La caída de una sietemesina de una incubadora del Clínico el 12 de junio de 2016 obligó al Salud a hacer una inspección en la que se detectó que algunas escotillas de las máquinas usadas en la unidad de Neonatos se abrían desde dentro con "suma facilidad". La médico encargada de investigar lo ocurrido concluyó su informe proponiendo una "revisión exhaustiva" y que se retiraran todas las incubadoras que entrañaran "el mínimo riesgo". Lo hizo a finales de noviembre, pero el Departamento de Sanidad aún no ha aclarado si se han vuelto a mirar los aparatos o si ha habido que sustituir alguno.

En relación a la revisión de las incubadoras, fuentes sanitarias explicaron ayer a este diario que el control se hace de "manera sistemática". Y, efectivamente, en el propio informe que el Salud remitió a la juez que investiga el accidente se indica que el chequeo se hace con carácter anual y que la incubadora de la que supuestamente se cayó el bebé había sido revisada en marzo de 2016. Sin embargo, en aquella inspección la máquina obtuvo la calificación de "apta" y tres meses después se produjo el percance porque, según el personal médico, fallaba el muelle de una ventanilla y permitía que el bebé la abriera desde dentro.

Aquella incubadora se precintó, pero durante la inspección se vio que otras de similares características se abrían también con una fuerza de solo 1,8 kilos. Fue por eso que la inspectora propuso una nueva revisión, de la que el Salud dice no dar información porque el asunto está judicializado.