Hablando, hablando

El pasado miércoles, los tres expresidentes de España, Felipe González, José M.ª Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, participaban en el foro organizado por Vocento para celebrar los 40 de años de democracia. Para tomar nota.

Y usted, ¿cómo ha ganado la guerra?». «Hablando, hablando» La respuesta de Winston Churchill, esgrimida por José María Aznar en el Foro ‘40 de años de democracia’, fue otro de los grandes puntos de encuentro de los expresidentes González, Aznar y Zapatero. Porque, más allá de Cataluña, el gas que se ha adueñado de la habitación política española, los tres exhibieron en el acto de Vocento más coincidencias de las simplistamente previsibles, desde la convicción de que hay que hablar y explicar más las cosas.

Primer gran punto en común: defensa de las virtudes de nuestro país. Los tres, cada uno en su estilo, hicieron una defensa de España, de nuestra capacidad de superación ante las dificultades (que no han sido pocas) y de los logros obtenidos, hasta conformar hoy, suma del esfuerzo de todos los españoles, uno de los países más atractivos del planeta. Terrorismo, crisis, secesionismo, sí. Progreso, cultura, salud, sociedad abierta y solidaria, también. «España es hoy mejor», dijo Aznar. «Hemos tenido los 40 mejores años de la historia de España», afirmó Zapatero. Y, lejos de estar enfadados con el mundo, los tres agradecieron la suerte de haber sido presidentes y de sentirse parte de una obra inacabada que es la política, en la que cada uno afrontó sus propios retos. Como los actuales y futuros deberán afrontar los suyos.

González, desde participar de lleno en la Transición con personas a las que no había visto nunca, a proponerse modernizar el país, integrarlo en Europa y generalizar el Estado de Bienestar.

Aznar, lograr que España entrase en el euro e internacionalizar su economía para dar estabilidad y continuidad histórica a un proceso de convivencia en paz y prosperidad.

Y Rodríguez Zapatero, hasta que la crisis lo alteró todo, avanzar en cambios sociales que han conformado una de las sociedades más abiertas, integradoras, seguras y solidarias de Occidente. Como recordó el propio Zapatero, hasta Pablo Iglesias proclamó el domingo en el Word Pride su «orgullo de ser español».

Y los tres se remitieron a las instituciones y las normas que entre todos nos hemos dado como el camino para resolver los nuevos conflictos. Como dijo González, la Constitución es una herramienta preparada para dar respuesta a los problemas de cada tiempo. Y, si en su momento fue «un pacto para generaciones venideras», como la definió Aznar, fruto del «noble compromiso de los actores de la Transición» (Zapatero dixit), ¿no podemos ser capaces hoy de hacer reformas, ni liquidacionistas ni inmovilistas, que respondan a nuevas coyunturas?

Preocupación común de los expresidentes fue la ausencia del debate público de la nueva revolución tecnológica que viene, con la expansión de la inteligencia artificial, que va a cambiar las relaciones humanas, el empleo, el estado de bienestar o las pensiones; en definitiva, el mundo como lo conocemos.

Respecto al gas de la habitación, qué difícil de airear. «El referéndum sabotea la fuente de legitimidad de quienes lo promueven e incitan a la sedición», dice González. «Ninguna democracia admite la secesión», asegura Zapatero. «Los catalanes tienen un problema entre ellos, no el resto de España con ellos», asevera Aznar. Volviendo a la cita de Churchill, es preciso hablar más, cada uno en el ámbito que conoce y le corresponde, en defensa de todo aquello que nos une y nos ha hecho mejores. En toda España, Cataluña incluida.

En el caso de nuestros vecinos, la fuente de su crisis debe mucho a 30 años de educación monocorde en el victimismo, a demasiada gente que se ha creído que es verdad revelada que unos trabajan y pagan (ellos) y otros expolian (todos los demás). Lo notamos con pesar los que vamos a menudo a Cataluña, porque es que, además, en general ¡vamos de vacaciones!

Cueste lo que cueste, hay que vencer la pereza y, sin perder el espíritu crítico necesario para un progreso saludable, defender las cosas que han costado mucho conseguir y merecen la pena. Como en el claroscuro, en los últimos 40 años el brillo de la luz puede sobre las sombras.

¿Cómo? Aplicando la ley. Y hablando, hablando.