Buenos precios y cultivo mejorado: la colza se abre paso en Aragón

El cultivo de colza en España ha crecido considerablemente en los últimos años. Si en 2008 se plantaron en todo el país 11.397 hectáreas, el año pasado se cultivaron 85.324 hectáreas: siete veces más. Los agricultores aragoneses también se han sumado a esta corriente y es común ver amplios campos sembrados con esta semilla, que cuando florece tiene un color amarillo muy llamativo.

El año pasado se llegaron a sembrar en Aragón 2.725 hectáreas, de acuerdo con los datos que maneja el Ministerio de Agricultura. Son muchos más que las 631 hectáreas que se cultivaron en 2010 o las 76 que se sembraron en 2008. En 2015 se llegaron a cultivar en la Comunidad cerca de 4.500 hectáreas, la máxima superficie de la que da fe la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos, un amplio estudio anual que publica el Ministerio.

Varias son las circunstancias que han animado a los agricultores a decidirse a plantar colza, una semilla que en España está estigmatizada desde la década de los 80, cuando una partida adulterada de aceite de esta semilla provocó la muerte por envenenamiento de cientos de personas y la hospitalización de miles más. Principalmente, este cultivo ha crecido porque la colza es hoy más resistente (antes ante cualquier inclemencia meteorológica, como una tormenta o una granizada, automáticamente se abrían las vainas y se podía perder mucha producción mientras que ahora las variedades cada vez son más resistentes y aguantan mucho mejor) y por el plan de rotaciones que han adoptado muchos agricultores. Este cultivo permite luchar contra las malas hierbas e incluso labrar el terreno de forma natural, porque la colza tiene raíces profundizantes que ahuecan la tierra, mejorando su calidad.

También ha influido en el aumento de superficie cultivable el hecho de que la colza es muy productiva y se paga muy bien, aunque también es cierto que es uno de los cultivos de secano más caros en lo que se refiere a producción.  El precio de mercado es de unos 350 euros por tonelada y los cultivos de secano pueden producir en torno a 2.500 kg por hectárea, mientras que la producción en los de regadío se sitúa entre 4.000 y 5.000 kg. Además, la Unión Europea a través de la PAC otorga una subvención de unos 40 euros por hectárea.

Una 'alternativa' a los jabalíes

José Maria Alcubierre es un agricultor aragonés que siembra colza desde hace tres campañas en la zona de Lierta. En su caso, se decidió por este tipo de cultivo para evitar los estragos de los jabalíes, que son numerosos en la zona de la Plana de Huesca. "Estos animales no se comen la colza, por eso la siembro antes que guisantes o leguminosas, porque estos cultivos sé que me los van a destrozar", especifica el agricultor.

La colza se siembra en torno a 15 días antes que el cereal, sobre la segunda mitad de septiembre o en los primeros días de octubre. Se necesita mucha cantidad de semilla, entre tres y cuatro kilos por hectárea, según Alcubierre, porque es una semilla muy pequeña y fina. "La mayor complicación de la colza es hacerla nacer", señala este agricultor. "Hasta que no llega a un ciclo vegetativo en el que tenga cuatro o cinco hojas, se puede helar el cultivo, por eso se siembra pronto", explica. Hoy, a los campos de colza les restan unos 15 días o un mes para ser cosechados.

El estigma de 1981

Cerca de 40 años han pasado desde el envenenamiento masivo con aceite de colza. Cuatro décadas que no han servido para curar la herida que aquella partida adulterada provocó en la sociedad española. Por eso, la mayor parte de la colza que se cultiva en España se destina para la fabricación de biocombustible o forraje.

El aceite de colza no se encuentra como tal en los lineales de los supermercados españoles, aunque en otros países sí se consume. De hecho, se utiliza para elaborar piezas de bollería, mayonesas o conservas, y también se encuentra en los aceites mezcla de semillas. Hay expertos que afirman incluso que es mejor que el aceite de palma, que es más común en España.

Portada de HERALDO DE ARAGÓN del 21 de mayo de 1989. Los afectados de la colza protestaban contra la levedad de las penas impuestas a los responsables del envenenamiento.