Microcoches 'made in' Zaragoza

Los pequeños automóviles T. Z. Sider y Barrio Coche-Ciudad se construyeron en la capital aragonesa entre 1956 y 1965.

Microcoches 'made in' Zaragoza
Microcoches 'made in' Zaragoza

En la actualidad, constituyen una solución a los problemas de tráfico, son manejables y ocupan muy poco espacio a la hora de aparcar, gracias a su reducido tamaño. Los microcoches experimentaron una nueva revolución en el mercado automovilístico con el cambio de siglo, aunque su origen se remonta varias décadas atrás, tras la Segunda Guerra Mundial, con vehículos, como el Biscúter o el Isetta entre los más conocidos, aunque hubo muchos otros.

El zaragozano Miguel Pascual Laborda publicó en 2004 el libro ‘Microcoches españoles’ (Benzina) en el que recopilaba los que se fabricaron en España, considerando como microcoches a los que eran más pequeños que un Seat 600, tanto por dimensiones como por motor. Su trabajo reunía información inédita sobre marcas y proyectos que no se había publicado hasta la fecha.

Entre los microcoches referenciados por Pascual figuraban 2 iniciativas zaragozanas para fabricar vehículos de pequeñas dimensiones el T. Z. y el Barrio. “En Zaragoza hubo algunos otros intentos o construcciones unitarias pero sin relevancia, ya que o no se pretendía una construcción seriada, o el proyecto era tan embrionario que no tenía visos de serlo”, explica Pascual.

Según detalla el autor, la empresa Talleres Zaragoza, dedicada antes de la Guerra Civil a estructuras y construcciones metálicas (cerramientos, cubiertas, puentes, vagonetas...), decidió probar suerte a comienzos de los 50 fabricando una serie de microcoches, “cuya historia sigue siendo un enigma en muchos de sus apartados”, cuenta.

T. Z. Sider

El propietario de Talleres González, empresa ubicada en San Juan de la Peña, 52, era José González Torres, conocido como ‘el andaluz’, debido a su origen. “No utilizó sus instalaciones para realizar las diferentes fases de estudio, diseño y construcción del modelo Sider, sino que lo hizo en Talleres Jordá S. A. (T. J. Z., avenida Cataluña 21), “empresa dedicada a la fabricación de máquinas-herramientas industriales de gran calidad y proveedora de firmas como Enasa, Seat o Fasa”, indica.

“Su licencia para la fabricación de automóviles data de 1952, aunque en realidad el primer prototipo no se construyó hasta 1956, tras un complejo proceso, -matiza Pascual-. En la primera unidad, el nombre del modelo era en realidad Líder, pero por problemas de registro y patentes cambió al de Sider aprovechando el grafismo de la inicial, simplemente inclinándolo hacia la derecha”.

Las carrocerías fueron realizadas por un productor ajeno al grupo, aunque no a la ciudad: MMyC (Material Móvil y Construcciones), antiguos talleres de Carde y Escoriaza. “El vehículo definitivo fue presentado desde 1958 hasta 1960 en multitud de certámenes, ferias de muestras y similares, de toda España, pero lo tardío de su comercialización y su alto precio, a pesar de unas características técnicas y de habitabilidad muy logradas, lo condenaron al más rotundo de los fracasos y el activo de la empresa fue embargado. Un intento de internacionalización del producto hizo que los mejores anuarios automovilísticos italianos y suizos lo mantuvieran en activo hasta mediados de los años 60, aunque en realidad no se montó ninguno más en esa década”, afirma.

Del T. Z. Sider se hicieron 3 modelos distintos: prototipo, preserie y 3 puertas y en total se fabricaron entre 12 y 16 vehículos de 1956 ya 1958, aunque motorizados no debieron superar la docena, según estima Pascual. “Si un día apareciera el esqueleto maltrecho de un T. Z. Sider, conservo la reproducción de todos sus planos (pieza a pieza) que posibilitarían su total restauración, poniendo a salvo la memoria histórica y técnica que algunas personas (y no precisamente ajenas a su constructor) han pretendido borrar.”, asegura.

El microcoche de Barrio

El T. Z. llegó al mercado demasiado tarde, cuando muchos españoles ya podían optar a comprarse un Seat 600 por el mismo precio (65.000 pesetas) o incluso por una cantidad inferior. Sin embargo, al Barrio, otro microcoche de origen zaragozano, le ocurrió lo contrario: fue un adelantado a su tiempo. En 1965, apenas había problemas para aparcar en la ciudad y ese fue uno de las principales razones por las que el proyecto no suscitó un gran interés.

Barrio Coche Ciudad

La empresa Manuel Barrio, en el Camino de La Almozara, se dedicaba a la construcción de maquinaria agrícola, una actividad que no frenó el deseo de sus propietarios de fabricar microcoches a mediados de los 60. Los hermanos Barrio concibieron un automóvil que combinaba elementos procedentes de otros coches además con el diseño y la construcción de piezas propias.

“Las ruedas, motor y plataforma (convenientemente reducida) pertenecían a un Citroën 2CV de 1964, el salpicadero y el volante al Renault 4L, el frontal de la carrocería era de un Seat 600 pero reformado (incluyendo una rejilla para el paso del aire), del parabrisas hacia detrás mostraba su propio carácter con una sola puerta trasera de acceso al habitáculo, techo abatible para hacer más cómoda la entrada y salida del coche, ventanillas laterales correderas y pilotos traseros del modelo 1.100 de Morris”, describe Pascual.

Para lograr la concesión de la licencia, la Administración exigió a la empresa la fabricación de 5.000 unidades anuales, lo cual resultó imposible. Si se hubiera producido en serie, varias de sus piezas tendrían que haber sido sustituidas, dada su procedencia. El prototipo construido quedó como pieza única y “hoy forma parte de la colección de una persona apasionada por los clásicos en espera de una merecida restauración”, revela.

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