De Zaragoza al podio de los ingenieros noveles en Inglaterra

Una egresada de la Universidad de Zaragoza de solo 27 años ha sido seleccionada entre los tres mejores talentos jóvenes de ingeniería afincados en este país.

Beatriz, durante la final de los premios.
De Zaragoza al podio de los ingenieros noveles en Inglaterra
Heraldo.es

Las chicas no quieren ser ingenieras. Lo dicen los datos de matriculaciones en la Universidad de Zaragoza UZ) y los de un sector en el que los consejos de administración de muchas empresas están formados por hombres. Sin embargo, algunas de las estudiantes que se lanzan a cursar estos estudios pulverizan las mejores de las previsiones y triunfan incluso a nivel internacional. Beatriz Olarte, con solo 27 años, es un buen ejemplo: ya ha estado a punto de convertirse en la mejor ingeniera novel de toda Inglaterra.

Esta joven estudió ingeniería industrial en Zaragoza (ella es riojana) y después se sacó un máster en ingeniería biomédica, también en la UZ. Aunque sus primeros años en el mercado laboral no le fueron mal (junto a otra compañera, con un proyecto en nanotecnología ganó el segundo premio de la cátedra BSH y logró una patente); en 2014 decidió emigrar a Durham (Inglaterra) en busca de nuevas oportunidades.

Recientemente, fue nominada como mejor ingeniera novel del año dentro de los prestigiosos premios BEEAs (los reconocimientos a la excelencia en la ingeniería británica). El número de candidatos que compitieron en la categoría novel se desconoce, pero a la final solo llegaron ella y otros dos colegas: Lucas Hubbard y Christopher Bellamy. Este último, integrado en la plantilla de Jaguar y Land Rover, ha ganado finalmente el premio al mejor ingeniero novel de Inglaterra en 2016.

Beatriz trabaja actualmente en una empresa privada y se dedica a la industria 4.0, donde muchas empresas tratan de desarrollar nuevos procesos más eficientes, reemplazando operarios si es posible. Se dedica sobre todo a la automatización industrial y es ingeniera de proyectos y diseño.

"En la industria se vive una cuarta revolución: ya no solo se busca la producción en masa o una automatización de procesos, sino una industria inteligente, flexible y conectada", explica Beatriz. "Muchas industrias se habían quedado obsoletas, y nosotros trabajamos en base a lo que el cliente quiere y a su presupuesto.Damos soluciones a medida".

La influencia del Brexit

Beatriz no oculta que le gustaría volver a España, pero de momento no es una alternativa viable a corto plazo. "Ahora estoy aprendiendo mucho y quiero seguir aquí. No obstante, a medio o largo plazo tendré que ver cómo me afecta el Brexit, directamente como inmigrante e indirectamente en sus efectos hacia el sector industrial", explica.

Además, desde su experiencia, hoy por hoy es mucho más fácil encontrar trabajo en el extranjero, al menos dentro de su sector. "Creo que los estudiantes están muy desanimados por el panorama laboral español", valora. "Estudiar ingeniería conlleva un esfuerzo alto y si, después de realizarlo, la probabilidad de encontrar un empleo es tan baja o aboca a la precariedad laboral, mucha gente se plantea hasta qué punto merece la pena". Cree además que "ese pesimismo ha ido en aumento".

Como mujer joven tiene también su punto de vista sobre el hecho de que las disciplinas más técnicas y científicas sean todavía minoritarias entre las chicas. "Recuerdo que los juguetes de niños estaban siempre más relacionados con los coches, el montaje o las herramientas, mientras que los de las niñas han sido, tradicionalmente, muñecas o cocinitas", explica. "Estas cosas, así como las imágenes que aparecen en las cajas de los juguetes o en los anuncios comerciales afectan directamente a nuestro subconsciente", dice. Beatriz sí que hace hincapié en que, en su infancia, su padre siempre compraba juguetes que desarrollaran la creatividad y alejados de los roles de sexo.

Precisamente, recientemente se ha celebrado la iniciativa "11 de febrero" para visibilizar el trabajo de mujeres científicas y conseguir que las disciplinas más técnicas no queden solo en manos de los chicos. Los estudios demuestran que las niñas, ya a partir de los 6 años, se sienten menos capacitadas en algunas ramas de conocimiento que los chicos.

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