El marchitar de una flor

Todas las noches las veo. En "El Gancho", un barrio en el que se reúnen siempre las mismas personas, o novatos que ansían ser seguidores del horror.

La misma chica, en el mismo lugar frente a un almacén a punto de caerse.

Jóvenes, maduros y ancianos se acercan a ella. La veo entrar en el local y salir repetidas veces con un hombre distinto. No veo ni un billete en sus manos, tan solo moratones o sangre que resbala de sus piernas.

Entra y no la vuelvo a ver salir. Al final opto por meterme en el lugar. Ella camina junto a un hombre de negro, los pierdo de vista cuando cruzan una de las puertas.

Espero a que salga. Pero no sale.

Enfrento la puerta por la que entraron. La abro y la noche domina mi entorno, decorado por cuatro verjas que impiden salir, unos enormes contenedores habitados por las ratas, el cadáver de una adolescente desangrada bajo la basura y el hombre de negro que se limpia las manos junto a un susurro; "por puta".

Por eso fallecí, "por puta".

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