz en el reino dorado de los perrechicos

Gonzalo Castillo y Eva Bayo llegaron hace siete años a Noguera de Albarracín desde Madrid... y no contemplan el regreso

El biólogo y hostelero Gonzalo Castillo, en un monte cercano a Noguera de Albarracín
El biólogo y hostelero Gonzalo Castillo, en un monte cercano a Noguera de Albarracín
Laura Uranga

La de Eva Bayo y Gonzalo Castillo es una historia que se repite cada día en algún rincón de este mundo abocado a la robotización de patrones sociales: un buen día, catártico día, dos soñadores ponen proa al medio rural, porque la grisura de la ciudad les dificulta la búsqueda de la felicidad genuina. Treintañeros, una hija de tres años que debía comenzar su escolarización y amor por la naturaleza. Desde Madrid a Noguera de Albarracín, el trayecto tuvo (faltaría más) algo de aventura y, como en las buenas películas, un giro argumental movido por la casualidad.

Eva trabaja en el ayuntamiento local y lleva junto a Gonzalo el albergue 'Tiempo de Setas'. Gonzalo también tiene la empresa de turismo activo 'Quercus Aventura' junto a su socio Raimon, que vive en Moscardón, a 30 kilómetros. Además, es biólogo de profesión. "Vinimos en 2010. Yo conocía bien la zona del alto Tajo, ya sabes que nace aquí al lado; había hecho trabajo de campo como biólogo. Nos dimos de alta en la web 'Abraza la Tierra': allí te mandan la información de concursos que salen en los pueblos asociados a esa red rural. Surgió la posibilidad de llevar el hotel de Torres de Albarracín y vinimos a verlo. Antes de llegar paramos en Noguera, veníamos desde Madrid: tomamos algo en el bar y el dueño, César Morón, que era el alcalde por aquél entonces, tenía varios libros de vegetación y setas en el mostrador".

Un biólogo feliz en el reino dorado de los perrechicos

Plantas, alzado, ilusión, techo

De la charla botánica nació una química instantánea. "César nos explicó que la riqueza botánica de la zona era inmensa, que había proyectos interesantes, que aquí había un albergue y unos apartamentos que buscaban alguien que los llevara. Veníamos con Rebeca Fernández y Luis Nerín, otra pareja: ellos siguen aquí y llevan los apartamentos Las Cárcavas. Al final, decidimos asumir el doble reto entre los cuatro".

En 2014 por desavenencias personales, el cuarteto decidió dividir competencias: Luis y Rebeca se quedaron en los apartamentos, mientras que Eva y Gonzalo conservaron el albergue, que pasó a llamarse Tiempo de Setas, igual que una canción de los sevillanos Pony Bravo. "¿Sí? No la conozco. Todo viene de mi pasión por la micología. En esta zona hay una variedad de especies increíble, aunque destacan los perrechicos o ‘calocybe gambosa’. Es una seta de suelo calizo y aquí la tierra es más bien ácida, pero crecen de maravilla; también hay mucha colmenilla asociada a la sabina. Como en todas partes, no se dice dónde las coges: la respuesta cuando alguien pregunta es siempre ‘en el monte’. Por otro lado, sigo haciendo trabajos de consultoría ambiental como biólogo; ayudé durante dos años en la definición de la zona de aprovechamiento regulado en la comarca".

Gonzalo y Eva no se arrepienten de la decisión tomada hace siete años. "La acogida fue magnífica: me llamó la atención el carácter abierto de la gente, en comparación con otros puntos del Alto Tajo. Hay escuela, panadería, tienda, el médico viene una hora al día… esa pequeña estructura vital pesa a la hora de venir con familia. He trabajado por toda España y no conocía la zona antes de venir, ni siquiera había estado en la provincia de Teruel, pero cuanto más la conozco, más me gusta. No echamos de menos la ciudad para nada".

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