Restaurantes y comedores tardíos, conectados en una futura plataforma para combatir el despilfarro

Con 32 años, lo de emprender no le pilla por sorpresa. Alberto Rodríguez, natural de Sariñena y con formación en Administración y dirección de empresas y Marketing, ya posee una empresa dedicada al calzado que está dando sus primeros pasos. Pero como una aventura empresarial no le parecía suficiente, decidió hace unos meses embarcarse en un nuevo proyecto que tiene intención de poner en funcionamiento a modo de prueba piloto durante este mes de febrero en Zaragoza.

La idea le sobrevino el año pasado en un entorno: el de los supermercados. “Vi que había numerosos productos que llegaban a su fecha de caducidad sin haber salido a la venta”, cuenta Rodríguez. “Si a esos alimentos cercanos a caducar se les aplicase un buen descuento y se informase de ello al consumidor, más allá de cuando se encuentra en la tienda, podría ser una buena solución para evitar el despilfarro que se produce en algunos casos”, pensó.

Con este pensamiento y las líneas básicas de un proyecto enfocadas a la premisa de no derrochar comida, entró en noviembre al programa de aceleración de Founder Institute Zaragoza, en el que la metodología para crear empresas se basa en el estilo de Silicon Valley. Y es en esta aceleradora donde está llevando a cabo su iniciativa, ahora en fase de desarrollo.

“Conforme avanzaba el programa, y tras entrevistarme con el sector, me di cuenta de que era muy complicado desarrollar el proyecto en los supermercados y decidí girarlo al área de la restauración, manteniendo un modelo similar y con el objetivo, siempre, de evitar tirar la comida sobrante”, relata este emprendedor, quien incide en que, cuando finalizan los turnos de comida en los restaurantes, son muchos los que poseen excedentes –ya sean dos raciones de paella, tres de pollo o una de pasta, ejemplifica-, y aunque algunos reaprovechan o reutilizan esa comida, “inevitablemente, hay ocasiones en las que acaba tirándose”.

¿Cómo podría evitarse tal desperdicio? “Antes de que finalicen los turnos de comida de esos restaurantes, los excedentes que los responsables prevén que van a sobrar pueden ponerse a la venta para el consumidor con un precio más bajo y a través de otro canal, en este caso, ‘online’”, explica el sariñenense. Esta solución, según detalla, beneficiaría al hostelero, que podría dar salida a esos platos ya preparados reduciendo pérdidas; y al consumidor, que tendría la posibilidad de adquirir y tomar un plato de calidad por un precio descontado –al consumirlo en un horario diferente y no en el propio local del restaurante-, al tiempo que se cuida la sostenibilidad y el medioambiente.

El nombre de la plataforma emergente de Rodríguez es ‘Last Food’ y su lema: “Come bien, ahorra dinero, ayuda al planeta”. El suyo fue uno de los tres proyectos finalistas de la VI edición del Premio Generando Futuro para apoyar proyectos emprendedores. Ahora, “estamos hablando con responsables de varios restaurantes de la ciudad para poner en marcha una primera prueba piloto”, cuenta.

El único requisito que han de cumplir los negocios hosteleros y de restauración para tomar parte en ‘Last Food’ es que ofrezcan un menú diario, pues el objetivo pasaría por focalizar el servicio concretamente en platos. “De distintos precios y naturaleza, cualquier establecimiento puede sumarse a la iniciativa para desarrollar esta prueba inicial”, ahonda Rodríguez, quien reconoce que parece que la idea está gustando en el sector. “Si la prueba funciona aquí, estudiaría si puede extrapolarse y expandirse a otras ciudades”, agrega.

La clave, en los horarios

Tras esa fase experimental y si los resultados acompañan, la intención de su creador es que ‘Last Food’, se materialice en una aplicación móvil con un mecanismo de funcionamiento sencillo. En la sección de cada restaurante, el hostelero, tras registrarse, realizaría una fotografía del plato que ofrece, la subiría a la app y determinaría su precio y el horario en el que podría recogerse.

Mientras, el usuario, por geolocalización, podría ver los restaurantes y los platos que ofrecen estos, teniendo la opción de reservarlos y pagarlos directamente. Además, el comprador “podría elegir entre ir a buscar su comida al restaurante o que esta fuese llevada a su domicilio, su lugar de trabajo…”.

En cuanto a los horarios, “se da libertad al restaurante, pero tratando siempre de que no se demore mucho el servicio, pues es importante que se ofrezca lo que se prevé que va a sobrar un poco antes de finalizar los turnos de comida”, relata Alberto. “Es complicado que alguien quiera ir a por un plato a las cinco de la tarde, si bien, cada restaurante puede trabajar con su franja horaria”, añade. Asimismo, el descuento es obligado, aunque la bajada de precio también depende de la elección del propio hostelero. El beneficio para la empresa resultaría de un porcentaje por venta.

El público objetivo, señala el promotor del proyecto, son todas aquellas personas que comen a un horario algo más tarde de lo habitual, que demandan alimentos recién hechos y de calidad y que poseen acceso a las nuevas tecnológicas. Desde “trabajadores que concluyen su jornada a esas horas o que no han tenido tiempo de cocinar, hasta estudiantes o personas que desean adquirir una elaboración para la cena o incluso pensando en el día siguiente”, comenta.

Esta iniciativa empresarial, en plena fase de gestación, está abierta a cambios y Rodríguez no descarta explorar otras posibilidades enfocadas a la restauración y cumpliendo con esa filosofía del mínimo desperdicio. En su opinión, “es un modelo de negocio factible, diferente y que tiene proyección porque la ciudadanía está cada vez más concienciada con el asunto del despilfarro de alimentos”, concluye.