“Tendré miedo cada vez que me pase cerca un coche, pero hay que superarlo”

El ciclista zaragozano Javier Mínguez sufrió un grave atropello en julio de 2008. Tras un largo proceso de rehabilitación, ha vuelto a competir.

Javier Mínguez, de nuevo sobre la bici, junto a dos compañeros.
Javier Mínguez, junto a dos compañeros, en una de sus últimas salidas.

El mundo del ciclismo recibía este jueves consternado la noticia del fallecimiento de otro de los seis ciclistas que tuvieron la desgracia de toparse hace unos días con una conductora que circulaba en Valencia bajo los efectos de las drogas y el alcohol. Pero todavía con mayor frustración la recibían los familiares de los más de 400 ciclistas que se han dejado la vida en la carretera en los últimos diez años. 423 para ser exactos. 424 si sumamos ya al fallecido de este jueves.

Con el atropello mortal de Botorrita todavía fresco en la memoria del colectivo ciclista aragonés y el recuerdo de las otras tres víctimas mortales que llevamos en Aragón desde enero de 2015, el zaragozano Javier Mínguez cuenta su caso para tratar de aportar su granito de arena y ayudar a concienciar a todos los usuarios de las carreteras de lo caro que sale cualquier despiste, imprudencia o negligencia. Él es uno de los 2.300 ciclistas que han resultado heridos graves en la última década por accidentes en vías interurbanas.

Mínguez, de 42 años, sabe mejor que nadie lo delicado que resulta el cuerpo de un ciclista ante la resistente carrocería de un turismo. Empezó a competir a los 19 años. A los 33, cuatro meses después del nacimiento de Candela, su primera hija, un turismo se lo llevó por delante cuando practicaba junto a un amigo su deporte favorito. Lo recordará siempre: fue en julio de 2008, en el primer desvío hacia Biescas desde Sabiñánigo.

“El coche venía en sentido contrario. La conductora reconoció que fue un despiste. Su acompañante llevaba algo en los pies que se movió al tomar la curva. Una tarta, creo recordar. Del susto invadió el arcén contrario, por donde íbamos nosotros”, recuerda Javier. Su compañero tuvo suerte, el coche ‘solo’ lo empujó. A Javier lo arrolló por completo y le partió los huesos de las cuatro extremidades, varias costillas y la clavícula. Le destrozó también el bazo y parte del intestino. Estuvo mes y medio en coma inducido. Permaneció dos meses en la UCI. Sobrevivió de milagro.

Le mandaron a casa en silla de ruedas tres meses después del accidente. Tuvo que pasar casi un año para que empezase otra vez a caminar y está convencido de que solo lo logró por la motivación extra que le aportaba su pequeña. Por aquel entonces, ella ya empezaba a andar. Eso sí, al año y medio no dudó a la hora de pedalear de nuevo. Primero por rehabilitación, después porque la bici era y sigue siendo su pasión. De hecho, trabaja en un tienda de bicicletas de Alagón y ha vuelto a competir. Reconoce, no obstante, que el miedo es algo que siempre le acompaña: “Lo noto cada vez que me pasa cerca un coche. Es algo que se te queda dentro”. De todas formas, demuestra su valentía al afirmar: “Hay que superarlo. No puedes dejar de hacerlas cosas por miedo porque si pensásemos en todo lo que nos puede ocurrir en el día a día, no saldríamos de casa”.

Tras el último mazazo de Valencia, el colectivo ciclista anda convocando a través de las redes sociales una marcha en señal de protesta que se prevé masiva. La DGT ha motivo ficha y anunciando esta semana la aprobación inminente de un plan especial para garantizar una mayor seguridad y protección a los ciclistas.

Luis Marquina, presidente de la Federación Aragonesa de Ciclismo, celebra toda iniciativa que vaya en esa dirección y recuerda sus reclamaciones principales: adecuación de vías, limpieza de arcenes, más inversión en educación vial y concienciación y sobre todo, por encima de cualquier otra cosa, “más controles de alcohol y drogas”.

“Estamos viendo que muchos accidentes –entre ellos los últimos mortales registrados en Aragón- se deben a causas que externas a la circulación y realmente existe un problema en esta sociedad con el tema de las drogas. Hacen falta más agentes vigilando, más controles y multas más contundentes”, zanja el presidente de la federación a la espera de saber en qué se materializará realmente el plan de la DGT.

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