Director de HERALDO DE ARAGÓN

Agitar a voluntad

Podemos no quiere negociar. No le interesa. Su estrategia interna tras Vistalegre II ha cambiado y ahora busca un incremento de la tensión y un forzado distanciamiento con los socialistas. Los Presupuestos de la Comunidad y su negociación imposible, con exigencias cambiantes y peticiones alejadas del mínimo sentido político –la demanda de salida del Gobierno del consejero de Hacienda, Fernando Gimeno, atenta contra la capacidad de decisión de Javier Lambán– son un claro reflejo del nuevo escenario donde se mueven los podemistas. Su voluntad pasa por aislar al PSOE. Por dejarlo sin anclajes en la izquierda obligándole a pactar los Presupuestos con el PP y Ciudadanos. Pablo Echenique quiere que se produzca una reedición a nivel autonómico del acuerdo que permitió la investidura de Mariano Rajoy, una clara visualización de un compromiso a tres bandas que incluya al PSOE dentro de un bloque que describa una colaboración interesada con el centro derecha y que muestre en solitario a Podemos como referencia de la izquierda.

La formación morada ejerce esta presión en Aragón consciente de la baronía que ocupa Lambán en el PSOE. Cualquier cambio dentro de la hoja de ruta que parecía anticipar un acuerdo presupuestario –la presidencia de las Cortes fue ofrecida por los socialistas como una contraprestación de estabilidad a futuro– es hoy beneficioso para la estrategia de un partido que está dispuesto a convivir, tal y como ocurrió el pasado jueves, hasta con la tergiversación de los datos. En las declaraciones previas ante los periodistas a su alocución en la tribuna de las Cortes, Echenique acusó a Gimeno de haber introducido cambios en las partidas del Presupuesto de 2016 por un importe de 513 millones. La metedura de pata del líder de Podemos, que terminó por sonrojar a los suyos y que fue mantenida en su intervención ante el plenario, evidenció el desconocimiento sobre aquello de lo que hablaba, dejando claro que el objetivo último pasaba por desprestigiar al consejero sin reparar en lo que decía. Amparado en este tiempo de posverdad, Echenique obvió, pese a la evidencia de la equivocación, todo intento de rectificación.

El ejemplo de lo ocurrido en el Parlamento regional descubre hasta dónde han llegado los podemistas para castigar al Partido Socialista y por qué han renunciado a sentarse a negociar los Presupuestos. La teatralización de esta ruptura, convenientemente adobada desde hacía semanas y siempre forzada para alimentar un clima de tensión, no deja claro qué ocurrirá con las cuentas regionales. Lambán, que está convencido de que la responsabilidad continúa en el terreno de aquellas formaciones que permitieron su investidura, tiene ante sí dos posibilidades. La primera pasa por tramitar el Presupuesto sin un acuerdo cerrado con los grupos y esperar a que la discusión parlamentaria alumbre un desenlace incierto. La segunda opción, sencilla y ya probada en repetidas ocasiones, habla de una prórroga de las cuentas. Esta fórmula guardaría, en cualquier caso, una larga relación de matices, ya que nada impide que, finalmente y pasados unos meses, se pudieran aprobar los números autonómicos. Queda por ver, conocidas las dos alternativas, cuánto tiempo aguantará el órdago Podemos y si sus bases soportarán un tirón que deja sin presupuesto a muchas de las áreas de influencia en las que se encuentran estos simpatizantes.

No se puede olvidar que la situación por la que atraviesan los socialistas, inmersos en un proceso de primarias donde conviene mirar con especial atención a la militancia y a sus exigencias, es pareja a lo que ocurre con los Presupuestos del Estado. Rajoy, quien hasta la fecha no ha logrado su aprobación, ha diluido esta responsabilidad entre aquellos que niegan su aprobación. En Aragón, al menos por un tiempo, la táctica del PSOE será parecida, aunque todos están seguros de que esta percepción posee fecha de caducidad.