Así se desbloquearon las cuentas

Siete horas de negociación, cinco reuniones, otros tantos borradores y cincuenta mensajes de Whatsapp hicieron falta para cerrar un acuerdo entre PSOE y Podemos.

Primer intento. Sendas delegaciones del PSOE y Podemos intentaron desencallar la negociación de los presupuestos  hace tres semanas, pero la exigencia del cese del consejero de Hacienda lo imposibilitó. La formación acabó asumiendo, por boca de su líder en Aragón, Pablo Echenique, que habían "pinchado en hueso".
Primer intento. Sendas delegaciones del PSOE y Podemos intentaron desencallar la negociación de los presupuestos hace tres semanas, pero la exigencia del cese del consejero de Hacienda lo imposibilitó. La formación acabó asumiendo, por boca de su líder e
Aránzazu Navarro

Todo empezó con un acercamiento del portavoz del PSOE, Javier Sada, a su homóloga de Podemos, Maru Díaz, a primera hora del 24 de febrero. La formación morada se había llevado solo unas horas antes uno de sus mayores varapalos en el pleno de las Cortes de Aragón a cuenta de las modificaciones presupuestarias. Sada acudió al escaño de Díaz, firme defensora del diálogo, y le sondeó sobre la posibilidad de retomar las negociaciones, rotas una semana antes por el órdago lanzado por la formación morada al pedir la cabeza del consejero de Hacienda, Fernando Gimeno, como condición para tramitar las cuentas.

El gesto debió funcionar, porque los podemistas improvisaron esa misma mañana una reunión bajo la galería de retratos de los presidentes de las Cortes. Eso sí, lo hicieron por turnos, ya que los catorce diputados cumplen una máxima a rajatabla: no dejar la bancada desangelada en los plenos. "Entraban y salían", señaló un testigo.

Un varapalo con gimeno

Como los propios diputados de Podemos confiesan, sus debates se eternizan, por lo que nada más acabar la sesión y almorzar en la Aljafería se encerraron para seguir discutiendo sobre si se sentaban otra vez con el PSOE. El pleno había ido "mal" para sus intereses, Gimeno había salido reforzado y eran conscientes de que no iban a lograr su cese.

El cambio de rumbo se decidió en la ejecutiva de Podemos, el denominado Consejo Ciudadano, convocado ese domingo a las seis de la tarde en la sede del partido, en Predicadores. Tres horas hicieron falta para concluir que se debían retomar los contactos, asumiendo la renuncia a exigir el cese del consejero. La votación fue reñida y los partidarios del diálogo ganaron por la mínima. Se marcaron las condiciones, se decidió el equipo negociador y hasta un plazo máximo de una semana. Si no se acercaban posturas, habría prórroga. Maru Díaz llamó a Javier Sada para comunicarle ya oficialmente que se retomaba el diálogo.

Negociación secreta

El partido que había hecho de la transparencia una de sus principales banderas decidió no informar ni de su ejecutiva ni de los contactos. Tras haber negociado en abierto la investidura de Javier Lambán hace año y medio, optaron por hacerlo en sus despachos del Parlamento a puerta cerrada. No se hicieron públicos hasta el quinto día, el viernes 3 de marzo.

Los portavoces de prensa del Gobierno PSOE-CHA y del grupo parlamentario de Podemos negaron hasta entonces la negociación. De hecho, jugaron al despiste con los periodistas. "Si sabes algo de los presupuestos ya me contarás", llegaron a decir el 1 de marzo.

Uno de los miembros del equipo de negociación, el podemista Héctor Vicente, hizo una excepción en su agenda pública al no incluir estas reuniones. Solo incorporó con posterioridad la primera de todas, la del 27 de febrero: "9. Reunión sobre presupuestos". De los otros cuatro negociadores de Podemos, solo Pablo Echenique incluyó una de las citas, la del 3 marzo. Igualmente escueta y errónea, porque ambas fueron por la tarde. En las de Maru Díaz, Román Sierra y Erika Sanz no hay rastro.

En el caso de los socialistas implicados en los contactos, Javier Sada y el director de gabinete del presidente, Chema Giral, no tuvieron que ocultar la información. Carec en de agenda pública.

A punto de la ruptura

La discreción fue clave para avanzar, ya que las negociaciones fueron tensas y a punto estuvieron de romperse. La primera reunión apenas duró 40 minutos, "meramente exploratoria", en la que Díaz, Vicente y Sierra comunicaron las garantías de cumplimiento de lo que se acordara, además de tres de sus exigencias: el cierre de hasta 48 aulas en la concertada, el apoyo económico a las cuidadoras de dependientes y ajustes en el Impuesto a la Contaminación de las Aguas (ICA).

La segunda reunión se tuvo el martes por la tarde. Se alargó hora y media y resultó "desesperante" para la delegación podemista. No les facilitaron ni el desglose de las inversiones en Sanidad y Educación, por lo que decidieron concretar al detalle las exigencias. Tras el encuentro, Héctor Vicente remitió a Sada el primer documento, "en versión editable".

El PSOE respondió con otro texto en el que rechazaba la práctica totalidad de los puntos, lo que provocó que los podemistas anularan la reunión prevista al mediodía. Díaz se lo comunicó a Sada por teléfono.

Borradores de colores

Un día después, los socialistas remitieron ya sus cambios sobre borrador elaborado por Héctor Vicente. Utilizaron el color rojo para que se distinguieran sus aportaciones, aunque seguían muy lejos de los planteamientos de sus interlocutores. Así se entendió en una conversación telefónica múltiple mantenida por más de diez cargos podemistas, previa a la tercera reunión del equipo negociador. Esta última se alargó tres horas y se vislumbró, al menos, la asunción de la auditoría solicitada sobre Sarga.

Reunión a gritos

Vicente se encargó de nuevo de recoger lo hablado. Lo hizo en una versión en la que lo ya acordado se plasmó en letra verde, que envió el viernes por la mañana. Antes de comer, a las 13.30, se juntaron de nuevo, aunque la portavoz de Podemos ni acudió, indignada por la maniobra que, a su juicio, había hecho el PSOE de airear la renuncia de Podemos al cese de Gimeno. Sí acudió Erika Sanz, la portavoz del grupo en Educación, que llevó ese día el peso de la negociación, centrada en el recorte de la concertada. Se mostró "muy dura" ante la negativa del PSOE a asumir el cierre de más de diez aulas. La reunión se mantuvo en el despacho de la portavoz de Podemos y los gritos se oían desde el pasillo. Cada uno salió por su lado.

SIN PUENTE Festivo

No hubo puente de la Cincomarzada para los negociadores. El sábado y el domingo se intercambiaron sendos borradores con más cambios, además de llamadas y guasaps, pero la concertada seguía separándoles. Para desencallar, el lunes se abrieron las Cortes para ellos y en una hora, el equipo de Podemos aceptó la ultima versión del documento. No concretaba el cierre de aulas, pero sí al menos la referencia de que "hasta 28" de la pública estaban en riesgo y, por tanto, se debía "dejar de financiar" en la privada las que fueran necesarias para evitar su supresión. El texto se llevó por la tarde a la ejecutiva morada, que le dio su visto bueno tras más de tres horas de debate y una ajustada votación (doce a favor y siete en contra). A las 22.50 se hizo público.

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