De estudiante en Zaragoza a triste icono de la guerra en Siria

La fotografía protagonizada por Mohamed Anis que ha dado la vuelta al mundo remueve los recuerdos de los sirios afincados en Zaragoza que lo conocieron.

Mohammed Mahiedine Anis protagoniza la foto que se ha convertido en un símbolo de la guerra en Siria
Mohammed Mahiedine Anis protagoniza la foto que se ha convertido en un símbolo de la guerra en Siria
Joseph Eid - AFP Photo

Era la primera vez que veía a su amigo en seis años. No sabía nada de él desde que estallaron las primeras protestas contra el régimen de Bashar al-Ásad. Aquello fue en marzo de 2011. Al verlo hace unos días en la imagen que ha dado la vuelta al mundo le vuelven los recuerdos y evoca los momentos que pasaron juntos en Zaragoza. Las fiestas y reuniones en casa de Mohamed. Los ratos de oración en la suya. Las tertulias con otros compañeros por las zonas de Doctor Cerrada o María Claret. E incluso aquel verano del 73 en el que se fueron juntos a Lérida a ejercer de temporeros.

La imagen le estremece. "Lloré al verla y sigo llorando por dentro", confiesa sin vergüenza Rajab Al-Ghanem, médico y propietario de una clínica en Las Delicias. Su amigo Mohamed ha reaparecido de golpe y porrazo en su vida a través de una fotografía que le cuenta demasiadas cosas. Qué oportuno, 'Monsieur Anis'. Así se refiere a él el reportero que lo retrató hace dos semanas en Alepo. Qué sentimiento tan extraño le provoca a Rajab ver a este señor de 70 años junto al que en otra época -y en otro mundo- estudió Medicina en la Universidad de Zaragoza.

Ahí, sentado entre las ruinas de un otrora lujoso apartamento, Monsieur Anis y su fotógrafo lanzan un efectivo mensaje a un mundo anestesiado ante imágenes sangrientas. La estampa parece decir 'ya está. Esto es lo que queda de Siria'. Vacío, escombros, el eco de un compositor de los años 40 que se cuela hacia las calles por ventanas sin cristales y muros que se quiebran. Mendigos que fueron y podrían ser señores. Y a Rajab, que conoce, estima y quiere al protagonista de la imagen, la foto le devuelve a primer plano todo el dolor acumulado. Seis años sin noticias de él ni de su propia familia. De miedo a llamar por temor a represalias. De un constante goteo de penosas informaciones.

Goteo de noticias

La familia de Rajab vivía a escasos diez kilómetros de Alepo. Su antiguo compañero de facultad mantuvo relación con ellos hasta el último momento. Les visitaba con frecuencia, asegura el médico desde su consulta privada en Zaragoza. Hasta que el pueblo "se borró". Y acompaña esa última palabra con un gesto de la mano que resulta abrumador. "Nada más empezar la guerra se convirtió en un campo de batalla", explica, aunque no haga falta. Supo que su familia pudo huir y refugiarse cerca de la frontera con Turquía, en una zona que después cayó bajo el dominio del Estado Islámico y sobre la que se cebaron los bombardeos rusos. "Dieciocho personas de mi casa murieron quemadas por el napalm", relata. Se enteró cuando una superviviente fue trasladada a un hospital de Turquía. Pero nunca dijo nada. Ni siquiera a su esposa. Ahora, la foto de su amigo en todas las portadas le arranca las palabras que tenía atragantadas.

 

Sirios en la Universidad de Zaragoza

Rajab llegó a Zaragoza en noviembre del 69. Mohamed en enero del 70. Venían a estudiar Medicina porque en aquella época la matrícula de la universidad era "infinitamente" más barata en España. Según sus cálculos, por aquel entonces había unos 500 sirios estudiando en la Universidad de Zaragoza. "No había que pertenecer a una familia pudiente. El nivel de vida aquí rondaba las 3.000 pesetas al mes y cualquier familia siria podía permitírselo. Había hijos de obreros, de bedeles y de conductores de autobús".

Pero Mohamed, el 'Monsieur Anis' de Joseph Eid era justo la excepción. Su padre tenía una fábrica de tintorería -"teñía telas", especifica Rajab-, y sus tíos otras fábricas textiles. El joven Mohamed, aquel chaval de 20 años, era una persona muy sociable. Su casa de la calle de Ricardo del Arco estaba siempre abierta a la pandilla y se convirtió en el punto en el que celebrar las buenas cenas. Rajab era más disciplinado. Compaginaba los estudios de Medicina y Enfermería así que tenía menos tiempo para fiestas. Aún así, estos dos sirios forjaron una amistad basada en la confianza: "Si Mohamed necesitaba algo, recurría a mí sin dudarlo. Para mí ha sido siempre un miembro más de la familia".

La enfermedad de su padre obligó a Mohamed a dejar España y los estudios y a volver a Siria para responsabilizarse de la economía familiar. Pese a la distancia y los años los dos amigos mantuvieron la relación hasta que estalló la guerra. Tanto es así que hace unos días el propio Mohamed aseguraba por teléfono a Martín Mucha, periodista de 'El Mundo': "Si quiere saber más de mí llame al doctor Rajab Al-Ghanem".

La foto de 'Monsieur Anis', el coleccionista de coches de época que hoy vive entre las ruinas, ha removido conciencias en todo el mundo. Aquí, en Aragón, lo que ha removido sin permiso son los recuerdos de los estudiantes sirios que se quedaron a vivir. Rajab no conoce a ninguno de los de aquí que no haya perdido a familiares allí en el transcurso de la guerra. La foto de su amigo le ayuda a expresar con palabras lo que siente: "Donde antes estaban todos esos recuerdos agradables, ahora solo hay tristeza y destrucción", resume Rajab, con impotencia, desde su consulta en Zaragoza.

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