La Universidad de Zaragoza formará a cinco nuevos investigadores europeos, que se integrarán en cuatro proyectos que se desarrollan en su seno y para los que la Unión Europea ha concedido 1,2 millones de euros. La experiencia del campus aragonés en campos como la biomedicina, la percepción sensorial o la identificación de aromas se va a poner a disposición de proyectos multidisciplinares, en los que participarán instituciones y empresas de todo el continente, para formar una red de trabajo conjunto bajo el paraguas de las becas Marie Curie, que distinguen proyectos de excelencia y conceden ayudas para los próximos cuatro años.

Las cuatro líneas en las que cooperará Aragón tienen un presupuesto total de 14 millones y permitirán la formación de 52 jóvenes en las distintas sedes. Cinco de ellos lo harán en Zaragoza, aunque la dinámica del trabajo les obligará a viajar por todas las ciudades implicadas en cada uno de ellos, y aquí recibirán también a los doctorandos que trabajen en el mismo propósito, para fomentar su formación y movilidad.

De esta manera, cuatro jóvenes se incorporarán a tres proyectos liderados por investigadores del I3A. En concreto, uno irá al grupo de Esther Pueyo de personalización del diagnóstico y tratamiento cardiovascular, otro al de Diego Gutiérrez sobre respuestas sensoriales a entornos de realidad virtual y dos se integrarán en el grupo de Pablo Laguna, que trabaja para la detección precoz de arritmias cardiacas. Además, otro comenzará su trabajo en la comunidad que lidera Vicente Ferreira, catedrático de Química Analítica, y que busca identificar y cuantificar aromas.

El vicerrector de Política Científica, Luis Miguel García Vinuesa, ha destacado la importancia de la integración de Zaragoza en proyectos interdisciplinares de tan alto nivel, y ha recordado que la Universidad ya trabaja en otros cinco grupos Marie Curie con otras instituciones europeas. El vicerrector se ha mostrado exultante de haber podido captar ahora cuatro más y ha recordado que la institución académica acaba de recibir el sello de calidad de la Comisión Europea que reconoce las buenas prácticas en la contratación de investigadores, lo que espera que sea un factor de atracción y captación de talento.